Se conoce como incunables los libros y documentos impresos en Europa entre 1440 y 1500. De ellos, la Biblioteca Nacional posee 3.200, de los que apenas 330 fueron producidos en España. De estas primeras y únicas joyas, María José Rucio y Fermín de los Reyes, en su papel de comisarios, han elegido una veintena para mostrarlas en la exposición titulada ‘Incunabula’, que conmemora los 550 años de la llegada de la imprenta, inventada por Gutenberg en 1440. Y, sobre todo, expone el primer libro de todos, el ‘Sinodal de Águilafuente’, el primero impreso en España, custodiado siempre en la Catedral de Segovia, de la que ha salido por primera vez para ser el invitado de excepción de esta muestra, que permanecerá abierta hasta el 23 de julio.
El libro contiene las actas del sínodo celebrado en dicha villa segoviana entre el 1 y el 10 de junio de 1472 y fue impreso por Juan Párix, que también lo hizo con varias obras de Pedro de Osma, el primer autor en publicar en España. Precisamente uno de tales libros, relativo a la confesión, fue prohibido por las autoridades eclesiásticas, lo que motivó el exilio de Párix, que abandonó Segovia para instalarse en la ciudad francesa de Toulouse.
La expansión de la imprenta en España fue rápida, con la instalación de talleres en Barcelona y Valencia (1473) y Zaragoza (1475), de la mano de impresores alemanes, que previamente habían instalado el invento de Gutenberg en Francia e Italia. Pronto aparecerán españoles, como los socios de Sevilla Antonio Martínez, Alfonso del Puerto y Bartolomé Segura (1477), impresores hebreos, como Juan de Lucena, en la toledana La Puebla de Montalbán (1476) o Alfonso Fernández de Córdoba en 1477 en Valencia. Los hebreos dejaron pocos ejemplares, habida cuenta de que en 1492 sufrirían el decreto de expulsión.