
La Alianza Atlántica se fundó en 1949 para disuadir a la Unión Soviética de invadir o amenazar Europa Occidental, democrática y libre. Alguien dijo que la OTAN se había creado para “mantener a los rusos fuera, los americanos dentro y a los alemanes cabizbajos”. Los alemanes ya no están cabizbajos, los americanos parecen tener ahora un pie fuera, pero no los dos, y los rusos siguen siendo peligrosos como vemos en Ucrania.
Con la caída del Muro de Berlín en 1989 y la explosión de la URSS en 1991 muchos países se liberaron de Moscú, se democratizaron e ingresaron, como tenían derecho según el Acta Final de Helsinki de 1975, en la Unión Europea y en la OTAN, única defensa de las democracias en Europa. Trump exige ahora que los europeos se encarguen más de su defensa en lugar de vivir solo de la sopa boba americana. ¿Significa ello el final de la OTAN? Conviene serenarse.
Desde Clinton los americanos advierten que los europeos deben invertir más en defensa, pero solo reaccionan cuando Trump chilla y les dan en los nudillos con una regla. Quiere que los aliados inviertan un 5 % de su PIB en defensa, y es posible que la OTAN apruebe en junio un 3,5 %, incrementando el 2 % actualmente exigible y que España no cumple con Sánchez ni cumplió con Rajoy.
Trump quiere acabar con la guerra en Ucrania, empantanada y costosa en dinero y vidas humanas, para poder centrarse en China, su gran rival. Desea meter una cuña entre Moscú y Beijing. Para llevar a la mesa negociadora a Rusia prefiere no culparla de nada. Ucrania exige entrar en la Alianza. Ucrania no está en condiciones de exigir nada y menos de ingresar en la OTAN donde más de uno no la quiere.
Tampoco podrá recuperar el Donbas, que era prorruso, y Crimea, que siempre fue rusa. Aun cediendo estos territorios, Ucrania gana y Rusia pierde porque quiso controlar toda Ucrania cuando la invadió en 2022. No ha podido y Ucrania quedará en el mundo occidental que es lo que Putin quería evitar. Su falsa victoria será quedarse con los territorios citados.
Los europeos han de arropar a Ucrania, intentar reconciliarla con los EEUU tras el bochornoso incidente en la Casa Blanca que evidenció la prepotencia de Trump y Vance y la bisoñez de Zelenski. Cuesta pensar que los europeos sean capaces de sustituir la ayuda americana en Ucrania y las afirmaciones de apoyar a Ucrania hasta que recupere los territorios conquistados por Rusia (integridad territorial) son un brindis al sol. Ahora hablan de paz justa y duradera. Lo duradero dependerá de Moscú y convendría definir que es una paz “justa”.
Ahora vienen otros cambios importantes que no tienen por qué ser negativos si los europeos aceptan las responsabilidades que durante décadas han eludido
En Ucrania cada parte tendrá que pagar su precio. Rusia, que se le escape Ucrania y esta perder el Donbas y Crimea conservando el 80 % de su territorio. Vistos los objetivos iniciales, Kiev y los occidentales ganan, pues. La Alianza y los europeos ayudarán a recomponer las Fuerzas Armadas Ucranianas.
¿Y la OTAN? Su secretario general se reúne cada vez más con los europeos y ello no es una señal de disolución. Es señal de que los europeos deben encargarse más de su defensa, pero no que EEUU les abandona. Washington piensa que la disuasión convencional ha de corresponder a los europeos y la nuclear a los EEUU, y para esto último Washington también tendrá que comprometer tropas en Europa.
Los europeos deberían organizar su defensa de un modo compatible con la OTAN con una estructura de Mandos insertable en la de la Alianza o capaz de funcionar eficazmente fuera de la misma, incluyendo un compromiso nuclear por parte de Francia y del Reino Unido.
Una defensa aliada más europea es un acicate para unir a los europeos, incluso animarles a una Europa Federal sin desvincularse de EEUU. ¿Hay algo más parecido que lo que existe en ambas orillas del Atlántico Norte, el “Mare Nostrum” de hoy en día? América es hija de Europa. No vamos a parecernos ahora más a los rusos, a los indios o a los chinos …
De lo que se trata es de reequilibrar la relación transatlántica en materia de defensa, no de su supresión. Estos próximos meses tendremos reuniones importantes de europeos como la de este domingo en Londres (que incluyó al secretario general de la OTAN y Turquía) o la del jueves en Bruselas para establecer su defensa, otras que podrían determinar un fin de la guerra en Ucrania y la Cumbre de junio de la OTAN.
Muchas cosas pueden ocurrir, no ocurrir y descarrilar, sin descontar las sorpresas y, con Trump, broncas espectaculares, pero no parece que la relación transatlántica vaya a perecer ni que la OTAN vaya a desaparecer. Si miramos para atrás, esa relación ha sufrido en el pasado importantes altibajos. Tras la desaparición del Pacto de Varsovia ya hubo quienes abogaron por la disolución de la OTAN. Ahora vienen otros cambios importantes que no tienen por qué ser negativos si los europeos aceptan las responsabilidades que durante décadas han eludido.
En casa es necesario un pacto de Estado entre el PSOE y el PP en materia de defensa, probablemente un imposible irresponsable visto el patio necesitado de otros grandes compromisos.