El subtítulo (la pregunta) no es broma como luego se verá. De momento lo que sí vemos es el problema suscitado por Artur Mas, interrumpiendo a mitad de trayecto su responsabilidad de gobernar en Cataluña, para convocar elecciones con un discurso independentista ¿Qué le ha impelido a hacerlo? Dícese que ha sido la negativa de Rajoy a aceptar su propuesta de pacto fiscal que, para entendernos, no es otra cosa que disponer de más dinero.
¿Podría haber aceptado su propuesta el Presidente del Gobierno? Ciertamente Mas solo quiere lo mismo que ya tienen vascos y navarros; los primeros porque era derecho antiguo (ratificado por Carlos V en agradecimiento a los vizcaínos por ayudarle precisamente a sojuzgar en Villalar a los comuneros de Castilla). Rescatar el privilegio de pagar menos para la solidaridad interregional lo exigió el PNV en la transición. Los navarros lo disfrutan porque siendo también un derecho histórico, el propio Franco lo mantuvo. Lo que esto pone en evidencia es que la envidia es rasgo español incluso para los nacionalistas catalanes que afirman no sentirse españoles, por más que sea cierto que existe un agravio comparativo de difícil solución sin reforma constitucional.
Pero pasemos a hacer breve recordatorio escénico: En Barcelona se produjo una manifestación en la que se vieron, entre otros lemas y banderas, las sempiternas independentistas de otras ocasiones. Pero en esta, era una masa fuertemente engrosada por la solidaridad del cabreo que nunca inferior a un 50% de los que salen a la calle ya que, independientemente de lemas y banderas, muchos son los cabreados por lo que está cayendo. Ya lo advirtió el refranero, también español, cuando no hay harina todo es mohína.
A partir del problema creado por Mas (que no quiso vencer la tentación de ponerse al frente de la manifestación una vez visto el éxito) se ha abierto el gran debate. Palpitan las tertulias, se vierten opiniones y análisis de toda laya en los medios y la casi siempre silente Sociedad Civil se ha animado en sus limitadas Tribunas y Foros a debatir y reflexionar. Quien esto escribe ha participado en algunas.
Por ejemplo, la Asociación para la defensa de la transición que preside el General Andrés Casinello contó con la autorizada voz del catedrático Tomás Ramón Fernández quien, por cierto, vivió no solo como espectador las inquietudes que el problema de las Comunidades y el café para todos produjo tras aprobarse la Constitución. Para el ponente y para muchos de los partícipes (entre los que se encontraban cinco ministros de la transición) la pretensión del líder nacionalista supone un órdago que no debe rehuirse. A su vez, el Club Liberal que preside Carlos Entrena, invitó al economista Ángel de la Fuente a desplazarse desde Barcelona para un coloquio en el Hotel Wellington. El ponente acreditó su brillante perfil como investigador, mostrando con números, estadísticas y cuadros comparativos, apoyado en argumentos estrictamente racionales lo que sigue:
A) que es un mito que Cataluña sufra un expolio por parte de España, pero 30 años de propaganda nacionalista ha hecho que la idea cale hondo en la mayoría de los catalanes.
B) que ni el Gobierno de España, ni los partidos nacionales han sabido contrarrestar la propaganda. Incluso el PP catalán y el PSC han asumido tesis de los nacionalistas.
C) que la agudización de la crisis facilita echar las culpas a Madrid y exacerbar el sentimiento de que mucho mejor nos iría si no tuviéramos que repartir tanto de lo que nosotros generamos con los demás.
Otra iniciativa, de las que no tienen eco en la prensa, ha consistido en un coloquio organizado por la ya citada Asociación que preside Casinello. El ponente, Francesc de Carreras, Catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Barcelona fue presentado brillantemente por Alberto Aza, que recordó la aportación intelectual de Carreras desde su antigua militancia en el PSUC y su lealtad constitucional. En principio el debate no quería centrarlo en el problema planteado por Mas, sino en el dilema “Estado de las Autonomías o estado Federal” y la conclusión sobre este falso dilema —en palabras del ponente— es que ya estamos de hecho inmersos en un modelo federal que no cambiaría sustancialmente por el hecho de aceptar semánticamente la palabra federal como fórmula milagrosa. Como asistentes de perfil histórico en la transición, aparte del presentador, un Rodolfo Martín Villa preocupado por el derrotero independentista y otro ex-ministro, Luís González-Seara.
