El pasado jueves 27 de junio se celebró en España por primera vez el Día del Empresario. La fecha fue elegida por Naciones Unidas en resolución del 6 de abril. La decisión pasó desapercibida, pero este año un grupo pequeños empresarios decidió celebrar el Día del Empresario. Apoyaron la iniciativa la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) y la Fundación Emprendedores, entre otros.
El acto consistió en una rueda de prensa y en el relato de testimonios de algunos de los presentes. “Queremos revalorizar la figura del empresario como la persona que arriesga su dinero por un sueño, se tira a la piscina, innova, produce una transformación social, ofrece un producto y servicio que la gente valora y genera riqueza y empleo”, señala Luis Losada, impulsor de la iniciativa.
Pero el Día del Empresario no sólo pretende mejorar la imagen pública del empresario, sino que esa valoración social tenga una traducción en políticas públicas. “Lo primero, alfombra roja para el emprendedor; no puede ser que quien tiene un proyecto tenga que sortear una ‘gymkana’ de obstáculos administrativos para poder desarrollarlo; y no puede ser que nada más abrir la persiana ya tenga a toda la administración chupándole la sangre; en los países de nuestro entorno la cotización de autónomos es muy inferior y en Gran Bretaña los negocios no ganan hasta que llegan a determinado nivel de facturación”, señala Losada.
Porque el Día del Empresario también reclama una fiscalidad razonable que permita retribuir adecuadamente a sus empleados y que permita incentivar adecuadamente la inversión. “Nos estamos jugando la productividad y la creatividad; la economía de EEUU ha crecido un 3,1% el año pasado gracias a la inversión privada; y la inversión privada se produce porque hay un entorno adecuado; eso es lo que estamos pidiendo”, señala Losada.
Desde hace muchos años se celebra el 1 de mayo como el día del trabajador. Hasta la fecha no se había celebrado en España e Día del Empresario. “La gente quizás tiene la imagen del empresario como el señor de bombín y puro que explota a sus empleados; la realidad es que la inmensa mayoría de los empresarios son los que madrugan para ir a Mercamadrid o Mercabarna, tienen en sus espaldas el futuro de muchas familias y la tensión de ofrecer un producto o servicio que sea suficientemente atractivo para sus conciudadanos”, concluye Losada.