Se cumplen 50 años de la muerte de Pablo Picasso. Son muchos los homenajes que se están tributando a la memoria de uno de los genios más grandes de la pintura; merecidos todos ellos.
El pasado jueves 5 de octubre tuvo lugar en el Real Conservatorio de Música de Madrid, un armonioso maridaje entre lo plástico y lo sonoro. Bajo el título PINTANDO CON MÚSICA, el artista venezolano Pedro Sandoval ofreció su particular homenaje al insigne malagueño. El cuadro Estuche para dos violines picassiano, ha sido recreado por Sandoval en el cartel que invita a una exposición en el Conservatorio que estará hasta el 14 de enero.
El amancebamiento entre la imagen y las notas se produjo en un concierto a cargo de una orquesta sinfónica que interpretó la over suite La apoteosis del genio, compuesta por Salvador Dávila. Magnífica profusión sonora en medio de la cual estuvo la voz de Ehapo Santander, tenor ecuatoguineano que nos estremeció a todos los presentes. Los músicos, todos venezolanos, ryders la mayoría y trabajadores de lo que salga cuando eres inmigrante; pero, sobre todo, fugitivos de la anarquía llamada régimen chavista que arruinó a esa nación hispanoamericana.
Fue aquí cuando se produjo ese “réquiem por Venezuela”, con el que me permito titular parte de este artículo. Pedro Sandoval, en la presentación, dejó muy claro que a él no le gusta la política; solamente es un artista y un ser humano que sufre por las desgracias que azotan a su pueblo. Sandoval presentó a los músicos como los trabajadores descritos arriba, definiendo a sus compatriotas como un pueblo sin patria, pero la que esperan recuperar algún día.
Después de disfrutar de un concierto que no deseábamos que se acabara, los asistentes fuimos invitados a impregnarnos de la magia cubista en unos 7 autorretratos de Pedro Sandoval. Los que conocemos parte de su obra, nos solazamos con la versatilidad del pintor y escultor venezolano. Tiene la inmensa capacidad de partir del constructivismo, pasando por lo abstracto para aterrizar en el cubismo más vanguardista, cobrando el homenaje a Picasso su más alta dimensión. El intenso cromatismo y el rigor de la geometría logran un escape hacia lo poético, máxime cuando se contempla la humanidad de los rostros que te miran fijamente desde la pintura.
Unas esculturas a la cera perdida, protagonizando a músicos en plena actividad, sorprenden al espectador entre cuadro y cuadro. ¡Para qué más! Entonces, vuelves al momento del concierto y deseas que aquello no acabe nunca para abrazarte con Picasso, la música y Pedro Sandoval.
FOTO: Imagen del cartel de la exposición «Pintando con música»
