Este “slogan” de propaganda del ayuntamiento madrileño que ha llenado de banderolas todas las calles, es una mera impostura publicitaria mientras que los madrileños se ahogan en el caos político, administrativo y de servicios en que ha quedado la ciudad con el ayuntamiento del Partido Popular y su ínclito representante el Sr. Martínez Almeida abducido por “Ahora Madrid” o como se llamen esos restos de naufragio de la corporación anterior.
En realidad, no queda claro si ha gobernado el PP o si ha sido un simple “mamporrero” dócil a las políticas precedentes siguiendo sus consignas totalitarias hacia la organización social de los ciudadanos. “Hay que educarlos…” decían y vaya si lo están haciendo.
Hace un par de días, unas personas de “+Madrid” (otro resto anterior) me confirmaban que el alcalde actual era su mejor candidato ya que hace lo que ellos dicen. Según parece han convertido al Sr. Almeida en una marioneta de sus caprichos y esto pasará factura. Un joven vocal de esa formación les critica: “La gestión es el talón de Aquiles de Almeida por lo que no ha hecho y por lo que ha hecho mal”. Es decir, lo han utilizado y lo utilizan, pero ellos se llevan sólo los éxitos al decir que se ha cumplido con los límites de la calidad del aire de la UE.
Al alcalde Sr. Almeida lo conocimos como simple candidato en la campaña electoral prometiendo deshacer todos los desmanes de la corporación anterior, (principalmente esa aberración llamada “Madrid Central” que ocasionó el caos en la ciudad, inseguridad jurídica de los ciudadanos y un atentado a los derechos de los mismos). Es más, parece (según el TJUE) que los ayuntamientos no tienen competencias en temas medioambientales. Una cosa que, supongo, incidirá en anulación de las sanciones indebidamente puestas por este motivo.
Que un grupo de personas desconocedoras de lo que significa el mundo institucional (o importándole un pepino el Estado y sus instituciones) realicen e impongan caprichos infantiloides arbitrarios sin base científica al servicio de los intereses del capitalismo mundial, estaba ya asumido por los ciudadanos, pero que personas que han tenido una cierta formación y hasta alguna experiencia institucional se hagan cómplices de tales despropósitos, ampliándolos incluso en su perímetro, no es de recibo. Salvo que nos estén dando gato por liebre y estemos ante una impostura más del corregidor madrileño.
Madrid es hoy (por mucho que digan sus corifeos) una sombra de lo que fue no hace muchos años: una ciudad donde se respiraba alegría y libertad sobre la que cayó una sombra permanente donde el socialismo, el intervencionismo y la coacción, oscurecen cada nuevo día de los madrileños de toda la vida, muchos de los cuales se ven empujados a marcharse de lo que fue su ciudad, para dejarla en manos de inversores y especuladores. Es la nueva política de quienes se proclaman socialistas pero no son más que serviles cipayos (bien pagados institucionalmente) de las oligarquías capitalistas a las que quieren pertenecer.
Desde el punto de vista urbanístico Madrid es hoy un revoltijo caótico de obras (muchas obras sin ningún sentido, como las de Puerta del Sol, otras parecen más la forma de impedir el tráfico), andamios, carteles publicitarios, artefactos variopintos ajenos a las normas más elementales de movilidad conducidos por todo tipo de personas y en todas direcciones, bloques graníticos para los peatones de dudoso gusto y más dudosa todavía funcionalidad, convertidos en en supuestos bancos (ardiendo en verano y fríos en invierno), barreras viales (algunas peligrosas como los bolardos tanto para peatones como para vehículos), doble y triple fila de estacionamiento, ruidos, atascos mayores que nunca contaminando más que nunca… y cierres echados de quienes han perdido sus comercios, sus pequeños negocios e incluso sus vidas llegando al suicidio.
Desde el punto de vista social Madrid ha perdido las esencias de su capitalidad: los madrileños (hoy más pobres cada día) que presentan ya rasgos residuales entre el tumulto de visitantes (sobre todo en ese “Madrid Central” que querían proteger), muchos de ellos acogidos a las “colas del hambre”. No sólo eso; embebidos en el diseño de agendas aberrantes, se ha enfrentado a los vecinos con cualquier excusa: el CO2, los colectivos privilegiados y subvencionados, la Biología más elemental, etc. etc. El PP y el Sr. Almeida parecen competir con sus teóricos opositores políticos de la autoproclamada “izquierda”, para servir a los verdaderos autores de disparates distópicos y dogmas acientíficos, para ver quien dice las mayores tonterías.
En su momento conocí las ciudades del mundo oriental donde los ciudadanos circulaban entre una multitud de variopintos carruajes (que no habían pasado ITVs) sin ningún tipo de normas, en las direcciones que creyesen oportuno, sin hacer puñetero caso de algún supuesto agente de circulación encaramado en un cajón y, por supuesto, sin ningún control sobre vehículos y personas. Menos sanciones, como es lógico.
Pues bien, ahora los madrileños “respiran” polvo continuo procedente de las obras en calles y edificios, procedentes de esas máquinas que van a llenar de minerales tóxicos no sólo a los sufridos trabajadores que las usan, sino a todos los viandantes que se atrevan a pasar por el “smog” del radón (radiactivo) del granito omnipresente y sílice (toxicidad pulmonar del polvo), ruidos (de todo tipo), obstáculos viarios (golpes, caídas, etc.) como los mencionados “bolardos” (mal diseñados y peor mantenidos), gases procedentes de grupos electrógenos (ahí no tenemos control), etc. etc.
Madrid respirará alegría y libertad el día que estos aprendices de brujo para las imposiciones arbitrarias den paso a una verdadera alternativa de eficacia, competencia, responsabilidad, seguridad jurídica y servicio a sus ciudadanos, con un ayuntamiento más ligero y soportable.