El comienzo del siglo XX deja dos fechas que marcan el futuro político, por una parte 1902, año de la subida al trono de Alfonso XIII, y por otra 1931 año de la caída de la monarquía y la proclamación de la II República. Entre estas dos fechas asistimos a la crisis del sistema de alternancia de partidos creado en el siglo anterior, además, el desastre del 98 dejo al descubierto todos los males de España: miseria, atraso, sistema político ficticio, nacionalismos en auge, tensiones obreras y campesinas, etc. A todos estos problemas se trató de dar solución en línea con el plan regeneracionista, pero la oposición de las clases privilegiadas freno una reforma en profundidad. El excesivo protagonismo político del rey y la excesiva influencia militar le llevaron a apoyar el golpe de estado de Primo de Rivera con el fin de conseguir la estabilidad y las ansiadas reformas.
Tras la dimisión de Primo de Rivera el 28 de enero de 1930, Alfonso XIII encarga al General Berenguer y posteriormente al Almirante Aznar formar gobierno (a estos Gobiernos se les denomino, Dictablanda) con la intención de recuperar “La vuelta a la normalidad” como si no hubiera pasado nada, si en 1923 se produjo un golpe de estado para precisamente acabar con la constitución, con los partidos y con los responsables políticos del Gobierno Liberal ¿Cómo podía ser que, con la misma constitución, los mismos partidos y los mismos personajes se pudiera revertir la situación?. Ni los monárquicos afines a Alfonso XIII le siguieron en tamaña aventura. El fracaso de la dictadura de Primo de Rivera contribuyó decisivamente al descredito y final de la Monarquía.
Ante el fracaso de los gobiernos militares de Berenguer y Aznar para conseguir restablecer el orden constitucional capaz de asegurar la pervivencia de la monarquía, en agosto de 1930 los partidos republicanos y un numeroso grupo de intelectuales acuerdan la sustitución de la monarquía y proponen las principales reformas que, una vez derribada esta, deberían de llevarse a cabo. A esta cumbre de partidos republicanos se le denomino “Pacto de San Sebastián”. Entre los acuerdos que se tomaron, se decidió que la formación de las instituciones fueran las Cortes Constituyentes las que las diseñaran, Tan solo hubo una concesión que fue a los partidos catalanes que apoyaron el pacto, y que consistió en el compromiso de dotar a Cataluña de autonomía política.
La década de los años treinta (siglo XX) fue para España una de las más agitadas de su historia contemporánea. De una gran ilusión transformadora y modernizadora se pasó a una guerra civil de dramáticas y persistentes consecuencias. La década comenzó con una dictadura militar, dirigida por el general Miguel Primo de Rivera, y terminó con el inicio de otra dictadura —mucho más larga y dura, que mantuvo durante cuarenta años una división radical en parte de la sociedad española—, la personificada en Francisco Franco. Entre ambas dictaduras se desarrolló primero la experiencia democrática más avanzada de la contemporaneidad española y después la más cruenta Guerra Civil que este país tuvo en los últimos siglos.
El 14 de abril de 1931 fue proclamada la II República y el Comité Revolucionario pasó directamente de la cárcel a los despachos gubernamentales, convertido en Gobierno provisional al frente del cual fue designado Niceto Alcalá-Zamora. La II República podría haber significado la equiparación constitucional con las potencias democráticas europeas; pero no fue así, y condujo a una feroz contienda fratricida, en la que hubo una amplia participación internacional, significó la primera etapa de la II Guerra Mundial que estallaría a su término.
Las elecciones generales para la formación de Cortes constituyentes tuvieron lugar el 28 de junio, se tuvo que llevar a cabo una reforma de la ley electoral para poder compensar y combatir el poder del arraigado caciquismo que campaba alegremente en amplios ámbitos rurales. La segunda vuelta duró, con varias elecciones parciales, entre el 12 de julio y el 8 de noviembre y en ellas obtuvieron representación 18 formaciones políticas de toda clase y condición.
Tal cual, El 9 de diciembre de 1931 se promulgó la Constitución de la II República que reconoció por primera vez el voto de la mujer con el sufragio universal igual, libre, directo y secreto. La Constitución fue un fiel reflejo de las Cortes, detallada y pormenorizada, haciendo muestra de un radicalismo democrático que en ocasiones no diferenciaba el idealismo de la simple utopía. Uno de los artículos más debatidos, el 32, fue el que reconocía el derecho de conformar regiones autónomas, aún dentro de la estricta unidad de España, definida como Estado integral, compatible con la autonomía de los Municipios y las Regiones, en líneas generales fue una constitución laxa, poco concreta dejando lagunas de interpretación que podían ser aprovechadas interesadamente por los gobernantes, trato de agradar a todas las partes en conflicto.
