Seguro que ustedes piensan que en este sector en el que trabajo, el periodismo, las mujeres están ya de pleno derecho. Se equivocan. Las mujeres aún no están en el periodismo, aunque lo parezca. Si que las cosas han cambiado, y el feminismo que lo va impregnando todo, también va dejando su poso en la tarea de informar. Algunos medios han creado secciones de igualdad, aparecen tímidamente las editoras de género, se empieza a trabajar también con datos disgregados por género en temas como el paro o la pobreza, reflejando por fin la realidad de lo que supone la situación de las mujeres en la sociedad, y porque no decirlo también, las páginas de nuestros diarios, las televisiones, las radios y los medios digitales, visibilizan mujeres que antes estaban opacadas, quedando al margen de la información, su trabajo, sus iniciativas o sus logros.
Pero no se equivoquen, frente a todo esto, la realidad es insoslayable, los estereotipos están ahí a la orden del día, dándonos en lo cotidiano testimonios de periodistas misóginos, medios sin mujeres en las direcciones, discriminación en las plantillas, por cierto, mayoritariamente integradas por mujeres, y un largo etc., que no hace falta que les enumere, pues son evidentes con dar un vistazo al sector de la información.
El problema fundamental es que llevamos tanto tiempo inmersos en una sociedad que ha colocado a la mujer en un plano inferior, que apenas si nos extraña encontrarnos con titulares o noticias abiertamente machistas, o lo que es peor, en muchas ocasiones ni nos damos cuenta que, lo que estamos leyendo, viendo o escuchando, está totalmente marcado por el estereotipo y con una carga machista de profundidad.
Desde luego el periodismo no es una anomalía, pues este sector en el que trabajo forma parte de toda la sociedad, y aunque a veces nos creamos mejores que los demás, estamos en la misma situación que todo el mundo, en cuanto a igualdad de género se refiere.
Informar con perspectiva de género, que no es ni más ni menos que informar sobre toda la sociedad, debe ser una cualidad esencial de la profesión, de lo contrario no estaremos haciendo periodismo, estaremos haciendo otra cosa y mala. El periodismo como todo o es bueno, riguroso y veraz, o no es periodismo, y desde luego constituye una de las herramientas más esenciales de transformación de la sociedad, pero no solo eso, es la voz de los que no pueden ser escuchados, y es uno de los más importantes factores de control del poder, un poder, que, a día de hoy, sigue con las mujeres ausentes. Aun hacemos periodismo sesgado, en estas cuestiones, bueno y en alguna más que no vienen al caso ahora, y no puede seguir así. No les quepa duda, que nada cambiara a mejor, si las mujeres no están en todas las agendas.
¿Por qué tengo que seguir hablando de periodismo feminista o con perspectiva de género cuando se trata simplemente de hablar de periodismo?
Esa pregunta, este interrogante, que a estas alturas debería tener respuesta, o lo que es más importante, que ni siquiera deberíamos estar planteándola, sigue siendo necesaria, y no puede pasar más tiempo sin que una profesión como esta, con la que tanto ha avanzado la sociedad, tenga que enfrentarla, y darle solución una vez por todas.
Porque los datos no mienten, y son tremendamente claros. En el estudio dedicado a analizar en profundidad la situación de las mujeres periodistas en España y cómo esta influye en el derecho a la información de la ciudadanía, realizado por La Plataforma en Defensa de la Libertad de Información (PDLI) junto con Ideara, una de las empresas más reputadas del sector demoscópico encontramos algunas situaciones que son verdaderamente alarmantes.
El informe pone de manifiesto las razones de la falta de presencia de mujeres en puestos directivos, donde solo el 2,5% afirma que hay igualdad mientras el 95,6% de las periodistas consideran que están copados mayoritariamente por hombres.
2 de cada 3 mujeres periodistas (el 66,7%) no ve posible conseguir un ascenso, siendo solo el 3,8% las que lo perciben como algo seguro o con toda probabilidad.
Casi la totalidad de las mujeres encuestadas (el 88,2%) lo atribuyen a razones estructurales (redes de relaciones masculinas…) y a estar condicionadas por la esfera privada.
Un escaso 7,7% de las participantes estima que tiene las mismas oportunidades de promoción o ascenso que un hombre.
Solo el 3,8% de las encuestadas cree que ‘casi seguro’ o ‘con toda probabilidad’ tienen posibilidad de ascender en su trabajo. Esta percepción de falta de expectativas se ve corroborada por los resultados de la encuesta ya que existe una alta correlación entre el tiempo que llevan en el puesto actual y el tiempo que han permanecido en la empresa/entidad, lo que denota una baja probabilidad de promoción.
Además, las periodistas también resultan penalizadas por el distinto nivel de exigencia: un elevado porcentaje (casi 6 de cada 10) manifiestan que se auto exigen más que un hombre por el hecho de ser mujeres. Asimismo, denuncian que en las mujeres se consideran defectos algunos de los rasgos valorados positivamente en los periodistas hombres (como la ‘agresividad’ profesional).
