Aldabonazo de Macron a una Europa que puede morir

Pedro González
Por
— P U B L I C I D A D —

Verdadero pistoletazo de salida de las elecciones europeas, el presidente francés, Emmanuel Macron, se erigió a sí mismo en el líder de una Unión Europea a la que advirtió de que puede morir si no adopta pronto y bien las decisiones adecuadas.

Macron eligió para ello un marco majestuoso, acorde con la importancia que quería dar a su mensaje, el impresionante anfiteatro de La Sorbona, con la bandera francesa en el atril y una inmensa pancarta detrás, en la que inscribía dos de los puntos clave de su discurso:  una Europa potencia y una Europa que controla sus fronteras. 

Casi dos horas de una alocución densa, en la que hizo gala de su dominio idiomático, empleando no solo el francés, sino también el español, el inglés, el alemán y el polaco. Tras reconocer que, a pesar de haber conseguido grandes logros, en especial la lucha colectiva contra la pandemia y la respuesta a la agresión rusa a Ucrania, Macron admitió que algunos empeños no habían sido coronados por el éxito. Fue el preámbulo de un programa, que, si bien ha sido tachado de electoralista por parte de las huestes de Marine le Pen, de largo en cabeza de las encuestas, constituye un verdadero catálogo de medidas insoslayables si Europa no quiere caer en la irrelevancia. 

Los tres grandes capítulos en los que Macron pide a la UE que se decida a actuar con decisión son la defensa, la economía y la cultura, que conforman a su juicio los cimientos en los que se asienta el futuro del conglomerado comunitario, y que determinará su viabilidad y el puesto final que ocupará en el nuevo orden que, quiérase o no, se está conformando. 

El presidente francés quiere una Europa que cuente como verdadera potencia en materia de defensa, “que se haga respetar, garantice su seguridad y asegure su autonomía estratégica”. Para ello presentará a los demás líderes lo que denomina “una iniciativa europea de defensa”, que podría incluir un escudo antimisiles a escala continental. Sistemas y armamentos que precisarán de las suficientes inversiones y voluntad política para conformar una verdadera industria defensiva europea, que habría de gozar de “preferencia” frente a la actual dependencia de los fabricantes y suministradores norteamericanos. Esa Europa potencia ha de lidiar con el principal peligro que, a juicio de Macron, es evidentemente la guerra en Ucrania, a la que hay que defender porque nos va en ello nuestra propia seguridad. 

La autonomía estratégica significa también, según el jefe del Estado galo, que Europa “recobre el control y dominio de sus fronteras, cuestión para la que propone una estructura política que asuma la inmigración, la seguridad y la lucha contra el crimen organizado y el terrorismo. El descontrol o la descoordinación de tales capítulos, ya de por sí letales, supondrían una amenaza aún mayor para una Europa a la que no pocos consideran una fortaleza que debilitar y asaltar. 

Macron aspira a una Europa que sea líder mundial de aquí a 2030 en materia de economía y comercio, pero para ello es preciso multiplicar las inversiones y las acciones comunes en los “cinco sectores estratégicos del futuro”: inteligencia artificial, informática cuántica, espacio, biotecnología y nuevas energías como el hidrógeno, reactores modulares y fusión nuclear. Al mismo tiempo, insta a revisar la política comercial europea, toda vez que “ni China ni Estados Unidos respetan ya las reglas [mundiales] del comercio tal y como fueron escritas hace ya quince años”. 

Complementariamente, Macron defiende la inclusión en la lista de misiones del Banco Central Europeo de “un objetivo de crecimiento, incluyendo en él la descarbonización”, lo que requerirá doblar la capacidad de inversión financiera de la UE. 

No menos importante es su propuesta de que la mayoría de edad en la UE sea rebajada a los 15 años, al tiempo que se refuerza el control parental de sus hijos menores de esa edad del acceso a las redes sociales, y lo justifica en que al tiempo en que “prohibimos las manifestaciones racistas, antisemitas y los discursos de odio, también debemos hacerlo en el espacio digital, donde la presunción de anonimato conduce precisamente a la desinhibición y al odio”. 

Y, sobre la cuestión cultural, Emmanuel Macron preconiza que la Europa del mañana debe enraizarse en el humanismo, la matriz que dio origen a todos los principios esenciales de las libertades individuales y colectivas, en definitiva, la vida democrática. Definió ese “humanismo europeo como el que defiende una cierta idea del hombre, al que sitúa por encima de todo en tanto que individuo libre, racional e ilustrado”. 

Para dar algo de razón a los que le tildarían de electoralista, el presidente francés concluyó sus casi dos horas de alocución acusando a los nacionalistas de “querer vivir y permanecer en el edificio europeo, pero sin pagar el alquiler ni respetar las reglas de la copropiedad”, al tiempo que defendía la permanencia y el reforzamiento de la condicionalidad de las ayudas europeas a que los receptores respeten el Estado de derecho.  

La campaña para las europeas ha comenzado, y los aspirantes de los demás países no podrán esquivar las cuestiones esenciales por Macron. En cualquier caso, el debate debiera propiciar el despertar de una Unión Europea que en muchos e importantísimos capítulos se está quedando atrás. 


FOTO: El presidente francés Emmanuel Macron | AFP/YOAN VALAT

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