Coincidieron, por un lado, en la Conjunción republicano-socialista, en la que, aunque cada partido corrió con su propio programa, incluían el PSOE, los radicales de Lerroux, los socialistas radicales, los progresistas (derecha liberal republicana) y la Acción Republicana de Azaña. La derecha antirrepublicana estaba dividida. Las elecciones dieron un triunfo rotundo a la Conjunción republicano-socialista. La derecha republicana y el centro (con la excepción de los radicales) se redujeron a un papel testimonial, mientras que la derecha monárquica sufrió una grave derrota. Como resultado, la mayoría de los izquierdistas en el parlamento (agrupados en torno a socialistas, socialistas radicales y acción republicana, ya que los radicales y progresistas pronto abandonaron la coalición) dieron lugar a la llamada «bienal reformista» entre 1931 y 1933. Este periodo estuvo presidido por un gobierno formado por socialistas y republicanos de izquierdas, su presidente fue Manuel Azaña de Acción Republicana, esta coalición emprendió una serie de ambiciosas reformas para transformar España.
La II República no dio para mucho y no tardo en convertirse en un ajuste de cuentas por parte de las distintas fuerzas políticas que alentaron e involucraron a la sociedad a seguirles para llevar a cabo sus ambiciosos planes, la gravedad de la situación dio lugar a que el 18 de julio de 1936 se produjera el levantamiento militar con el cual dio comienzo la guerra civil española, después de tres años de trágicos enfrentamientos, las fuerzas sublevadas habían derrotado a las fuerzas Republicanas. El día 1 de abril de 1939 fue emitido el ultimo parte de guerra firmado por Francisco Franco: «La Guerra ha terminado». Los primeros años de la posguerra fueron durísimos para todos, represaliados los perdedores, huida y emigración, hambre, pobreza y un panorama desolador ante un futuro incierto por el estallido de la II Guerra Mundial. Poco a poco los españoles fueron aceptando y adaptándose a la situación y gracias al despegue en términos de desarrollo económico e industrial a partir de los años sesenta, la sociedad empezó a mejorar a todos los niveles, la falta de confrontación política tranquilizo a los ciudadanos que centraron sus esfuerzos en mejorar su estatus de vida y trataron de olvidar de la mejor manera posible el pasado tan negro por el que tuvieron que pasar, cerraron heridas y centraron su esfuerzo en dar a sus hijos la posibilidad de obtener un beneficio cultural y económico que a ellos se les había negado.
España se caracterizó en la década de los 60 por el fuerte crecimiento de su economía, lo que se dio en llamar el «milagro económico español». Durante esa década España creció a un ritmo del 7%. A partir de los años 60 España comienza a experimentar un considerable cambio, las presiones de los Gobiernos democráticos extranjeros para que hubiera un sistema más aperturista y de libertades unido al progreso industrial y la mejora de las condiciones económicas del país se vieron reflejadas en la sociedad que comenzó a progresar como consecuencia de los avances tecnológicos y culturales, El desarrollo turístico con la entrada de millones de turistas de todos los países, que llegaban para disfrutar de nuestro sol y nuestras playas influyó decisivamente para el avance y la mejora de la libertad de todos los españoles. El futuro político quedo marcado el 22 de julio de 1969, en virtud de la Ley de sucesión en la Jefatura del Estado de 1947, (donde Franco establecía su sucesión como jefe del Estado Español, al disponer que el sucesor sería propuesto por el propio Franco). El Generalísimo Franco nombra al Príncipe Juan Carlos de Borbón su sucesor a título de Rey. Ese día Juan Carlos se convertía en sucesor de Franco y seria coronado rey en un futuro sin determinar, jurando los «Principios y Leyes Fundamentales del Movimiento Nacional» en presencia de todos los procuradores del régimen y de Franco en el Palacio de las Cortes ¿Se podría considerar que a partir de ese momento comenzaba realmente la “Transición Española”? Para mí, no hay duda, a partir de ese momento empezaron toda una serie de movimientos y adhesiones a la causa. La reciente historia de nuestro país repite como solución a los problemas políticos una alternancia, tanto en los cargos de Gobierno, reyes que apoyan a dictadores y dictadores que nombran y apoyan a reyes, como en los partidos políticos mayoritarios, con la alternancia (bipartidismo) en el poder, de nefastas consecuencias a medio plazo.
Y así llegamos a 1975, el 20 de noviembre muere el dictador. Después de despedir con todos los honores al Dictador tras su muerte, su cuerpo estuvo durante cincuenta horas ininterrumpidas expuesto en la capilla ardiente instalada en la sala de Columnas del Palacio de Oriente, por donde desfilaron cientos de miles de ciudadanos de toda clase y condición, durante los días previos y posteriores a su fallecimiento no se produjo ni un solo altercado ni protesta en toda España en contra de los cuarenta años de dictadura que nos había regalado, así como tampoco por la herencia que nos dejaba.
El día 22 de noviembre se produce la proclamación de Rey de España por las Cortes Españolas a Juan Carlos I de España (no es el pueblo el que decide el sistema ni a sus gobernantes) y exaltado al trono el 27 de noviembre con una ceremonia de unción llamada Misa de Espíritu Santo (el equivalente a una coronación), celebrada en la histórica Iglesia de San Jerónimo el Real de Madrid.
