Este pasado jueves, 20 de abril, Casa África acogió un acto centrado en el papel que Canarias está jugando para el Programa Mundial de Alimentos (PMA, o WFP por sus siglas en inglés) y organizado por el Consejo Canario del Movimiento Europeo, gracias al tesón del profesor universitario Lucas Pérez Martín, secretario de dicho organismo y director del Campus Internacional de la ULPGC. Desde la apertura de la base logística, firmada en 2012 y con el apoyo financiero de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), la base del PMA en el Puerto de la Luz y de Las Palmas ha dotado a nuestra comunidad autónoma de un elemento que debe llenarnos de orgullo: junto al Centro de Cooperación con África de la Cruz Roja, nuestra tierra dispone de una plataforma excepcional de solidaridad con nuestros países vecinos. Y esto sí que es una forma de darle a Canarias el carácter de plataforma logística.
Porque creo que en nuestra tierra hay poca conciencia de lo que es y lo que supone tener esta base del Programa Mundial de Alimentos en un momento en el que tan necesaria es la actuación inmediata en algunos de nuestros países vecinos. Y creo que es importante recordar y reconocer que entidades como la Autoridad Portuaria de Las Palmas, u otra como la AECID (que en 2022 firmó la renovación del compromiso para cuatro años más con esta agencia de Naciones Unidas) han sido fundamentales para que la base canaria del PMA sea hoy “una pieza clave” para la estrategia humanitaria internacional hacia todo el continente africano, especialmente para el África occidental.
Lo que supimos ayer a través de estas jornadas sí es nuevo, y es que nos permitieron entender que la yuxtaposición de diversas crisis regionales humanitarias y alimentarias, el impacto de la guerra de Ucrania en la logística mundial, el efecto que el cambio climático está teniendo en el mercado alimentario y la propia dinámica de funcionamiento de varios puertos africanos de nuestro entorno, son factores que han convencido al PMA de que su base en Las Palmas es, en estos momentos, “la única opción” para lograr no solo que los alimentos lleguen a cualquier punto del África occidental en menos de un mes, sino para cumplir con su novedosa estrategia. Esta nuevo concepto es algo que va más allá de lo que esta agencia logística siempre ha denominado el preposicionamiento de alimentos, y que ahora ha adquirido una nueva dimensión a través del llamado “Mecanismo de Gestión Global de Alimentos” (GCMF por sus siglas en inglés), un proceso de financiación interna que permite comprar con más antelación y reducir así el tiempo de entrega de la ayuda a los beneficiarios.
La responsable de este programa, Debora Debernardis, dio cifras de lo que pretenden que crezca el tráfico de alimentos por la base del PMA en Las Palmas: si este año ya se han canalizado 30.000 toneladas métricas de alimentos (cifra que ya supera la de años anteriores), la aspiración para el año próximo pasa por canalizar 50.000 toneladas a través de Las Palmas, una base que permite reducir a 30 días el tiempo que se tarda en hacer llegar un envío a cualquiera de las conexiones que tiene con África occidental. En años anteriores, el PMA usaba puertos como el de Duala (Camerún) o Lomé (Togo), pero los tiempos de envío raramente lograban bajar de los 120 días, a los que se sumaban inconvenientes como la imposibilidad de manejar cargas grandes durante los meses de lluvias.
Debernardis explicó que la base de Las Palmas no solo permite ahorrar costes y tiempo, sino que asegura también, por las magníficas condiciones de los almacenes, una conservación perfecta de los alimentos. Por ello desveló que en la nueva estrategia del PMA con Canarias se contemplará que siempre existan reservas de alimentos de, al menos, 5.000 toneladas en cualquier momento. La clave del sistema del PMA es comprar los alimentos en periodo de cosecha (cuando su precio es más bajo) y almacenarlos para ir ajustando su distribución en función de las necesidades de cada crisis. Tener esa previsión no solo ahorra dinero, sino que evita beneficiar a diversos intermediarios que esperaban a vender los productos que almacenaban en épocas de escasez para multiplicar su precio y, por lo tanto, su beneficio. No es mal momento para recordar, también, que además de la parte logística, el PMA ha adquirido en los últimos años gofio a empresas canarias, que surte a algunos de los países del entorno.