De las periodistas que se encuentran en ámbitos de responsabilidad, solo el 4,3% coordinan equipos de más de 10 personas.
En cuanto a las tareas que se desempeñan, en general se considera que las mujeres están relegadas a tareas más sistemáticas, tediosas y de menor valía que los hombres, ya que el 25,5% piensa que ocurre siempre o casi siempre, y el 43,5% afirma que ocurre pero que depende del tipo de puesto.
Un resultado que demuestra sin matices la desigualdad es que la discriminación salarial existe para el 66,5% de las periodistas.
El estudio también refleja que existe una alta presencia del acoso en redes sociales (y en algunos casos fuera de ellas): más de dos tercios afirman que han sufrido acoso online ellas u otra periodista de su entorno por el hecho de ser mujer.
También se denuncia que la mujer sufre críticas mucho más agresivas que el hombre, cuyo objetivo suele ser humillar a la profesional y atacar en lo personal aparte de en lo profesional (insultos, comentarios con respecto al físico de la periodista, etc.).
En estos casos, la medida más frecuente es silenciar o bloquear las cuentas del origen del acoso (40,7% del total de respuestas), aunque es preocupante que en un 16,5% de no se hizo nada.
El informe de la PDLI también apunta que existe un elevado nivel de acuerdo entre las periodistas encuestadas en que deben de tomarse medidas que fomenten la igualdad, como la implantación de planes de igualdad en todas las empresas para mejorar las condiciones laborales, o la creación de programas de conciliación para facilitar ascensos y promociones.
Además, a nivel cualitativo se constata que este es un mercado muy atomizado donde la existencia de muchos trabajadores por cuenta propia sumada a la falta de una conciencia colectiva de “profesional de la comunicación” dificulta la consecución de logros colectivos, entre los que se encuentra la lucha en contra de la desigualdad de género.
También se hace patente la necesidad de introducir una perspectiva de género tanto dentro de las instituciones como en la elaboración de las noticias para minimizar, entre otros, “el poco reconocimiento del que gozan las mujeres en comparación con los hombres en este sector, y acabar con conductas micro machistas que dañan a la mujer y la figura de la mujer”.
Por último, el informe también refleja que se percibe mayor desigualdad de género en el sector privado que en el público, en las empresas grandes que en las más pequeñas y que la televisión se considera el medio de comunicación que mayor uso mercantilista del cuerpo de la mujer hace.
El informe integro se puede consultar en este enlace, en la Plataforma de Defensa de la Libertad de la Información, un informe por cierto que me temo que ha pasado inadvertido para muchos profesionales y muchos medios.
Desde luego es lamentable ver que la inmensa mayoría de los medios a día de hoy se conforman con cubrir el expediente para ser políticamente correctos en esto de la igualdad de género, incluso algunos ni se molestan en guardar las apariencias. Mientras, las redacciones llenas de mujeres, son las que están haciendo el periodismo contemporáneo, nos encontramos que en los despachos de la planta alta o la zona noble, donde anidan las direcciones y los consejeros, están copados por hombres que hacen y deshacen, quitan y ponen, y se nutren del trabajo de muchísimas mujeres que difícilmente lograran llegar a la cima de esa escalera.
Abordar esta asignatura pendiente es urgente, y ahora, y sin perder más tiempo hay que trabajar en ello. Hagámoslo. Somos periodistas.
Son las nueve y media de la mañana. No llueve en Madrid y la temperatura exterior es de 16 grados.
Estimada Marta: me alegra saber que -al parecer- todavía hay periodismo por mucho que predomine la propaganda (que no lo es). Creo que planteas dos cuestiones muy diferentes: la primera es si todavía existe el periodismo como tal y la segunda el papel que la mujer tiene en su estructura organizativa empresarial. ¿Cual de las dos es más importante? En tu artículo parece que es la segunda donde te expandes más con cuestiones y agravios profesionales y laborales, por lo que puede aplicarse a todos los sectores organizativos y empresariales.
Sería importante conocer si la presencia de la mujer imprime un carácter de mejora a la organización o si por el contrario es el talento, formación, inteligencia y experiencia lo que lo propicia. Si, por ejemplo, a nivel institucional comprobamos que la mayor parte de las altas instituciones del Estado están repletas de mujeres desde hace largos años ¿porqué no se perciben las mejoras derivadas de su gestión? ¿Tenemos una sociedad mejor? ¿Unas mejores condiciones de vida y convivencia? Mucho me temo que la cuestión no va por ahí sino que, como decía, son otros los factores humanos (como los enumerados más arriba), los que nos condicionan para asumir o no responsabilidades profesionales o laborales determinadas.
Un cordial saludo.