Garrigues Walker, poeta

Antonio Garrigues Walker
Miguel Manrique
Por
— P U B L I C I D A D —

De Antonio Garrigues Walker se pueden decir muchas cosas; todas ellas, buenas. Presidente honorario de ACNUR; miembro de la Comisión Trilateral; ágil y fecunda labor en las relaciones con los Estados Unidos, Japón y China; patrono de varias fundaciones como la Ortega y Gasset; muy activo en la docencia universitaria; doctor honoris causa por varias universidades, como la Católica de Colombia; ilustre jurista al frente del despacho que lleva su apellido; distinguido con la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort, de Isabel la Católica y otras condecoraciones.

Basta echar una ojeada a la ficha que tiene en Wikipedia, para ver que lo citado arriba es poco. Pero, como si fuera también poca cosa, Garrigues fundó, junto a Miquel Roca i Junyent y Florentino Pérez en 1983, una formación liberal llamada Partido Reformista Democrático. Demasiada filigrana intelectual hubiera sido explicarle al país de aquella época —y al de ahora— qué diantres es eso del liberalismo como doctrina; o como ideología, según se mire. Tres años después, el flamante partido se disolvió, no sabernos si para bien o para mal del espectro político nacional.

Estela Alcaraz

Al margen del ajetreo empresarial, político, académico y jurídico, don Antonio es un hombre sensible a las artes. Es conocida su afición por el teatro. Pero de lo que yo no tenía ni idea, es del vate que habita en la piel de este abogado de 90 años. Con un físico más que aceptable para su edad, un cerebro y un habla como la de cualquiera que sea inteligente, Garrigues Walker estuvo la noche del 2 de diciembre en el Ateneo de Madrid. Cuatro recitantes, dos hombres y dos mujeres, leyeron versos de Palabras Vivas, corpus lírico en verso libre y composiciones no estrofadas.

El acto se desarrolló en el Ateneo de Madrid

Miguel Rellán, acompañado de Veva Alfaro, Joaquín Pérez Azaústre y Estela Alcaraz, sin llegar al concepto de declamación que se espera de un recital clásico, emplearon un lenguaje límpido y sonoro. Con una excelente vocalización, la poética de Garrigues Walker fue llenando a las ilustres paredes de La Cacharrería, coqueto salón del Ateneo madrileño, decorado con pinturas que recuerdan mucho a la imaginería rusa del icono. Ante la severa mirada de Alarico II y otros por un lado; y de la escrutadora de Quevedo y más clásicos por otro, los rapsodas hicieron llegar al público la sensibilidad de todo un poeta. De un hombre de letras que, al margen de los códigos, las minutas y las sentencias, se deja invadir por el amor de esas terribles mujeres llamadas Musas. Malvadas habitantes del Olimpo, las que no dejan en paz a un pobre Antonio, quien se las ha tenido que ver ante juzgados y tribunales, pelear en foros nacionales e internacionales; como el Centro Internacional de Toledo para la Paz…bendición que no llega a un Oriente Próximo, cada vez más enfrentado. Pero él lo habrá intentado.

Miguel Rellán

Miguel Rellán ofició de discreto maestro de ceremonias para presentar a la obra, a sus compañeros y al trazar el perfil poético del autor de Palabras vivas. El prestigioso actor sintonizó en todo momento con Veva Alfaro y Joaquín Pérez Azaústre y dió pies en uno de los poemas recitados por Estela Alcaraz; quien sí destacó al teatralizar algunos versos, haciendo gala de su condición de actriz.


FOTO: Antonio Garrigues Walker

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