Tras los cambios políticos y sociales que se vienen produciendo y haciendo un paralelismo de las últimas etapas de nuestra historia, a pesar de los grandes cambios que se han producido, observamos como situaciones y actitudes históricas se repiten tozudamente en nuestros comportamientos. Los españoles tenemos, quizás un instinto conservador que nos lleva a ceder parte de nuestra libertad e independencia individual a cambio de una seguridad que nunca nos ha proporcionado el beneficio y el bienestar que tanto hemos anhelado, una marcada tendencia hacia el vasallaje, tendencia hacia alguien superior que nos conceda un reconocimiento que nos resulta necesario e imprescindible el reconocimiento superior para sentirnos más importantes. ¿Padecemos el síndrome del “miedo a la libertad”?
Recordemos que el feudalismo fue un sistema social, político y económico que predomino durante la Edad Media, más precisamente abarco los siglos IX al XV. Caracterizado por un fuerte sistema monárquico ha sido denominado por muchos como la «Edad Oscura» debido a las sangrientas guerras y las grandes epidemias y el escaso avance científico.
Una de sus características principales fue la descentralización del poder, ejercido a través de nobles organizadosen feudos. Si bien éstos tenían una relativa independencia del correspondiente monarca, se encontraban supeditados a su rey con estrechos lazos de lealtad. Los nobles heredaban sus títulos, que pasaban de generación en generación. La palabra feudalismo proviene de la organización básica de la época, el feudo. El feudo era un contrato entre dos personas, el señor feudal y el vasallo.
El periodo comprendido entre los años 1886 a 1975 estuvieron marcados por hechos políticos de variado signo y consecuencias de gran trascendencia en la vida social de los españoles.
En 1885 a los 27 años muere prematuramente el Rey Alfonso XII, la sucesión a la corona creo una crisis que llevo a retrasar el proceso ya que hubo que esperar a que su viuda, la Reyna Regente, María Cristina de Habsburgo diese a luz, pues en esas fechas se encontraba embarazada, el 17 de mayo de 1886 se produjo el alumbramiento, un varón que fue reconocido desde el mismo momento de su nacimiento como Rey de España con el nombre de Alfonso XIII, y paso a ser un caso único en la historia. Asumió el poder efectivo a la edad de dieciséis años, esto fue el día 17 de mayo de 1902. A consecuencia de sus devaneos políticos, su reinado duro hasta el 14 de abril de 1931, fecha en la que se proclamó la II República Española.
Durante su reinado las confrontaciones políticas estuvieron marcadas por varios motivos primordiales, la falta de acuerdo de los distintos grupos políticos, por un lado, el Partido Liberal Conservador y por otro el Partido Liberal Fusionista. Estos tras un acuerdo que se denominó “El Pacto del Pardo” ( fue un acuerdo informal, que supuestamente habría tenido lugar el 24 de noviembre de 1885, en vísperas de la muerte del antiguo Rey Alfonso XII entre Cánovas del Castillo y Práxedes Mateo Sagasta, líderes respectivos de los dos partidos más importantes de la Restauración Monárquica, con el que se trataba proporcionar estabilidad al régimen, que consideraban amenazado por el entonces más que probable fallecimiento del monarca. En este pacto se concretó un cambio futuro, o alternancia, de gobierno sin sobresaltos entre ambas formaciones. Esta reunión fue provocada por el General Arsenio martines Campos.
Parece según otras informaciones de la época que en aquella reunión no se llegó a ningún pacto sobre el asunto de la alternancia bipartidista, que se conoció como el «turno pacífico» o simplemente «turno de partidos», la voluntad de ambos líderes era llegar a un consenso en un periodo crítico para el futuro del país. fue uno de los temas fundamentales en los que se basaba el sistema de la Restauración Borbónica de España.
