
«Corresponde al Rey (como Jefe del Estado) el Alto Patronazgo de las Reales Academias»
Artº 62.j. C.E.
«El hombre es muy inclinado a considerarse la figura principal de la superficie de la Tierra»
F.E. Zeuner
Como ya hemos señalado en un artículo específico, el Instituto de España que engloba al conjunto de Reales Academias, se constituye como órgano consultivo del Estado al objeto de asesorar a la soberanía nacional (“de la que emanan los poderes del estado”) sobre materias diferentes, con el fin de evitar la manipulación interesada de las mismas. Desde la honestidad y la racionalidad científicas y académicas.
En todo caso, problemas sanitarios como la pandemia del Covid 19, políticas particulares y teorías surrealistas sobre distintas materias relacionadas con las ciencias, no habían producido ninguna reacción para cumplir el “derecho a la información veraz” constitucional hasta que, muy probablemente, han sido reclutados para apoyar y defender al poder ejecutivo, empeñado en imponer determinados dogmas ligados a nuevas ideologías e intereses. Hay que recordar la franqueza con que un militar de alta graduación confesaba ante la televisión pública, su misión de detectar críticas a la gestión gubernamental.
Subidos a la ola de apoyo al gobierno, la página web de una de estas instituciones, ha incluido lo que llaman “píldoras contra la desinformación”, con la mejor de las intenciones (de las que se dice llenan el infierno), intentando arrimar el hombro institucional y “huir de los bulos”. Los temas contenidos van desde la biodiversidad, la evolución, el cambio climático, vacunas, etc. etc.
Como ejemplo de una de las “verdades” (que nunca existen en el mundo de la Ciencia) comenta lo siguiente: “El cambio climático se refiere a los cambios a largo plazo en las temperaturas y patrones meteorológicos. Las actividades humanas han sido el principal impulsor del cambio climático, principalmente debido a la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas”. (fin de la cita). Es desde luego una simple y pequeña píldora que deja en muy mal lugar a la prestigiosa institución.
En primer lugar, porque el texto parece más salido de los “argumentarios” que salen cada día de los partidos políticos que de una realidad científica. Por ello se refiere en singular al “cambio climático” para aclarar a continuación que se refiere a “los cambios (en plural) a largo plazo en las temperaturas y patrones meteorológicos”. Una aclaración inexacta y poco precisa de los muchos cambios que el planeta Tierra puede haber experimentado a lo largo de su extensa vida (+/- 4.500 millones de años), cuyas temperaturas ya en el Precámbrico parece que no fueron muy diferentes a las actuales, según las muestras y testimonios recogidos:
«El clima húmedo y templado que reinó durante mucho tiempo en el Precámbrico, volvió después del periodo glaciar del Infracámbrico».
Roland Brikmann
¿Qué decir de los “patrones meteorológicos” totalmente inexistentes para hacer un seguimiento de los mismos a través de miles de millones de años? La Paleoclimatología es una ciencia nueva con mucho recorrido por delante, al igual que lo siguen siendo otras ramas de ciencias inexactas, ligadas a cambios y debates permanentes sobre la historia de la Tierra.
Por supuesto, el olvido más llamativo de ésta “píldora” es la relación de esa historia con el lugar que ocupa el planeta en el Cosmos y, más específicamente en el Sistema Solar que conocemos. Los movimientos del mismo alrededor de una estrella con sus ciclos propios como el Sol (oblicuidad de la eclíptica y excentricidad de la órbita), con unas características determinadas y rotando sobre su eje que cambia de posición, también son obviados en la “píldora” a que nos referimos… algo imperdonable para la objetividad científica pretendida.
También pasa de largo sobre los miles de millones de vida en la Tierra, para detectarse de nuevo el argumentario político-ideológico: “Las actividades humanas, han sido el principal impulsor del cambio climático, principalmente debido a la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas”. Así, “el Carbonífero parece contener la mayor parte de los yacimientos de hulla, con un clima uniforme húmedo y templado”. Olvidarse de todo lo ocurrido en la formación del planeta, de los fenómenos volcánicos y tectónicos, de la formación y deriva continentales, de las transgresiones y regresiones marinas, de los propios movimientos polares y cambios de inclinación en el eje de la Tierra (junto a las interrelaciones propias de los mismos) para quedarse en el “Homo sapiens” como principal impulsor del cambio climático a lo largo de los tiempos geológicos, resulta impropio de la institución. Confundir épocas y utilización de recursos para el progreso humano, es alinearse con la “doctrina” oficial y extraoficial del nuevo “malthusianismo” preconizado en diversos foros interesados. Se olvidan del gran error de Malthus.
Nos retrotraemos a la especie humana como única transformadora de todos los elementos de la corteza terrestre —desde los orgánicos a los inorgánicos—, cuya evolución es permanente en la historia de la Tierra. Reducimos esa historia a lo “conveniente” o “políticamente correcto”, dando muestra de parcialidad en las opiniones. Pues bien, que sepamos hasta ahora, la especie humana en su evolución y progreso no ha afectado a los cambios climáticos más allá de lo que pueden hacer las hormigas de un termitero o un conjunto de células. Sí pueden hacerlo (y parece que lo hacen) realizando “experimentos” de dominio del clima, que sólo ocasionan problemas a la Naturaleza. La cronología y la demografía del “erectus” desde el descubrimiento del fuego, poco ha podido influir en el Sol y en la órbita de la Tierra, verdaderos factores de influencia climática. Tampoco las sucesivas culturas y civilizaciones. Es ahora, cuando en base a una propaganda política, se pretende transformar el mundo natural en un adefesio irreconocible que, eso, sí, está llenando el planeta y su atmósfera de una basura “progresista”.
Siglo XIX, provincia de Jaén, 57º de temperatura. gracias a la acción antrópica industrial de los jienenses (más bien escondidos tras la persiana y con el botijo en la mano). Como todos sabemos, no es lo mismo el hemisferio norte que el sur, al igual que las mediciones contaminadas por la situación de los controles, o que los objetivos sujetos a programas con soluciones predeterminadas haciendo trampas en el solitario.
Con todo ello, la institución a que nos referimos en lugar de provocar una aproximación a la sociedad (gran parte de ésta tiene magníficos conocimientos científicos), lo único que ha logrado es lo contrario: la pérdida de reputación. Y eso es grave porque no depende del “engrase” o sostén económico que la mantenga, sino de la desconfianza del “soberano” (del Estado, en definitiva) en sus instituciones.
Por el respeto que merecen todos sus miembros, sería bueno eliminar la “política” o las “ideologías” personales del mundo de la Ciencia o, mejor dicho, del mundo de las ciencias. Máxime cuando la ocupación ideológica institucional puede conducir al pensamiento único totalitario y dogmático, al empobrecimiento intelectual y a la negación de lo racional.