El ya Rey y Jefe de Estado D. Juan Carlos I apadrinado por Torcuato Fernández Miranda decide poner en marcha el proyecto democrático. Torcuato Fernández Miranda, expresidente interino del Gobierno en 1973, profesor de Derecho Político de Juan Carlos I, partidario de reformar las Leyes Fundamentales del Movimiento mediante sus propias disposiciones para llegar así a la democracia evitando vacíos legales. En palabras del propio Fernández Miranda, se trataba de ir «de la ley a la ley a través de la ley». ¿Podríamos interpretar que disfrutamos de una Monarquía Parlamentaria más por la Ley que por la voluntad del pueblo? A partir de esa fecha comienzan tres importantes y decisivos periodos para los españoles.
Tres importantes y decisivos periodos para los españoles
El primero
Que comprende la Legislatura Constituyente, y la primera Legislatura (de 1977 a 1981) periodo en el que queda ratificada por referéndum popular el día 6 de diciembre la Constitución Española y promulgada el 27 de diciembre de 1978. El intento de golpe de Estado del 23-F por un grupo de guardias civiles que asaltaron el Congreso de los Diputados en plenas votaciones para nombrar nuevo presidente tras la dimisión del Adolfo Suárez. Golpe de estado que según va desvelando la historia el objetivo real era reafirmar al Rey y a la monarquía y no al intento militar de volver a una nueva dictadura, parece más que demostrado que estuvo apoyado por los principales partidos. Una vez más se ve la conjunción y conexión de la monarquía, los partidos políticos y los militares a la hora de definir el futuro político español.
El segundo
Comienza con la descomposición de la UCD que había sido el motor del cambio y la victoria del PSOE en las elecciones del 28 de octubre de 1982, con un resultado que le permite obtener la mayoría absoluta y le permite gobernar durante la II, III, IV y V legislaturas, durante este largo periplo empiezan a saltar los primeros casos graves de corrupción en el PSOE. el PP gobernaría la VI y VII legislaturas, de nuevo el PSOE gobernaría la VIII y IX legislaturas y el PP la X y XI legislaturas.
¿Qué nos ha traído este bipartidismo? Avances en bienestar social, desarrollo económico, entrada en la OTAN, formar parte de la UE, reconocimiento internacional, una imparable corrupción y generalizada, los Gal, la participación en la guerra de Irak, el salvaje atentado terrorista de marzo de 2004 que causo la perdida de las elecciones del PP, el estallido de la crisis económica como consecuencia de la burbuja inmobiliaria que supuso la quiebra de bancos y cajas de ahorros, dirigidas por políticos y sindicatos, la quiebra de miles de empresas que dejaron el paro en unos registros propios de épocas de subdesarrollo, tuvimos que acogernos a un rescate blando para paliar la quiebra de las cajas de ahorros; la corrupción y el descredito de la clase política y los grandes grupos empresariales y bancarios dieron lugar a múltiples denuncias que llenan los juzgados, que no dan abasto para atender las demandas y que han dado lugar a que algunos de nuestros políticos, empresarios y banqueros acaben en la cárcel. Esta penosa situación acaba salpicando a la casa real, saliendo a la luz informaciones de la dudosa conducta de S.M. el Rey Juan Carlos I que termina por abdicar en su hijo Felipe VI como consecuencia de la presión que padece, esto le lleva marcharse de España, en principio en paradero desconocido, posteriormente fija su residencia en Emiratos Árabes hasta nuevo aviso.
El tercero
Como consecuencia del desencanto generalizado en la ciudadanía es aprovechado por nuevas formaciones políticas de distinta ideología que complican la composición de una mayoría que pueda gobernar con holgura, la corrupción y la proclamación independentista catalana provocan una moción de censura al gobierno del PP que la pierde, el PSOE recupera el poder en las XII, XIII y XIV legislaturas (que van de los años 2018 a día de hoy). El panorama político ha cambiado y no parece vaya a recomponerse. Toda esta movida, toda esta pérdida de valores y de las más elementales referencias de ética y del bien hacer han dado lugar a la aparición de oportunistas populismos, tanto de izquierdas como de derechas, radicales todas ellas, un auge de los nacionalismos más rancios. Ya no hay mayorías absolutas posible si no son como en otros tiempos con acuerdos múltiples e inverosímiles, y nos está llevando a situaciones que nos recuerdan épocas pasadas, como si el tiempo se empeñara en recordarnos y conducirnos a lo que ya vivimos, situaciones y hechos que nos dejaron graves secuelas que creíamos que el tiempo y la buena voluntad de nuestros mayores nos habían hecho cerrarlas y superarlas.
La sociedad española ha sido testigo de todos estos hechos y sucesos sin abrir la boca, como si estuviera en un programa triple de cine de verano, en silencio y sin pestañear, sin reacción, esperando sumisa al líder que le lleve en volandas de nuevo al paraíso del que le despojaron los mismos políticos y los mismos partidos que los han llevado a esta situación de catarsis generalizada.