Es curioso como algunos banalizan que, a partir de este próximo curso, las matemáticas se impartan con perspectiva de género. Desde luego esta banalización, que en algunos casos viene de personas “leídas” y con estudios superiores, lo único que denota es una falta de conocimiento de la sociedad mayúsculo. Peor es, desde luego cuando esa ridiculización viene de políticos, que deberían ser los primeros en trabajar en este tema educativo.
El tema de la perspectiva de género en la enseñanza de las matemáticas está íntimamente relacionado con el autoconcepto, y a la vez con la autoestima.
Estudios demuestran que las niñas tienen un autoconcepto bajo en cuanto al aprendizaje de las matemáticas y, por cierto, los niños parece que empiezan a tener ese mismo problema con la lengua, no optan luego por carreras científicas.
Desde luego es importante aclarar lo que significa autoconcepto, ya que el gobierno, por cierto, no lo ha explicado lo suficiente, y de una manera clara, cuando anunció la medida de aplicar la perspectiva de género a la enseñanza de las matemáticas.
El autoconcepto es una configuración organizada de percepciones de sí mismo que puede ser concienciada, realiza una función clave como organizador y motivador de la experiencia, mantiene una imagen consistente de quiénes somos y cómo reaccionamos en diferentes circunstancias. El juicio de si una conducta es consistente o no con la autoimagen, ayuda a configurar las nuevas experiencias conductuales. Juicios relativos al éxito o fracaso de una acción particular, o afectos relacionados con sus resultados, sirven a una función motivacional en cuanto a la probabilidad de su realización.
Está claro que en una sociedad que sigue considerando al varón como más inteligente y capaz que a una mujer, hace que el autoconcepto que las niñas tienen de sí mismas este condicionado por este estereotipo, que hace que ellas mismas se alejen voluntariamente de asignaturas STEM, como por ejemplo las matemáticas, y desde luego es fundamental que a la hora de impartir matemáticas, se cambie la forma como se viene haciendo hasta ahora, y sobre todo el enfoque para compensar esa brecha que hace que las niñas se aparten de esta asignatura, y como consecuencia no enfoquen su futuro hacia carreras STEM.
Cuando los expertos han estudiado la brecha de género en STEM han trabajado sobre estos tres factores: Diferencias en la capacidad entre niños y niñas, diferencias en la motivación y actitudes hacia STEM, y diferencias en la socialización.
En lo que respecta a la capacidad, los resultados de varios ciclos del informe PISA demuestran que, en la mayoría de los países, no hay diferencias de género significativas en el rendimiento y compresión de las matemáticas y, cuando existieron, se han reducido a lo largo de los años. Lo que, si se ha demostrado es que el deseo de seguir una carrera STEM parece estar estrechamente relacionado con la diferencia de motivación, especialmente con actitudes como el autoconcepto en matemáticas, es decir la confianza que los estudiantes tienen en sus propias capacidades para esta materia. Estas actitudes están moldeadas por el entorno que rodea a las niñas y a los niños, lo que se refiere pues a la explicación de la socialización. Por ejemplo, las niñas y los niños pueden ser influenciados por estereotipos de género que identifican las matemáticas como dominios típicamente masculinos. Estos estereotipos de género pueden ser transmitidos por adultos tan importantes para ellos y ellas como los padres, los profesores e incluso su círculo de amistades, así como por los medios de comunicación.
Las diferencias de género en el autoconcepto en matemáticas ya existen entre los estudiantes de primaria y, por lo tanto, ya está implantado ese estereotipo antes de los ocho años. Los expertos han detectado también que las niñas, y cada vez más últimamente, perciben las matemáticas con un impacto más negativo que los niños, y que como consecuencia de esto tienen un rendimiento inferior en esta materia.
Así que, aunque las niñas en primaria estén aún alejadas de la toma de decisiones en sus futuras carreras universitarias, si a ellas, en esa etapa de su vida se les enseña las materias científicas, especialmente las matemáticas y la física, desde un concepto estereotipado, y a la vez se les remarca, aunque no sea de una manera explícita que están menos capacitadas para esa formación, va a ser complicado que cuando llegue la hora de la elección de una carrera se decanten por las técnicas.
Lo cierto es que cuando se escuchan tan a la ligera comentarios denostando la enseñanza desde una perspectiva de género, que no quiere decir más que enseñar en un plano de igualdad real, creo, que no somos conscientes de inmensa perdida de talento que supone que las mujeres no estén llegando a las carreras STEM. Es una cuestión de justicia, pero también, no lo olviden es una cuestión de productividad, eficacia y progreso para todos y todas.
¿Por qué somos o no somos una sociedad avanzada? ¿O es que solamente nos vestimos de progreso para las ocasiones o para el discurso, olvidando que el progreso se hace en lo cotidiano?
Así que, por favor, antes de mofarse de la educación, en esta y otras materias, con perspectiva de género, reflexionen y piensen que en cosas como estas no vas el futuro y la vida en ello. No solo de las mujeres.
Es la una de madrugada. Llueve intensamente en Pozuelo bajo una tormenta de verano y la temperatura exterior es de 20 grados.
«Dios nos libre de los expertos…» decía alguien. Los llamados «expertos» suelen ser personas que han recibido su formación de otros «expertos», incluyendo en ello sus sesgos o ideologías particulares y así la cadena se va alargando (con algunas certezas, pero con muchos, demasiados errores). No voy a poner ejemplos actuales como la pandemia, el cambio o la «catástrofe» (apocalipsis para algunos) climático o la confusión biológica de géneros.
En materia evolutiva se habla de caracteres heredados (de origen genético) y aprehendidos (culturales o educativos). De esta forma pueden darse muchos ejemplos contrarios a la perspectiva de género del artículo. Sólo hace falta no tener prejuicios.
Que la igualdad jurídica de todas las personas es un derecho, no quiere decir que sean «iguales» ni en sus caracteres heredados, ni en los que a lo largo de la vida de cada uno, vaya adquiriendo. Todo depende de la oportunidad de conocer y valorar diferentes experiencias.
Un saludo.