En esta Semana Santa, con tantas procesiones espectáculo y no poco impacto económico por vacación colectiva, hemos visto a mocetones que tal vez no pisan la iglesia en meses, emocionarse hasta la lágrima por ir de costaleros bajo la imagen del Crucificado o de la Dolorosa. Sólo en representaciones teatralizadas por alguna cofradía pueden verse otros protagonistas de la Pasión como la figura siniestra de Judas. El rol del apóstol traidor ha quedado blindado en el relato cristiano, de tal suerte que solo algunos autores se han atrevido a analizar e incluso tratar de entender su conducta. Papini, Saramago, Quincey, Borges han escrito sobre Judas y se han rebelado frente al acatamiento general que lo tiene como absoluta expresión del mal. También dos grandes columnistas: Bustos (El Mundo) o Camacho (ABC) han abordado el tema en esta Semana Santa.
Vivimos tiempos en los que se observa cada día el esfuerzo por imponer un relato. Los avances técnicos aumentan las posibilidades, pero en el pasado se imponía por ley. Traigamos un ejemplo: en la España visigoda los monarcas eran arrianos, una doctrina que discrepaba del credo niceno impuesto desde tiempos del emperador Constantino. Para los seguidores de Arrio la consustancialidad de la Trinidad no era admisible. El Padre y el Hijo no podían ser iguales, sino que prevalecía la jerarquía del Padre. El poderoso rey Genserico, convencido del relato arriano, lo impuso a sus súbditos y ¡ay! del que no lo aceptara. En España, el rey Recaredo decidió imponer la doctrina que defendía su obispo cordobés Osio y el arrianismo se persiguió.
Otro ejemplo de gran trascendencia es del siglo V y fue un debate entre Pelagio y Agustín (luego santo). El pecado original con el que nacemos la puso en duda Pelagio: afirmó que si Adán pecó fue de su exclusiva responsabilidad y no se debía trasladar a la humanidad entera. Por tanto, era innecesario que los niños tuvieran que recibir el bautismo. Pelagio era brillante orador y cristiano ejemplar lo que hacía difícil atacarle, pero dijo algo más inquietante: afirmó que, si se tomaba el ejemplo de Jesús como guía de conducta, no sería necesaria la absolución del sacerdote para la salvación, sino que cada uno sería responsable ante Dios por lo que hace en su vida. Quedaba claro el problema que tendría para la jerarquía eclesial tal doctrina. Agustín de Hipona, designado para refutar a Pelagio, encontró un buen argumento: el pecado de Adán es pecado del mundo porque lo escribió San Pablo en la carta a los romanos: Por un solo hombre entró el pecado y por el pecado la muerte. Respecto a otorgar la gracia por la confesión ¿Cómo puede afirmarse que nos podemos salvar por nosotros mismos? Cuando en el evangelio hay una frase de Jesús: sin mí nada podéis hacer. El hecho es que Agustín salió victorioso y doscientos obispos, reunidos en Cartago, dictaron la conclusión: la doctrina pelagiana es herejía que debe erradicarse como se hace con las malas hierbas.
Y ahora llegamos a la pregunta que da lugar al título. ¿Fue Judas necesario? ¿Habría sido posible la redención sin él? ¿Hay que aceptar el relato de que, aun cuando tuvo que cumplir una misión necesaria, merecía el fuego eterno?
He citado a autores que plantean este dilema desde distintos prismas, pero hay una fuente singular que apenas se ha divulgado: el Evangelio de Judas. De nuevo procede la incursión en la historia: estamos en el siglo III, el cristianismo ha sido aceptado por el emperador Constantino que lo apoya y tutela. Se había hecho un inventario de escritos heréticos por un obispo de Lyon (San Irineo) y entre ellos menciona un evangelio de Judas. Son los escritos que deben desaparecer, pero algunos de ellos se esconderán y he aquí que en el año 1970 un campesino egipcio que buscaba objetos de algún valor en tumbas antiguas de la localidad Nag Hammadi, cerca de Luxor, encontró una tinaja sellada cuyo contenido eran pergaminos. A partir del hallazgo se inicia una peripecia en la que, tras pagarle una minucia por el hallazgo, negocian otros hasta que una universidad americana compra los pergaminos a muy alto precio. La historieta está narrada de manera sucinta por National Geographic que, tras una ardua reconstrucción del manuscrito, lo publicó a finales del pasado siglo.
¿Qué relato podría haber prevalecido sobre Judas? Sabemos que un emperador iletrado, auténtico guerrero que alcanzó el poder y lo mantuvo aun a costa de asesinar a un hijo y a una esposa, decidió eliminar cuantos escritos fueran considerados heréticos por la jerarquía eclesial. Durante diecisiete siglos se han ignorado y gracias a la inversión de una universidad podemos leer ese evangelio que nos ofrece un pasaje singular: Jesús se dirige a los apóstoles y pide que alguno sea fuerte y se manifieste como hombre prefecto. Sólo Judas se levanta y se atreve a decir, sin mirarlo a los ojos, “Sé quién eres y de dónde vienes, no soy digno de nombrar a Aquel que te ha enviado”. Entonces Jesús le dice “Tú serás superior a todos, porque tendrás que sacrificar el cuerpo en que vivo”.
He aquí un relato que ahonda en el misterio que rodea la figura de Judas.