En esta jornada tuvimos el gran honor de reencontrarnos, aunque fuera virtualmente, con Pablo Yuste, brillante experto logístico español, actual coordinador del Programa Mundial de Alimentos en Nigeria y la persona que dirigió el establecimiento de la base del PMA en Canarias: de hecho, Yuste estuvo un año y medio trabajando desde un despacho en Casa África mientras avanzaban las obras de preparación de las oficinas.
En su intervención, Yuste nos enseñó a calibrar la magnitud del desastre cuando las grandes agencias humanitarias hablan del nivel 5 o de ‘hambruna’ en algún país africano. Y nos puso un ejemplo bien claro: en situación de hambruna, como la que está declarada en estos momentos en diversos puntos de África, cada día mueren 2 personas de cada 10.000. Así que, por ejemplo, si la isla de Gran Canaria (850.000 personas) tuviese una situación similar a la que ahora experimentan varias zonas de países africanos, morirían 170 personas al día, una cifra que, en cualquier otra circunstancia, como bien dijo, “nos helaría la sangre” y provocaría la inmediata toma de decisiones políticas.
Por eso es tan importante que sigamos recordando frecuentemente que, en algunos puntos del continente, estamos presenciando la hambruna más grave vivida en varias décadas. El planteamiento ayer realizado por los ponentes vinculados al PMA fue crudo: el mundo tiene cada vez más complicado alcanzar el Objetivo de Hambre Cero que plantea la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, ya que en estos momentos hasta 1.300 millones de personas viven en situación de lo que los expertos llaman “pobreza multidimensional” en hasta 109 países diferentes. Y esa suma de crisis de la que les hablaba antes, la de los sistemas alimentarios, la climática, la guerra de Ucrania (país que era el primer proveedor de grano del PMA), no hacen sino complicarlo todo un poco más.
La situación es de una gravedad extrema en varios países, mayoritariamente africanos (la franja de países del Sahel, el noreste de Nigeria, Somalia, Etiopía), pero también en países azotados por conflictos como Yemen o Afganistán.
Este próximo jueves, 27 de abril, en Casa África, profundizaremos sobre las crisis alimentarias, un tema al que debemos todos estar atentos, como ya he preconizado en muchas ocasiones. Aprovechando la reunión de los miembros de la Asociación de Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja Francófonas, Lusófonas e Hispanófonas de África (ACROFA) en la capital grancanaria, ofrecemos nuestra sede para organizar conjuntamente con ellos, el Centro de Cooperación con África de la Cruz Roja española y el Programa Mundial de Alimentos (WFP-PMA) un seminario que se centrará en analizar los desafíos de la ayuda humanitaria en África en nuestros días y, especialmente, en las emergencias humanitarias complejas relacionadas con la inseguridad alimentaria y la hambruna en el Sahel y el Cuerno de África, exponiendo y debatiendo desafíos, soluciones y perspectivas de futuro de la situación en ambas emergencias.
Este acto nos pondrá en situación sobre el impacto de las principales crisis alimentarias en África y tendrá lugar por la mañana, en abierto, online y presencial, así que no hay excusa para –si le interesa el tema- no seguirlo. Combinará desafíos y oportunidades desde el punto de vista técnico con experiencias, como las de la denominada Mama Dimanche (mamá Domingo), el apelativo cariñoso de la señora Christine Ntahe, presidenta de Cruz Roja en Burundi y de la ACROFA y fundadora de la fundación que se preocupa de la alimentación de los niños en su país.
Siempre he escrito en estos artículos lo importante que es que hablemos y conozcamos las situaciones más extremas de crisis que vive nuestro planeta. Ayer, Pablo Yuste le puso a esta reflexión las palabras precisas: “De lo que no se habla no existe, y ante lo que no existe no se actúa”.