
Zapatero fue un presidente siniestro que se creía iluminado para liberar al pueblo español de las cadenas de la religión: es el hombre el que merece adoración, la libertad os hará verdaderos. Por eso emprendió un proyecto de ingeniería social que lamentablemente tuvo bastante éxito.
Llega el doctor Sánchez, el ‘resistente’, y no sabemos lo que pretende. Lo mismo le da humillar al Estado ante los secesionistas que aplicar un 155 duro. El objetivo es siempre el mismo: aguantar. ¿Para qué? Para aguantar. ¿Para qué? Para ser expresidente. Pero no de los que se arrastran ante dictadorzuelos en busca del pan, en plan Zapatero. Sino de los que son invitados en Harvard con un buen caché.
Y por si acaso, ya se ha asegurado el suelo: ha subido un tercio la asignación de los expresidentes. ¿Es que estaban en el salario mínimo? Para entenderlo quizás sea útil estudiar la biografía de Sánchez: mucho vaivén laboral, mucho riesgo de desahucio, mucha interinidad. Así que el tipo se ha dicho a sí mismo que a Dios pone por testigo que nunca más volverá a pasar hambre…
¿Y cuál es su hoja de ruta? Dicen desde Moncloa que lo primero son los presupuestos. Ya descuentan su aprobación a pesar de las alharacas de ERC y PDeCAT. Tampoco pasaría mucho por no tener presupuestos: seguiría gobernando por decreto. ¿Y sus palabras de “o presupuestos o elecciones”? Da igual. El ‘doctor resistencia’ está por encima de sus incoherencias internas. Esas se combaten acusando a ‘las derechas’ de ‘fachas’ por exhibir la bandera de España. ¿Y cuándo él salió envuelto en la bandera nacional? Da igual: ellos son ‘fachas’ y yo no…. Y así todo.
La segunda etapa de su plan es liquidar a la vieja guardia para construir un nuevo PSOE. Ya saben, el mito de Edipo del hijo matando al padre que tan bien encaja en este narcisista clínico. Los ‘barones’ comienzan a inquietarse mientras él se frota las manos con su debacle de mayo. Después de mí el diluvio…
La tercera etapa de esta hoja de ruta es una declaración solemne de indulto. Incluso antes de que el Supremo resuelva. Se trata de meter presión al Alto Tribunal desprestigiando su sentencia. ¿Qué eso desprestigia las instituciones? Sí. Pero me ayuda en mi objetivo de supervivencia. ¿Pero esto no sería un suicidio de cara a las generales? No. Porque la última etapa de esta hoja de ruta es un 155 duro pactado con los secesionistas para salvar los muebles en las urnas. Ya saben, la narrativa…
Esto es lo que cuentan en Moncloa cuando se les pide garantías de permanencia. Como todo plan, el papel lo aguanta todo. Pero si Montesquieu fue profanado por el resucitado Guerra, Maquiavelo ha regresado como ‘fontanero’ de Moncloa.