Para los habituales degustadores de la prosa y las historias de los Frederick Forsyth, John Le Carré, Arturo Pérez Reverte o Lorenzo Silva es fácil encontrar su huella en la novela con la que Pedro Lasuén ha decidido saltar del reportaje o la crónica periodística al superior escalón de la literatura. Su novela “Tal vez” (Mascarón de Proa, Editorial Almuzara, 274 páginas) constituye un debut más que prometedor en este rango.
La Costa del Sol es el escenario de su historia, donde se dan cita multimillonarios de nuevo cuño, agentes de inteligencia de los servicios secretos de Marruecos, Francia y España, y la delincuencia internacional del más alto nivel. Una brillante comandante de una unidad especial de la Guardia Civil, un periodista de investigación en horas bajas y un muerto anónimo aparecido en un campo de golf convergen en una trama vertiginosa en la que se suceden las sorpresas. Pasados tormentosos y presentes turbulentos alimentan la esperanza de desentrañar la solución a uno de los casos policiales y de espionaje más enrevesados y apasionantes a los que hacen frente sus protagonistas.
Pedro Lasuén (Madrid, 1974) conoce bien el terreno que pisa. Conoce la Costa del Sol desde su más tierna infancia, antes de recorrer el continente africano y pisar alguna de sus cárceles; desempeñarse en Francia como periodista en Euronews durante veinte años y trabajar para la agencia EFE en varios países africanos, antes de zambullirse en el mundo del judo, de cuya Federación Internacional es el jefe de Medios. A la manera de los autores clásicos del género, ha probado algo de lo bueno y mucho de lo malo que ofrecen los bajos y los altos fondos de la política internacional, sobre todo de la transfronteriza.
Escrita con gran fluidez, que se transmite al lector, “Tal vez” huele a primer capítulo de una saga que a buen seguro deparará una continuidad que para el lector ávido de buenas historias parece más que evidente. Con su amplio bagaje periodístico, Lasuén huye de las florituras estilísticas y se centra directo en la acción, en los puros hechos, y solo desciende al detalle si éste es relevante para el desarrollo y desenlace final de la trama.
Impregna a su trepidante relato de un humor a medio camino entre la ironía británica y el casticismo hispano, una mezcla que contribuye a perfilar los personajes, cualquiera de los cuales termina por hacerse cómplice del lector en alguna de sus facetas.