Distinguir las voces de los ecos
Harto difícil es resumir y más aun distinguir las voces de los ecos en el debate abierto por el desafió de Mas, pero vale la pena intentar dejar esta recopilación en la Red de Internet, donde más del 50% de la ciudadanía encuentra su hábitat interactivo. He aquí una muestra de las voces:
1.- “Culto de la Patria grande”
Ortega decía en 1932 que el problema catalán no tiene solución, hay que conllevarlo. Nuestro premio Nobel, Santiago Ramón y Cajal, escribió por ese tiempo “la sinceridad me obliga a confesar que este movimiento centrífugo es peligroso, más que en sí mismo, en relación con la especial psicología de los pueblos hispanos. Preciso es recordar que somos indisciplinados y apasionadamente localistas amén de tornadizos. El todo o nada es nuestra divisa. Nos falta el culto de la Patria Grande. Si España estuviera poblada de franceses e italianos, alemanes o británicos, mis alarmas por el futuro de España se disiparían. Porque estos pueblos sensatos saben sacrificar sus pequeñas querellas de campanario en aras de la concordia y del provecho común”.
2.- “Manipulación de la historia”
Es difícil negar que la misión del nacionalismo excluyente que padecemos ha consistido en manipular la historia. Está en su código genético. Cataluña —como el País Vasco— nunca fueron esos reinos felices del imaginario nacionalista colonizados por España, a los que ahora, bajo el paraguas de una Europa que suponen volverá a su envidiable opulencia, les habría llegado la hora feliz de la independizarse.
Es más cierto que hace 500 años, tras otros 800 de invasión y lucha con los árabes, se volvía a la unidad de la Hispania visigoda en un proceso de unificación, que no de confederación, llevado a cabo por convicción y por matrimonio entre Fernando, heredero de la corona de Aragón, e Isabel, heredera de la corona de Castilla, los dos únicos reinos cristianos que conformarían la España actual, siempre que el tercer reino fuera conquistado: el Reino de Granada. Éste si, contra su voluntad y tras diez años de guerra de devastación y posteriormente de exclusión para cuantos no profesaran la fe cristiana. Procede señalar que los antepasados catalanes y vascos de nuestros actuales nacionalistas, participaron con fuerza y ardor en aquella guerra de conquista en el ejército de su Rey. Pero cabe decir que la unión deseada entre Castilla y Aragón no se hizo sin algunas turbulencias en ambos reinos. En el de Aragón, la ciudad de Barcelona tuvo cierta tradición levantisca. Juan II entró con sus tropas y masacró una rebelión. Después fue su hijo Fernando el que debió ocuparse en 1485 de sofocar una revuelta que duró dos años y concluyo con la ejecución del líder rebelde Pere Joan Sala. El Rey Católico, modelo del Príncipe de Maquiavelo, decretó la supresión de los malos usos de Cataluña, pero no necesitó más dar trabajo al verdugo. Lo resolvió con actuaciones económicas: sanciones y premios. Era una época en la que se esperaba de un buen Rey que atendiera tres principios fundamentales: Mandar bien, Pagar bien y Ahorcar bien. Por fortuna para Mas —podríamos decir ahora en una concesión al humor negro— los Reyes ya no mandan.
3.- “El legado de los padres fundadores”
A propósito de este recordatorio histórico, aportación permitida en coloquio tan abierto, el seny catalán, es decir, del que vive con cierto temor el ruido de la deriva independentista responde que de ninguna manera se puede hablar de derechos históricos en esta época. El inevitable corolario que surge de tal afirmación nos llevaría a preguntarnos por qué tenemos un Borbón como Monarca. Y en otro marco más universal ¿Cómo valoran los nacionalistas una figura como la de Abraham Lincoln, cuando en la guerra de secesión americana siempre rechazó la posibilidad de que los Estados Unidos se dividieran entre el Sur confederado y el Norte unionista, porque eso significaba ir en contra del legado de los padres fundadores? Y por cierto, hablando de padres fundadores, los de nuestra Constitución de 1978 dejaron establecido cuando se actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad…..deberá actuar. El primero que lo ha recordado con talante firme y sereno ha sido el ministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón “el Art.155 contempla la suspensión de quienes actúen contra la Constitución” Bueno es escucharlo de un político que, en su trayectoria, ha mostrado liderazgo efectivo. Porque hablando de liderazgo, nos ha tenido que recordar Harry el sucio (véase una entrevista a Clint Eastwood en el País) que “vivimos en un tiempo ruin y necesitamos lideres que nos inspiren”.
4.- “Falta un liderazgo inspirado”
Y aunque los logros de un líder no sean los esperados, es bueno inspirar a la gente en momentos de confusión o de flaqueza de ánimo. Por eso hay que envidiar al pueblo americano que, al reelegir un Presidente que ha dejado muchas dudas en su gestión, sí sabe inspirar. Veamos algunas de las ideas que ha transmitido en su discurso:
……..El progreso, como ocurre desde hace siglos, es irregular. No siempre es una línea recta. No siempre es un camino llano. Saber que tenemos unas esperanzas y unos sueños comunes no basta, por sí solo, para resolver todos nuestros problemas ni sustituir al esfuerzo de construir un consenso y alcanzar los difíciles compromisos necesarios para impulsar el país. Pero ese vínculo común debe ser nuestro punto de partida.
………..Nuestro país sigue adelante porque habéis reafirmado el espíritu que ha triunfado sobre la guerra y la depresión, el espíritu que se levanta desde la desesperación más profunda hasta las mayores esperanzas, la convicción de que, aunque cada uno de nosotros persigue sus sueños personales, ascendemos o caemos como una misma nación y un mismo pueblo.
………. Lo que hace que nuestro país sea excepcional son los lazos que mantienen unida a la nación más variada del mundo. La convicción de que tenemos un destino común; de que este país solo funciona cuando aceptamos que tenemos ciertas obligaciones con nuestros conciudadanos y con las generaciones futuras. La libertad por la que tantos han luchado y han muerto acarrea responsabilidades además de derechos. Y entre esas responsabilidades están el amor, la generosidad, el deber y el patriotismo. Eso es lo que da a nuestro país su grandeza.
5.- Qué hacer ante el desafío de Mas
Sabemos que Artur Mas no va a crecerse con su idea ni ésta germinará en él, porque —como señala Stefan Zweig— así sucede siempre a las almas dogmáticas. La cuestión es por qué prosigue el ruido, por qué se agiganta, por qué somos tan pusilánimes al escuchar tanto disparate. Tristemente estamos ante una muestra de “la errónea prudencia del apaciguamiento” (Verginaud).
Si acudimos a un principio de la dialéctica, deberíamos empezar admitiendo que cuando la premisa es falsa la conclusión es falsa. Por tanto, antes de buscar o dar respuestas como las que se han señalado aquí y en otros Foros, lo que procede es plantearse bien las preguntas:
¿Puede un dirigente político, cuya legitimidad nace de una Constitución que el pueblo español se ha dado, ir contra esa Constitución?
¿Cabría admitir que si la creciente mutación globalizadora, multirreligiosa, multirracial llevara en un futurible a un alcalde de Granada, creyente del Profeta entre los muchos miles de musulmanes que ya son españoles, a revisar el derecho de España a mantener la unión del tercer Reino, en su caso lograda a sangre y fuego? ¿Se reconocería tal derecho, o en este caso sí que tomaríamos por loco al pretendido líder independentista?
¿Es moralmente admisible que, ante una crisis social de la dimensión que padecemos, las motivaciones que subyacen en el nacionalismo sean de naturaleza insolidaria y el principal partido de izquierda en Cataluña esté dubitativo porque tiene un alma más nacionalista que socialista?
Admitamos que caben más proposiciones, pero si las someramente formuladas en estos coloquios, nacidos de iniciativas de la Sociedad Civil, constituyen una premisa falsa, entonces no cabe más ruido, ni alimentar quimeras egoístas, ni enturbiar la convivencia, ni poner reticencias de españolismo castizo o de hooligans al cava, porque España es Cataluña tanto como Cataluña es España. Y de la misma forma que Sancho Panza contesta al carcelero que le grita: a la cárcel y a dormir, con una respuesta tan sabia e irrefutable como: a la cárcel sí, pero a dormir será si quiero.
También a los nacionalistas catalanes se les puede decir amablemente “Usted tiene derecho democrático a proclamar abiertamente, con total convicción, que no se siente español, pero no tiene derecho a romper España en contra de las leyes y en contra del resto de los españoles”.
Pero volvamos ahora a la razón del subtítulo. Es sabido desde René Descartes que un planteamiento sencillo es lo que mejor explica un problema complejo. Pues bien, uno de los más lucidos asistentes vino a exponerlo así: cualquier español, sin importar condición o status, recibe de un ujier un Auto de Juez de Instrucción cuando comete un delito, por más que sea delito de consecuencias para el justiciable de mucha menor dimensión a las que pretende provocar Mas.
Ergo la pregunta planteada es la más sencilla, pero a la vez la más rotunda, ¿Por qué el Ujier no visita a Mas y sí a los de-más?
Poco se pude añadir, salvo la adhesión, a tu artículo «de amplio espectro». Todos los ejercicios de prospectiva que se están haciendo (tú citas algunos) sobre el día después de la independencia de Cataluña, resbalan, hoy por hoy, por la coraza de Mas, perdedor «in pectore» de las próximas elecciones, aunque llegara a ganarlas con mayoría absoluta. Es más, su engallamiento es creciente porque, sabiendo que, gane o pierda, va a perder, en el fondo prefiere que esto ocurra para poder mantener el tipo sin tener que tirar hacia adelanta en sus bravatas.
Estoy harto de la fiesta: me gustaría vivir, aunque solamente fueran unos pocos añitos, en una España tan aburrida, que no llegára a aprenderme el nombre de los ministros ni de los presidentes de las comunidades autónomas.
Javier Hernández Bañares