Fin de semana con podio en París y en Bilbao para la hispano-venezolana Garbiñe Muguruza, y para el equipo femenino del Athletic de Bilbao, vencedor por enésima vez de la Liga estatal por delante del Barça y el Atlético de Madrid. Y con el consiguiente nerviosismo de instituciones vascas, prensa del estado, y estamentos deportivos que se han sentido señalados con el dedo por el «machismo» que impera en la vida deportiva. Nada que reprochar al tratamiento que el mundo del tenis otorga a nivel internacional a las mujeres, que a nivel de medios informativos, de contrtos de publicidad y de remuneración económica, al parecer, tienen motivos para declararse satisfechas.
Garbiñe Muguruza no disimuló su satisfacción al recibir la copa que le acreditaba como campeona del Roland Garros, paseó su copa por París y la exhibió ante fotógrafos y televisiones de todo el mundo en la mismísima Plaza de la Concordia.
Solo un pequeño detalle. Uno no sabe si los medios informativos aplaudían a la gran deportista que es la hispano-venezolana y a su exhibición en Roland Garros, o a su imagen de bellezón, vedette, sexappel. Y uno teme que otra vez, una más, la mujer sea tratada no por lo que vale en sí misma, sino por su condición de «florero» y «descanso del guerrero».
Por lo que toca a las futbolistas del Athletic, los reproches han resonado a lo largo y ancho de la prensa deportiva de España, empezando por la de Bilbao, dirigidos a la directiva del Athletic por no acceder a sacar la gabarra como ha hecho siempre en los triunfos del Athletic masculino, reproches que han alcanzado también a las instituciones municipales y forales, tan generosaas con el fútbol masculino como tacañas con el femenino, y a la misma afición, que llena San Mamés para verlos y jalearlos a ellos, pero «pasa» de su equipo femenino.
Al menos la Virgen de Begoña no les falló, fueron recibidas en la Basílica con todos los honores. Que por cierto, algún medio local se preguntaba hasta cuándo el deporte tiene que hacer profesión de fe católica, y para cuándo va a ser lo del laicismo. Que menos mal que la Garbiñe Muguruza no tuvo que visitar con su copa Notre Dame de París ni el Sacré Coeur de Montmartre, porque esas cosas de la religión ya no se llevan en la mayoría de los deportes.
Feliz tiene que sentirse Garbiñe de poder vivir holgadamente de los ingresos que le proporciona el tenis. Mientras que las futbolistas del Athletic, que desde hace unos años son las únicas que acarrean copas y títulos al equipo, apenas sacan para los gastos con lo que les proporciona su dedicación al deporte.
Pero es lo que hay… el deporte femenino sigue siendo el pariente pobre, como una muestra más de eso que llaman «machismo».