
Cuando apenas se había cumplido ese tiempo de mandato de Donald Trump, la imagen que había impactado a Europa era la desalentadora entrevista en el despacho oval, entre el poderoso presidente de Estados Unidos acompañado del vicepresidente Vance, frente a un débil y digno Zelenski agobiado por la bronca con la que le reprochaban su poca educación y le culpaban de hacer la guerra Putin, que se había limitado a invadir Ucrania y reclamarla como suya porque años ha formó parte de la Unión Soviética. Para quebrantar la impavidez taciturna de Zelenski, que solo aceptaba la rendición si le daban garantías de que Rusia no volviera a invadirla, el brioso escudero Vance le recriminó por no agradecer las buenas intenciones de su admirado presidente.
Ignoro si Vance conoce la anécdota del general Ulysses S. Grant, héroe de la guerra de secesión y presidente de los Estados Unidos tras el asesinato de Lincoln. En uno de los enconados combates, el jefe sureño preguntó qué condiciones le ofrecía para rendirse. El general Grant le respondió mis condiciones son que se rinda sin condiciones. En semejante situación se encontraba Zelenski al que echaban de la Casa Blanca privándolo del pollo al horno con romero y la ensalada de tomate, col y espárragos con créme brûlée de postre. Era el menú preparado para festejar el fin de la guerra gracias al pacifista Trump. Frustrada la celebración, la despedida incluyó el anuncio de que dejarían abandonada Ucrania a su suerte, o sea, que anulaban los envíos prometidos «por el estúpido Biden», según la pulcra alusión con la que el presidente de la primera potencia mundial se refería al presidente al que había relevado en el cargo solo unas semanas antes.
Comenté estas noticias con mi amigo Antón Alfaro en un almuerzo al que me invitaba antes de irse a su casa en Almería. Nos compadecíamos íntimamente por el drama de Ucrania a la que la Unión Europea, confiada en la tutela de Estados Unidos, no estaba en condiciones de defender por sí misma. Con su bagaje cultural en historia antigua, Alfaro aludió al diálogo de Tucídides, donde se muestra con crudeza la actuación del fuerte frente al débil: «lo triste es que entre Trump y Putin nos retroceden al siglo V antes de Cristo»1Durante las guerras del Peloponeso (siglo V a.C.), los atenienses exigen a los melios que deben rendirse. Estos alegan que tienen la esperanza de que Atenas sea justa, que no los ataque porque no han hecho nada contra ella. Además, dicen contar con la protección de Esparta y advierten que lucharán antes que someterse. Los atenienses responden: La justicia se aplica entre quienes son iguales en fuerza. Con los débiles rige la ley del más fuerte y la esperanza es peligrosa cuando no se basa en la realidad. En cuanto a Esparta pensará en sus propios intereses y no los ayudará. Así se resume este diálogo de Tucídides, que expresa crudamente lo que es el poder del fuerte frente al débil. El desenlace es que los defensores de la isla de Melos fueron vencidos y esclavizados. . ¿Qué será de los valores de la civilización occidental? Se preguntó mi amigo para luego responderse: «entre dos gigantes zafios, cada uno comportándose como el Goliat bíblico, quieren poner de rodillas a un David sin honda». Compartí su razonamiento. Europa se miraba al espejo asombrada al contemplar la profunda decrepitud que le mostraba la imagen. Su unión no era una realidad coherente, no era capaz de tener una sola voz, ni eran iguales sus intereses, ni siquiera sus sentimientos ante la amenaza de Putin.
Aunque surgían algunas voces que hacían recordar cierto espíritu de rebeldía; unas eran voces quijotescas, como las de Lech Walesa. El que fuera el héroe que rescató la democracia en Polonia frente a la URSS, escribió a Trump manifestando su horror por el trato a Zelenski y recordándole que «a quien hay que agradecer la defensa de los valores del mundo libre es a los soldados ucranianos que han derramado su sangre». Otras voces eran pragmáticas, como el reciente triunfador de las elecciones en Alemania, Friedrich Merz, que declaró: «Tengo muy claro que los estadounidenses no respetan a la gente que se hace más pequeña de lo que es. Si uno se planta frente a ellos con autoestima y con ideas claras, le muestran respeto, pero si uno va como un enano, lo tratan como tal». Merz era un millonario con avión privado, como Trump, y anunciaba, antes de formar gobierno, que tenía un importante plan de rearme. En eso coincidían los miembros europeos de la OTAN, aunque su secretario general Mark Rutte, con el realismo que convierte en pesimista a un optimista bien informado, le sugirió a Zelenski: «Querido Volodímir, tienes que apañártelas para restablecer la buena relación con Trump». Era la cruda realidad de una Europa que llevaba cuarenta años pensando complacida que con la guerra fría —tal como dejó escrito Fukuyama— la democracia liberal había triunfado para siempre. ¡Qué gran error!
- 1Durante las guerras del Peloponeso (siglo V a.C.), los atenienses exigen a los melios que deben rendirse. Estos alegan que tienen la esperanza de que Atenas sea justa, que no los ataque porque no han hecho nada contra ella. Además, dicen contar con la protección de Esparta y advierten que lucharán antes que someterse. Los atenienses responden: La justicia se aplica entre quienes son iguales en fuerza. Con los débiles rige la ley del más fuerte y la esperanza es peligrosa cuando no se basa en la realidad. En cuanto a Esparta pensará en sus propios intereses y no los ayudará. Así se resume este diálogo de Tucídides, que expresa crudamente lo que es el poder del fuerte frente al débil. El desenlace es que los defensores de la isla de Melos fueron vencidos y esclavizados.
Enhorabuena por el próximo libro.
Siento no decir lo mismo sobre el «relato» oficial mediático que los perdedores de las elecciones y sus élites (pretedidas) intentan imponer (siempre imposiciones) a las libertades que son la base del programa Trump.
1.- La historia de lo ocurrido en Ucrania tiene dos vertientes: la del golpe de estado del Maidán propiciado por EE.UU, los subsiguientes bombardeos del Donbas pro ruso y las muchas muertes en la zona antes de la invasión rusa que es otra parte manipulada.
2.- Los negocios de la familia Biden (autoindultada) en Ucrania y el intento de la OTAN de colocarse en la frontera rusa. (ya lo estaban con instalaciones), saltándose los acuerdos de Mink (ni una `pulgada).
3.- Las llamativas posiciones pacifistas de EE.UU. frente al belicismo de la UE y del propio Zelenski que traerán conflictos y muertos y una excusa de defensa ¿de quien? para empobrecer aún más a Europa (como ha ocurrido con las leyes climáticas y de protección del planeta o antes con el Covid).
Europa fué raptada hace mucho tiempo por quienes pretendían poseerla desde esos «poderes» ocultos y codiciosos.
4.- La escena del sofá, ha sido manipulada buscando determinados efectos. La prueba son las disculpas del día siguiente y la aceptación de condiciones de Trump, frente al postureo de los europeos. Al menos no se escondieron como los demás en sus negociaciones.
5.- Por último, he comprobado cómo simultáneamente se vuelve al maniqueismo de «buenos» y «malos». Cómo no se levantan las alertas de la sovietización de la UE, donde ya pueden poner «cordones sanitarios», establecer censuras, quitar gobiernos que no gusten (Rumanía) y amenazar con hacer lo mismo en el caso de otros gobiernos europeos o «hacerlos trocitos» como defiende la alta comisionada europea en el caso de Rusia.
Un abrazo.
Comparto plenamente el razonamiento. Enhorabuena