Nosotros habitualmente utilizamos en nuestras relaciones personales, amigos, familia, etc. el término «gurú» eliminando evidentemente la acepción religiosa hindú y refiriéndonos únicamente en lo que define la RAE como a una persona influyente en un grupo de especialistas expertos. En España, en ocasiones, es habitual encontrarse en ciertos actos con individuos que ejercen tal figura, pero a veces sin un gran conocimiento de la materia y no solo en el ámbito económico, permitiéndosele exponer a la audiencia, sus teorías sin ningún estudio o documento que lo avalen, y únicamente por su influencia política. A pesar de los esfuerzos que realizan algunos ministros para convencernos de la fortaleza de nuestra economía frente a otros países grades de la UE (Alemania, Francia e Italia), pero la realidad es muy contundente.
Al otro lado del Atlántico, la Fed ya ha actuado rebajando medio punto los tipos de interés en EEUU, proveyendo un escenario poco alentador de su economía doméstica y global en este ejercicio. También les han seguido los bancos centrales de Indonesia, Canadá y Australia, entre otros.
El cierre de 2019 nos ha dado un resultado final de crecimiento del 2% del PIB, frente a las previsiones más optimistas, en las que se presupuestó un avance de nuestra economía del 2,3% y como consecuencia de ello, se tenía una previsión de ingresos de casi 222.000 millones. Parece ser que este desfase entre lo presupuestado y lo realizado ha dejado un balance en negativo de casi 7.000 millones, incentivado por el mayor gasto social y en pensiones aprobado y sin realizar ningún ajuste para cuadrar las cuentas en el ejercicio anterior.
La alegría presupuestaria actual, hace que no tome en consideración los elementos de la realidad e imagina un entorno feliz a su alrededor sin atender a los acontecimientos que reclaman prudencia en el gasto, y sobriedad presupuestaria. Pero en contra de este camino racional, el pasado 11 de febrero, el «guru», ayudado en esta ocasión por «el hechicero» de la tribu, nos presentan un cuadro virtual en el que se aumenta el techo de gasto hasta los 127.609 millones de euros para el 2020, y aun mayor del 3%, para 2021, pero con crecimientos del PIB (sobre el papel) de unos pírricos 1,6 y 1,5 respectivamente.
Se está creando un escenario de hecatombe en busca de un mejor trato fiscal de la UE
Sin pretender quitarle el puesto a ningún «guru», y mucho menos al «hechicero», me permito exponer un dato importante, y es la evolución y previsión de nuestro PIB para este ejercicio, donde el crecimiento, difícilmente alcanzara la mitad del año pasado, y previsiblemente será un crecimiento nulo, por un elemento que ya ha hecho mella en la economía mundial: «el fantasma del coronavirus», que no el de la enfermedad, que está siendo aireado por los medios gubernamentales con el animo de crear un escenario de hecatombe económica, para poder solicitar así y a posteriori, una mejor valoración y mejor trato fiscal en Bruselas, y poder esconder debajo de la alfombra, los errores de una política económica desajustada.
Sirva de ejemplo la gripe, que es un tipo de coronavirus menos agresivo que el Covid-19, y que afectó el año pasado a 585.000 españoles, dando como desenlace en 2019 una cifra cercana a los 6.500 fallecimientos. Hoy se levanta un escenario tremendo, por unas cifras inferiores inferiores, (menos de 10.000 afectados y 500 fallecimientos), con todos los medios de comunicación posibles, lo que está afectando enormemente a las cadenas de suministro, y obligando a la parálisis de la producción en sectores clave de nuestra economía como son la industria de automoción y la del turismo, que suman un cuarto de nuestra economía. Es reseñable la saturación de demanda forzada por esta enfermedad, unida a la rotura de muchas cadenas de suministro en la industria, por el coronavirus, donde no nos afectara al de la alimentación, pero si al de la producción industrial.
Mas que una pandemia sanitaria, es una infección de la economía, por el impacto que está produciendo.
En este entorno, donde entidades como el Banco Mundial, el FMI ya pone en alerta un crecimiento bastante menor que en 2019 y donde la economista jefe de la OCDE Laurence Boone, pronostica un crecimiento global únicamente del 1,5% frente al 3,2 del 2019, si se prolonga en el tiempo el impacto de esta enfermedad del coronavirus, en el comercio y las inversiones, alimentan un escenario sombrío, con una desacertada política impositiva a particulares y empresas donde el enfriamiento de la actividad económica creara una mayor desempleo, menor consumo, y un menor margen de beneficios en las empresas hará imposible alcanzar los ingresos previstos del estado en los tres impuestos más recaudatorios IRPF, IVA y Sociedades por orden de importancia, obligando al gobierno a una subida generalizada de estas tres fuentes de financiación de forma importante.
Pero para que no cunda el pánico, diariamente tenemos en todos los medios el scoring de infectados y fallecidos, como elemento principal de información, intentando proyectar un control de la situación con medidas de descontrol, donde además los responsables de algunas autonomías ponen de antemano sus intereses partidistas.
Lo que, si parece seguro, es que se van a conseguir objetivos y nuevos estándares en la tan reclamada conciliación familiar, gracias a las nuevas prácticas del teletrabajo, algo que la economía española no había explorado profundamente.
Ahora bien, para no dejar entrar en debate público, los presupuestos y como argumento de distracción, ante la avalancha de noticias económicas y recaudatorias negativas para la población española, tenemos un nuevo elemento en escena, que por lo que parece, no se presentara a debate en la cámara baja la nueva propuesta de ley de Libertad Sexual o también conocida coloquialmente como «sola o borracha, quiero llegar a casa», para ayudar a que el «hechicero» se convierta también, con este perfil bajo de propuestas que se irán sucediendo en el tiempo, en un nuevo «guru», y poder proyectar una imagen de gobierno progresista, mucho más consolidada, aunque la realidad sea la inexperiencia y de falta de liderazgo.
Nuestro nivel de endeudamiento es preocupante. La deuda pública se situó en 2019 en 1.188.892 millones de euros, y la situación de deuda pública cerró 2018 en 1.173.107 millones de euros, seguimos creciendo sin freno, frente a los 384.661 millones de euros antes de la crisis en 2007.La revolución en la deuda publica se inició con Zapatero, y desde entonces nos hemos acostumbrado a llegar casi al umbral de PIB igual a deuda pública. Qué horror.
Mi humilde petición está dirigida tanto al «guru» como al «hechicero», para que se replantearan unos presupuestos para este año, reduciendo el gasto del estado, el número de ministerios y asesores, y los impuestos a familias, autónomos y empresas, ya.