“La primera vez que fusilé a un hombre olvidé lavarme los dientes”. Es la frase rotunda como un latigazo que abre la novela. En el nombre de Padre (Ed. La Huerta Grande, 332 páginas), del valenciano Luis Salvago, presentada en la Casa Árabe de Madrid junto con la tercera obra del palestino Hussein Yassin: Alí, el brigadista. Historia de un hombre recto (Ed. Comares, 326 páginas). Dos descarnados relatos, diseccionados por ambos en un coloquio vibrante que contó con la moderación de Carmen Bravo Villasante.
Ambos libros demuestran que la guerra civil española es una herida que no acaba de cerrarse, y que aún quedan episodios muy desconocidos del gran público. El de la participación de combatientes árabes en los dos bandos de aquel descarnado enfrentamiento entre españoles es uno de ellos.
Salvago, suboficial del Ejército del Aire, aborda la génesis de aquel conflicto desde el deseo obsesivo de un padre que pretende imponer a su hijo la lógica de sus convicciones. Es la peripecia de un joven de Tánger que es destinado a la compañía disciplinaria encargada de los fusilamientos en Cabo Juby, en el entonces protectorado español en el norte de África. A la dureza del desierto africano y al horror de la tarea que tiene encomendada, se suma su propia batalla personal por librarse de la impronta del padre, que lo devolverá a revivir su pasado porque, como dice el autor: “una generación espera que la que le sucede resuelva aquello que quedó pendiente de la generación anterior”.
La novela está plagada de las muchas dudas de alguien que tiene la rutinaria misión de liquidar de un balazo a quemarropa otras vidas, otros hombres, otras ilusiones y esperanzas cercenadas con el fogonazo de un simple disparo. “¿Crees de verdad que es necesario sentir miedo”… Le dije que sí, “el miedo sin razón, el miedo fundamental, consigue que te sientas vivo”. Reflexiones que conmueven, porque al fin y al cabo “entre la memoria y el suelo, a veces, solo existe la altura de una cama”.
Una historia que se presenta como la de aquellos que lucharon en el bando equivocado, y para quienes el resultado de la guerra fue siempre una derrota. Aunque la duda que subyace es la de si aquella derrota no lo fue de todos, inexorable corolario de toda guerra civil.
Palestino y del Partido Comunista
Ali, qissat rayul mustqim es el título original de la tercera novela de Hussein Yassim, nacido en Arrabat al-Battuf, al norte de Galilea en 1943 y actualmente residente en Jerusalén. En Ali, el brigadista, Yassim se fija en la historia de cinco árabes palestinos que vinieron a España en defensa de la República: Nayati Sidqi, Fawzi Sabri al-Nablusi, Nayib Yúsuf, Malih al-Jaruf y, sobre todo, Ali Abduljáliq, el protagonista de la obra, cuyos restos yacen actualmente en el osario común del cementerio de Los Llanos en Albacete.
Partiendo de un hecho real e incontrovertible, Hussein Yassim reconstruye la vida de Ali desde el nacimiento hasta la tumba. Recorre los escenarios que lo llevaron a pastorear por la aldea en la infancia, a inscribirse como miembro activo en el Partido Comunista de Palestina, a recibir la correspondiente formación política en Moscú y a ser encarcelado varias veces, inculpado de atentados y actividades subversivas y terroristas. Las autoridades británicas le darían a elegir entre cumplir de forma íntegra la condena o abandonar el país para combatir en la guerra civil española.
Por el relato, cuya traducción española es obra de Antonio Martínez Castro, desfilan todas las maniobras políticas británicas que llevarían progresivamente a los enfrentamientos entre árabes y judíos en aquella Palestina abocada a una partición futura. Y, por supuesto, los avatares que llevaron a Ali y a centenares de árabes más a combatir con las Brigadas Internacionales bajo la asfixiante propaganda de hacerles creer que aquella guerra civil española era también suya. Una convicción que pasa por diversos estadios de duda, cuando lo que presencian en las trincheras en este lado del Mediterráneo le hace reflexionar sobre las mentiras y la propaganda en las que creció y se formó en su Palestina natal.
La obra se abre con un prólogo del arabista Pedro Martínez Montávez, que recuerdan el dolor y el expolio que sufre Palestina desde los años treinta del siglo pasado.
Cabe señalar que esta obra está también disponible en línea por capítulos en formato de audionovela, un fenómeno cada vez más extendido, que da cuenta de la importancia de la sonoridad y el peso de la tradición oral en la literatura árabe.