El reinado de Alfonso XIII y la implantación de una Monarquía Parlamentaria Liberal se vio en aquellas fechas seriamente alterado, el fracaso de la guerra del Riff (motivo por el cual fue denominado “El Africano”) la mala situación de las clases populares, sobre todo la campesina, el nacimiento de organizaciones sindicales y partidos de izquierdas así como el nacionalismo catalán que ya con sus exigencias y acciones generaba importantes conflictos sociales y políticos, provocaron que la intención de consolidar una democracia parlamentaria liberal fracasara dando lugar a la implantación de la dictadura del General Primo de Rivera, que fue aceptada plenamente por el Rey Alfonso XIII.
A partir de 1929, la situación se agravó con la crisis económica a nivel mundial que, si bien no repercutió en España como en otros lugares, ya que por aquel entonces España no dependía de los mercados internacionales como ahora, sí vio como gran cantidad de capitales extranjeros abandonaban nuestro país. El caos comercial y el déficit provocado por el aumento del gasto público ocasionado por la política económica del régimen trajeron como consecuencia la depreciación de la peseta. Como consecuencia de la falta de apoyos en unos momentos tan cruciales unido al padecimiento de una grave enfermedad llevaron a Primo de Rivera a presentar su dimisión al Rey el 28 de enero de 1930, este moriría unos meses después exiliado en Paris.
Con el fracaso político de esta, Alfonso XIII intento impulsar una vuelta a la “normalidad democrática” con intención de regenerar el régimen. (Los incondicionales de la monarquía en aquel momento, aseguraban que el Rey no violó la constitución, sino que se limitó a dejarla en suspenso durante un corto tiempo, así lo definió el propio dictador en su manifiesto inicial). Pretender, en 1930 resucitar el texto de esa misma ley fundamental era, además de una torpeza, un sarcasmo que el país no estaba dispuesto a perdonarle al rey perjuro, fue abandonado por toda la clase política, así como los tradicionalmente monárquicos que se habían sentido traicionados por el apoyo del rey a la dictadura.
Poco antes de tomar las riendas del país, había escrito en su diario que dé él dependía de que en España existiera una monarquía o una república. “Yo espero reinar en España como Rey justo”. Espero al mismo tiempo regenerar el país y hacerlo, si no poderoso al menos buscado, o sea, que lo busquen como aliado, si Dios quiere para bien de España. La mayoría de historiadores coinciden en que fue un monarca que erro en numerosas cuestiones políticas. Pues Alfonso XIII ignoro a las fuerzas sociales emergentes, decapito a la derecha civilizada, acepto una dictadura en su propio país, estos graves errores provocaron que, en abril de 1931 como consecuencia de unas simples elecciones municipales a las que se les dieron el carácter de plebiscito, fuera expulsado de España muriendo en el exilio.
El 14 de abril Alfonso XIII dejó atrás, no solo su país, sino toda una vida. De hecho, abandonó España sin su familia, quien lo siguió en tren desde Aranjuez a la mañana siguiente. Desde entonces, vivió desplazándose por todo el mundo, sin fijar una residencia. El rey sin su corona vagaba cual nómada monárquico.
«Los españoles han echado al último Borbón, no por rey, sino por ladrón». Esta frase, atribuida a Valle-Inclán, se popularizó tras la huida de Alfonso XIII de España. Desde los 16 años había asumido las funciones constitucionales de jefe del Estado y sabía que su país se sumergía en un período en el que cualquier desatino podía cambiar el curso de la Corona. Hasta aquí parte de una historia que como veremos en la segunda parte de este artículo, guarda una similitud con los sucesos que tras del periodo Republicano se han producido en este país, lógicamente salvando las diferencias que a nivel mundial se han producido a todos los niveles y que, de ninguna manera podían no afectar a España. Seguro que, a través de la lectura de esta, nuestra historia, ya habremos observado las similitudes que se producen con los acontecimientos ocurridos desde la muerte de Franco y el establecimiento de una monarquía parlamentaria como la nuestra.