Aquel Madrid saca a la luz lo mejor del archivo fotográfico del periódico que dinamitó la dictadura

Una renovada Fundación Diario Madrid presenta una exposición con 172 historias en otras tantas instantáneas de una ciudad que nunca perdió casticismo y vitalidad

Pedro González
Por
— P U B L I C I D A D —

El estruendo que produjo la explosión y la reducción a escombros y cenizas del diario Madrid destruyó un medio de información, pero no pudo acallar las ilusiones y ansias de libertad de sus jóvenes periodistas, que lograron poner a salvo su dignidad y el inmenso caudal de su memoria y de sus relatos. También, su archivo fotográfico, más de 160.000 instantáneas procedentes tanto del Heraldo como del propio diario Madrid. 

La exposición, instalada en la renovada sede de la Fundación Diario Madrid, consta de 172 instantáneas, que en realidad son 172 historias contadas en un instante, en una imagen fija captada por la sagacidad del fotógrafo. Fue Francisco Umbral el que decía que, en realidad, Madrid es una excusa para contar historias, y tal es lo que pretende esta exposición, que abarca uno de los periodos más intensos de la historia de la ciudad (1921-1971).

Todo es política, pero en esta muestra los políticos profesionales no aparecen. El protagonismo se les cede a los madrileños, de cuna o de adopción, porque ya se sabe que en Madrid nadie es forastero. Es por ello sencillo concluir que ser madrileño no obedece al lugar de nacimiento sino a la voluntad integradora, de manera que, como afirmaba Calderón de la Barca, “Madrid es patria de todos, pues en su mundo pequeño, son hijos de igual cariño españoles y extranjeros”. 

Madrid son lugares, pero también son actitudes, y aquel Madrid es bullicio, es fiesta, es calle, es el paseo vespertino y los botijos a la fresca, es la conversación nocturna y el tráfico desesperante (de cuadrúpedos primero, y vehículos motorizados después), son los mercados, las colas en el metro y los intentos de convertir en playa las orillas del “aprendiz de río” que es el Manzanares. Aquel Madrid es trabajo a destajo y es siesta, es madrugón y verbena, es rutina y alboroto, es disfrute. De Madrid al Cielo pudo ser un lema acertado, pero debe haber mucho de verdad cuando los que vienen y se instalan así lo corroboran y proclaman. 

Díaz Casariego, Pérez de Rozas, Luque, Anguita, Basabe, Cervera, Urech o Wagner firman, entre otros, las instantáneas, en las que los visitantes más veteranos reconocerán momentos de sus propias vidas. Otros, los más jóvenes, conocerán quizá por primera vez la calle, la plaza o el rincón en el que hoy habitan y que no se parece en nada a lo que fue y les muestran las fotografías. 

Otros evocarán a borbotones la historia de la familia propia, como la instantánea en que aparecen cientos de maletas ordenadas en la Estación del Norte, cuyos dueños estarían ya aposentados en el tren de la emigración, en busca de las oportunidades y horizontes que la España de posguerra no les podía ofrecer. Es precisamente esa instantánea muda, pero sin duda llena de recuerdos, de lágrimas y nostalgias, a la que hizo referencia Félix Bolaños, ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, en la inauguración de la exposición. Evocaba así el ministro la propia historia de sus padres emigrantes, que se conocieron y enamoraron en la tierra extraña de otro país. 

Cincuenta años después de que la dictadura decretara el cierre del diario Madrid esta exposición y el marco que la cobija ofrece algo más que una exhibición de museo. Es historia, es vida, es experiencia y es en definitiva el nexo entre generaciones que se pasan el testigo para conformar que Aquel Madrid tan castizo, dinámico y vital, era en realidad la antesala necesaria de éste gran Madrid de nuestros días. 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí