“España se va a salir del mapa”
(Ana Botín)
Esta frase de la presidenta del Banco de Santander en la pasada reunión anual del Círculo de Economía, resume el estado de éxtasis místico que el capitalismo tiene con quienes, paradójicamente, son sus enemigos políticos: una izquierda impostada y falsa que, habiendo perdido el “oremus” (el juicio o la cordura) del partido, hoy se entrega al conchabeo clientelar (muchos euros por medio) con ese mundo de diseño distópico empeñado en salvar al planeta Tierra de las más peregrinas y acientíficas asechanzas.
La liturgia coral corporativa alrededor de quien manejará la “pasta” empezó ya hace tiempo en lugares elitistas donde se codearon los altos ejecutivos corporativos con los altos ejecutivos del gobierno en un ritual de aplausos, cada uno de los cuales parecía aumentar la cifra de negocio a la vista. Todos salían de éstos actos con la amplia sonrisa del predador financiero atento a la caza ofrecida. Son muchos miles de millones de euros a gestionar, distribuir, manejar y no sabemos si justificar, procedentes de esa UE que también parece capturada por los nuevos y estrafalarios dogmas, pero que en realidad engordarán las deudas nacionales de los estados, hasta la explosión final en que éstos queden al servicio total de sus acreedores.
Y es que el clientelismo y la compra de voluntades es muy fácil con dinero de los demás. El detalle de que la patronal o los llamados (antes) sindicatos de clase, aumenten su ración de maná en los presupuestos públicos o se conceda a algunos medallas y honores sin más mérito que la simple decisión gubernamental, indican claramente las formas absolutistas (“el Estado soy yo” atribuido a Luis XIV) de los nuevos astros que a todos iluminan (bueno, a algunos más que a otros).
Mientras los despidos continúan su camino fatal y se regocijan entre caviar y canapés los llamados “CEOS” con sus exageradas retribuciones, se siguen anunciando recortes de personal en el nuevo sistema planetario, empeñado en sustituir a las personas por sistemas digitales, ayunos de responsabilidad jurídica, donde los ciudadanos se convierten en nuevos servidores de las corporaciones vendidas al gobierno. Todo sea por salvar dentro de miles o millones de años este mundo pero, con la intención más inmediata de salvar a sus supuestos salvadores primero. La consigna por de pronto es “salvar al soldado Ryan” porque de él dependen vidas y haciendas de los ricos de siempre, a costa del sacrificio salarial de los que han “mantenido”el sistema político y económico: los ciudadanos.
Es un mundo donde se confunden interesadamente las figuras de auténticos empresarios con las de simples negociantes. Las figuras de los que arriesgan todo en un proyecto en que creen y las de quienes se limitan a ahogar y asfixiar económicamente a sus competidores, hasta conseguir esa plaza en el Olimpo de los oligopolios mundiales. Mientras miles y miles de pequeñas empresas y empresarios son perseguidas por esos otros bien retribuidos y más aún privilegiados servidores públicos, hasta lograr su extinción. Una extinción de la que hablan poco los falsos ecologistas o ambientalistas a quienes les parece más importante el diablo de Tasmania que las muchas vidas y saberes quemados en los altares de las nuevas religiones. Todo sea en aras de recibir la subvención correspondiente para seguir colocando sistemas de control sobre todo bicho viviente (incluidos los humanos).
Tampoco los medios de confusión y comunicación dedican mucho espacio a este genocidio personal, cultural y profesional (donde desaparecen los derechos humanos). Al fin y al cabo dependen de los mismos oligarcas del sistema y de la subvención que mantenga artificialmente los “chiringuitos” dedicados a darle al botafumeiro. Son los nuevos cortesanos en una vieja y anacrónica corte de aduladores y “cepilladores”, rendidos ante los nuevos monarcas planetarios.
Los estados de Derecho ya no buscan la Justicia, sino que se ajustan a las indicaciones recibidas por quienes mandan de verdad (pues tienen en sus manos el poder de las deudas pendientes). Los partidos políticos son la sutil añagaza con que enmascarar sus intenciones a través de representaciones puramente partidarias (no sociales) para imponer las reglas. Aunque está prohibido constitucionalmente el “mandato imperativo” es el que existe hoy en los partidos políticos del arco parlamentario europeo. No hay libertad de voto en conciencia, sino de acuerdo con el interés personal.
En este caos anda perdido el soldado Ryan. El laberinto de jungla en que se ha estado adentrando, cada vez es más oscuro y peligroso. Las patrullas que antes estaban dispuestas a rescatarlo a cambio de su generosidad, empiezan a mostrar sus dudas y vacilaciones, empezando a valorar si es hora de pasarse al enemigo y dejarlo a su suerte.