Si quisiera destruir la democracia, inventaría las redes sociales
Jonathan Haidt – Psicólogo
La irrupción en nuestras vidas de las nuevas tecnologías y especialmente las de comunicación con Internet nos cambió el modo de comunicarnos y de relacionarnos, llevamos ya décadas atravesando por un periodo de grandes transformaciones que nos han venido marcando profundamente, tanto a nivel económico como a nivel social. Transformaciones que nos han ido afectando sobre manera en nuestra forma de vida, y lo que es más grave, como nos ha ido progresivamente marcando y afectando de forma grave, tanto en lo cultural como en lo moral y espiritual, (ausencia de fe y pérdida total de valores tradicionales). Esta alteración de unos principios básicos sobre los cuales estábamos instalados nos deberían de llevar a repensar profundamente que es lo que nos está llevando a creer en lo que estamos creyendo, qué sentido, qué lógica estamos empleando para nutrir y enriquecer nuestras vidas, tanto cultural como espiritualmente.
No debemos perder más tiempo y, afrontando los cambios que se nos imponen, emprender la recuperación en la fe y en los valores que un día nos permitieron afrontar y superar guerras, pandemias y epidemias y crisis económicas y sociales, confiar que no estamos solos, que hay algo más, algo más dentro de todos nosotros, esa fe y esa moral en la que inspirar la difícil tarea de crear un mundo más justo e igualitario donde poder desarrollar una vida social plena.
Las nuevas tecnologías y, sobre todo, las tecnológicas en el mundo de la comunicación, han transformado nuestra forma de trabajar, de comunicarnos, de consumir, de relacionarnos, de aprender y conocer, han cambiado nuestra forma de vida de tal manera que ya nada nos sorprende, una situación que nos ha trasportado a realizarnos y relacionarnos en una soledad activa, no resulta necesario salir del entorno en el que habitas, vivimos la mayor parte de nuestro tiempo en red, nos relacionamos y buscamos hasta a nuestras futuras parejas a través de la red, una forma de vida que depende básicamente del ON/OFF, cuando apagas es cuando compruebas la realidad de tu soledad, de tu aislamiento, la falta de sensaciones que produce la realidad y el impacto presencial del momento, el calor de las interrelaciones.
Las formas de comunicación que han puesto a nuestro alcance y que nos permiten tener acceso de forma inmediata a cualquier tipo de información y noticia, se produzca en el lugar del mundo que se produzca, a la consulta y el aprendizaje sobre cualquier tema, desde las diferentes formas de practicar sexo, a cómo aprender a fabricar un explosivo de destrucción masiva, valga como ejemplo una reciente encuesta entre jóvenes, estos admitían la ayuda que les suponía la pornografía que se distribuye a través de las redes para aprender y mejorar sus relaciones sexuales.
Ese teórico descontrol, (controlado maliciosamente), ha generado una desafección entre todos los seres del mundo (siempre hemos oído decir que el roce hace el cariño), creemos, por lo que nos presentan por medio de las redes, conocer los lugares, la forma de vida que nos proporciona el proyecto y el pensamiento de nuestros interlocutores, sin darnos cuenta de la manipulación a la que conduce relacionarte y adherirte a cualquier causa a través de una pantalla y un mensaje sin conocer realmente quien o quienes están detrás de ella, y con qué intenciones realmente nos tratan de llevar al terreno que a ellos más les interesa.
Hemos crecido en la pluralidad, como consecuencia de los flujos migratorios y de la precariedad laboral que se ha instalado en nuestra sociedad, las relaciones entre las variadas culturas nos han llevado a establecer relaciones con personas de muy variadas y distintas creencias religiosas, creencias de muy profundas convicciones, muy distintas de las que, como cristianos, nosotros profesamos.
La globalización ha supuesto el entrar en un mundo nuevo, un mundo lleno de luces y de sombras, de ambigüedades e intereses que nos han resultado harto complicado percibir y entender, ha generado un conocimiento gracias al intercambio de culturas y tradiciones, pero a su vez ha provocado como consecuencia de la deslocalización industrial y económica el aumento progresivo de las desigualdades, la perdida de derechos adquiridos a través de muchos lustros de lucha inagotable llevándonos nuevamente a una precariedad en la vida social de las personas.
No hemos reparado en las consecuencias de nuestra pasiva actitud en la defensa de la libertad conseguida a través de décadas y que ha supuesto un costo más allá de la propia vida de muchos, ¿Qué nos ha llevado a ceder tan gustosa e irresponsablemente ante tan exquisito pastel?,¿cómo hemos caído tan fácilmente en la droga que nos ofrecían sin pensar como nos podríamos liberar de la dependencia a la que nos llevaba?
El no reparar debidamente en las consecuencias que tendría entrar en esa nueva forma de esclavitud, en un sistema de control que nos han ido colando maliciosa y sibilinamente, ¿que nos ha condicionado a no contemplar detenidamente a quienes beneficiaba en última instancia tal desarrollo?, ¿a dónde nos llevaba la aplicación de esas nuevas tecnologías?
Hemos dado claras muestras de una obediencia ciega y sin condiciones, hemos dado muestras de una gran ignorancia y desprecio, sobre lo que ha implicado y ha significado, la consecución de un estado de libertad individual y colectiva, conseguido con tanto esfuerzo y sufrimiento, así como los derechos conseguidos tras una gran lucha. ¿Cómo hemos creído tan ingenuamente (o no) estar descubriendo el maná que nos proporcionaba tal desarrollo?
Sería absurdo no reconocer los beneficios que ha supuesto la tecnología en la vida que vivimos. El desarrollo de las nuevas tecnologías ha supuesto un gran avance y progreso para mejorar en infinidad de disciplinas, pero no ha faltado la mano negra de la ambición, del egoísmo incontrolado, y de la mala praxis del ser humano, conduciendo y desviando peligrosamente el avance que nos ofrecían las nuevas tecnologías para conseguir sus espurios fines y el control sobre sus semejantes en un afán desmedido por controlarlos y dominarlos.
Vuelvo a insistir, sin perder la esperanza en ello, en la seria y necesaria reflexión sobre a dónde nos está llevando esta situación, de la necesidad urgente de recuperar la fe y los valores que en su día nos llevaron a grandes gestas en consecución de las libertades, derechos y obligaciones que se amparan tras un sistema justo, democrático, en la consecución necesaria de respeto y protección de todos los seres, sea cual sea su condición y género, su color y cultura, su posición en la sociedad, teniendo muy presente que la libertad comienza en el respeto hacia los demás.