Incertidumbre es la palabra clave. La principal enemiga de los empresarios y de los inversores, que no saben a qué atenerse. También de los ciudadanos, que dudan sobre qué hacer y por dónde tirar para encauzar sus vidas. Acudimos a dos citas distintas, con una sola conclusión: el futuro será más que negro si no se enfrentan de verdad y con urgencia los retos que ya tenemos encima.
El primer encuentro, con la ministra de Economía, Nadia Calviño, en el Foro Cinco Días. Lectura optimista del presente: déficit público del 2,6%; prima de riesgo estable en torno a los 110 puntos; reducción de 1.500 millones de euros en los intereses de la deuda y confianza afianzada de los inversores. Pero, de inmediato se le nota que el panorama es frágil, cuando reivindica “la revolución de la templanza y la responsabilidad”, y clama porque “el 2019 no sea un ejercicio perdido en cuestiones sociales”, arguyendo que “no puede haber sostenibilidad financiera sin sostenibilidad social”. Justifica con ello que la subida del salario mínimo en un 22% sirve para ir colmando la brecha salarial entre mujeres y hombres, porque el 70% de quienes cobran ese salario mínimo son mujeres.
Sostiene también que la catarata de decretos-leyes (los famosos viernes sociales) tienen respaldo presupuestario, e incluso se agarra a la Airef para exhibir 1.400 millones de euros de presunto superávit frente al coste estimado de tales medidas.
A punto de volar hacia Washington para la sesión de primavera del Banco Mundial y el FMI, Calviño rechaza sutilmente las previsiones de este último que niegan que España siga en la senda de creación de empleo del anterior gobierno [de Mariano Rajoy] y de aumento de su crecimiento económico. A la pregunta formulada por quien esto firma, responde que “no veo por qué el próximo gobierno tendría que proceder a un ajuste”.
Discrepa con educada vehemencia de los programas económicos que preconizan una política fiscal llena de “recetas mágicas”. Alude claramente, sin nombrarlo, al PP cuando afirma que “las bajadas de impuestos no van a resolver el problema”. Pero, también ataca sutilmente al propio PSOE cuando afirma que “la [abultadísima] deuda pública no es la mejor herencia del progresismo”.
Primera coincidencia, pues, con la gran advertencia que la plana mayor del Círculo de Empresarios lanza a todos los partidos. Titula su documento Reformas económicas para una nueva legislatura. Y, en su presentación, el presidente Jon de Zulueta no duda en reclamar que se forme un gobierno estable, “sin partidos antisistema”, que acometa de inmediato el lacerante problema del desempleo, especialmente el de los menores de 25 años, y que reduzca la deuda.
La pesada mochila de deuda con que nacen los españoles
No titubea en las cifras: cada español debe la friolera de 24.528 euros, casi el triple de los 9.511 euros que todos, bebés incluidos, debían en 2008. “En vez de proyectar en la Plaza Mayor de Madrid los Papeles de Bárcenas (en alusión a su exhibición, cuya autoría reivindican Pablo Iglesias y Podemos), lo que habría que proyectar permanentemente es cómo se va incrementando cada segundo la deuda de los españoles, esa que habrán de pagar las próximas generaciones si no lo hacemos nosotros”.
La terna del Círculo, Zulueta, Nin y Coronil, presuponen que ningún partido tendrá mayoría absoluta en las próximas elecciones generales, por lo que piden “un gobierno centrado y con capacidad de articular pactos de Estado”.
Los empresarios insisten en que el pacto más urgente es el de la educación, del que se deriva, además, la lucha contra el desempleo. Esgrimen que ahora mismo hay en España 135.000 puestos de trabajo vacantes en inteligencia artificial, blockchain o robótica, un dato que, a su juicio, delata la desconexión existente entre la enseñanza, las universidades y las empresas del mundo futuro que ya tenemos encima.
Coinciden con Nadia Calviño en los factores de riesgo exteriores: brexit, guerra comercial Estados Unidos-China y el auge generalizado de los populismos. Pero, se diferencian en que también incluyen no pocas culpas nacionales: la manifiesta falta de voluntad política de los partidos para enfrentarse a los retos de la globalización; la pérdida de competitividad; el excesivo peso de la economía sumergida (17,2%); la reducción en las inversiones en I+D+i; la falta de medidas contra la despoblación de los territorios y el envejecimiento de la población, y en fin el manido recurso a crear empleo público improductivo en vez de fomentar al sector privado. “Causas todas ellas que han desembocado en que España, que llegó a ser la octava potencia económica del mundo, esté ahora situada en el décimocuarto lugar”.
Califican de “artificiales” las medidas tomadas hasta ahora [por el Gobierno de Pedro Sánchez], como lo probarían el aumento del 26% de los ERES y los “impuestazos” como el anunciado para el diésel. Sostienen que con ellas el paro no va a bajar del 14% en el que se ha estancado, cuando habría que fijarse el horizonte de que descendiera, con las medidas apropiadas, al 5%, lo que liberaría nada menos que 25.000 millones de euros, que ahora van a subvencionar el desempleo.
El Círculo de Empresarios, que se resiste a pronunciarse específicamente por sus preferencias de partidos, afirma que “no queda margen para el error”, habida cuenta de la enorme deuda. E insta a que los gobernantes recuperen la visión estratégica, impulsen las reformas que permitan un crecimiento sostenible e integrador, y adaptar nuestro país a las transformaciones globales que se están produciendo a velocidad de vértigo.