
De nuevo otra institución pública es fruto de polémica relacionada con el dinero. En esta ocasión se trata de un prestigioso centro de investigación científica dedicado a algo tan sensible como la Oncología.
El Centro nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), depende del Ministerio de Ciencia e Investigación y, por tanto, queda regulado en cualquiera de sus facetas por las normas y leyes relacionadas con el sector público. Con el Estado a través del gobierno de la Nación.
Pues bien, en dicho centro de investigación científica parecen admisibles unas donaciones destinadas a los fines específicos del mismo. Donaciones de personas y entidades que deben pasar a los presupuestos correspondientes, tanto si son fruto de exenciones fiscales, como si son incorporados a los presupuestos públicos por medio de generación de crédito.
Asimismo, su estructura organizativa queda normativizada en cuanto a sus plantillas, funciones, responsabilidades y -como es lógico- retribuciones públicas. