Con 12.000 incendios anuales y 100.000 Ha quemadas de media cada año España es la principal víctima europea del cambio climático, pero a la vez uno de los primeros países de la UE con mayor experiencia en la lucha contra los grandes desastres. Año a año ha ido incrementando los medios aéreos y terrestres para hacer frente a esta persistente desgracia, cuyo resultado más evidente es la acelerada desertización de la Península Ibérica. En este caso, tanto más cuanto que Portugal hace frente a un creciente número de incendios forestales, batiendo también records europeos en el recuento de víctimas humanas.
La desgracia de esta plaga ya no se abate solamente sobre el Mediterráneo. La habitualmente nevada y fría Suecia también se ha visto afectada por primera vez por megaincendios a los que sus solos medios eran incapaces de combatir con inmediatez y eficacia. Su petición de ayuda al Centro Europeo de Protección Civil y la rápida respuesta en conseguirla ha contribuido sin duda a que los suecos hayan tomado mayor conciencia de que la UE es algo más que la tópica y manida burocracia de Bruselas.
LA UE PROTEGE
Siguiendo el lema del presidente en funciones de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker —la UE protege [a sus ciudadanos y territorios]—, se ha puesto en marcha rescEU, mecanismo que garantizará la solidaridad material con los Estados miembros afectados por las catástrofes. Con rescEU se refuerza el Mecanismo de Protección Civil de la Unión Europea.
Para plasmarlo con hechos, el comisario europeo de Ayuda Humanitaria y Gestión de Crisis, Christos Stylianides, recibió simbólicamente en la base aérea de Torrejón de Ardoz los dos aviones anfibios Canadair que España pone a disposición de la UE, para acudir a las llamadas de socorro de los países que puedan precisarla. Como ya ha sucedido, la gran eficacia de estos aviones es tanto mayor cuanto más próximo es el escenario de actuación. Los viejos pero hasta ahora insuperados Canadair son la antítesis de la aviación comercial, volar más alto y más rápido; ellos lo hacen por debajo de las nubes y a poco más de 200 km/hora, lentitud que lastra su capacidad de desplazamiento a escenarios lejanos a sus bases.
Stylianides alabó la pronta disposición española a integrar sus medios en rescEU, a los que también se unen Croacia, Francia, Italia y la escarmentada Suecia. Dentro de la base de Torrejón visitó también el Centro de Satélites de la UE, que procesa las imágenes de los satélites de vigilancia comunitarios, que además de evidenciar gráficamente todo tipo de catástrofes —incendios, inundaciones, corrimientos de tierras, derrumbamientos— o actividades ilegales como la pesca furtiva del atún rojo, alerta al Centro de Coordinación de Emergencias en Bruselas de tales situaciones.
Los ministros españoles del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, escoltaron al comisario europeo, al que reiteraron que España proseguirá su demostrada solidaridad y vocación europeísta, en este caso mediante la aportación de estos medios aéreos, con sus correspondientes dotaciones y equipamiento.
Los coletazos del Orgullo
Todo esto era materia informativa suficiente para que al menos dos docenas de periodistas extranjeros se desplazaran a Madrid como testigos del evento. Pero, a la prensa local, es decir la española, lo que más pareció interesarle no era este pequeño nuevo paso en la integración europea. El morbo estaba en saber qué respondía Grande-Marlaska a quienes han criticado que “pusiera en la diana a Ciudadanos”, cuyos asistentes a la manifestación del Orgullo LGBTI les acosaron hasta obligarles a marcharse protegidos por la policía.
El ahora ministro echó mano de su biografía como “luchador incansable por los derechos humanos”, para a continuación ratificarse en que hizo “una respuesta política a un acto político, el pacto de C´s [en Andalucía] con Vox, formación que quiere eliminar los derechos y libertades LGBTI que tanto nos ha costado conseguir”. Grande-Marlaska se había preparado concienzudamente la respuesta, en la que pareció no caer en la cuenta de que muchos ciudadanos, que no pertenecen ni se identifican con el movimiento LGBTI, aunque por supuesto lo respetan, también tienen derecho a pisar la misma calle sin que ello les haga merecedores de ningún tipo de reproche o agresión, como la que recibieron junto a la Cibeles, pero también antes y por otros motivos —de provocación, dicen los inspiradores de los escraches— en localidades del País Vasco y Cataluña.
FOTO: Grande-Marlaska visita junto al ministro de Agricultura y el comisario de Ayuda Humanitaria los aviones españoles de la primera flota europea de lucha contra incendios / Ministerio del Interior