Los departamentos franceses de Guadalupe y Martinica podrían obtener su autonomía de París, que no es la independencia, como ha declarado el ministro de Ultramar, Sébastien Lecornu. Es la primera vez sin embargo que un Gobierno de Francia lo plantea, forzado sin duda por hacer alguna concesión de envergadura ante la escalada de huelgas y violentos incidentes que se desarrollan en ambos archipiélagos.
El motivo del estallido es el decreto que establece la vacunación obligatoria contra la COVID-19 y sus correspondientes sanciones, exactamente igual que en el territorio metropolitano. La diferencia es que tanto en Point-a-Pitre, capital de Guadalupe, como en Fort de France, que lo es de Martinica, la medida se contempla con la desconfianza que despiertan viejos recelos coloniales. Ambos departamentos, con cinco y tres islas cada uno y 800.000 habitantes repartidos prácticamente a partes iguales, tienen una larga historia de esclavitud desde que tales territorios de las Antillas fueran ocupados en 1635 por la Compagnie des îles d´Amerique, fundada aquel mismo año por el cardenal Richelieu para desarrollar el cultivo del tabaco, que luego cedería mucho terreno al del azúcar.
Pero, además, las islas desarrollaron durante el siglo XX una potente industria bananera, en cuyo cultivo los propietarios blancos franceses emplearon ingentes cantidades de clordecona, un pesticida muy dañino y de probados efectos cancerígenos.
Aunque los focos independentistas nunca han sido especialmente significativos, sí ha crecido en cambio un sentimiento general de ser considerados como franceses de segunda clase, habida cuenta de que, pese a su estatuto de departamentos de Ultramar, conseguido en 1946 y mejorado en 1982, y por tanto regiones ultraperiféricas de la Unión Europea, siguen sin poder tomar las principales decisiones que les afectan, decididas en París.
El pretexto de la vacunación obligatoria ha sido el combustible para incendiar las calles, levantar barricadas y enfrentarse a la Policía e incluso a los periodistas que informaban de lo sucedido para los medios de la Francia metropolitana.
Material inflamable para la campaña electoral
Las concesiones hechas por el ministro Lecornu –alargamiento del periodo de obligación obligatoria del personal sanitario hasta el final de 2021 y la creación de 1.400 empleos públicos para jóvenes, fundamentalmente- han irrumpido en la campaña electoral para la Presidencia de Francia. Las declaraciones de Lecornu tanto en video como al Journal de Dimanche, admitiendo estar dispuesto a conceder la autonomía de Guadalupe, e implícitamente la de Martinica, ha provocado un aluvión de descalificaciones de la práctica totalidad de los candidatos, con la obvia excepción del presidente Emmanuel Macron.
Los candidatos del partido conservador Los Republicanos, que aún no han celebrado las primarias, han irrumpido con fuerza: “Una proposición para que haya menos [presencia del] Estado”, acusa Xavier Bertrand. “Se pone en juego la unidad de la nación”, afirma Michel Barnier, el exnegociador europeo del Brexit. “Con Macron, la República cede y recula frente a la violencia”, señala Eric Ciotti. Todos ellos son sobrepasados en intensidad crítica por la candidata del Reagrupamiento Nacional, Marine Le Pen: “El Gobierno se ha declarado dispuesto a abandonar Guadalupe a cambio de comprar a los independentistas radicales”.
El ambiente político se ha caldeado, y podría calentarse incluso más el próximo 12 de diciembre. Ese día está previsto un nuevo referéndum, y ya van tres, para que en la otra cara del Globo los habitantes de la Polinesia francesa voten a favor o en contra de la independencia. Los radicales del Frente Canaco han llamado a boicotear la consulta, arguyendo que las restricciones por el coronavirus no permiten el desarrollo normal de la campaña. Y, en el caso de que París decida que pese a todo se abran las urnas y vuelva a salir un “no” a la independencia, es prácticamente seguro que los canacos no lo reconocerán, lo que podría desembocar en nuevos y peores incidentes de los que ocurrieron con ocasión de las anteriores consultas.
Hay quien se malicia también que la separación de la Polinesia francesa de París podría estar alentada por supuestos aliados como Estados Unidos, Reino Unido y Australia, que concluyeron su tratado tripartito de defensa, AUKUS, excluyendo a Francia e incluso sin informarle previamente.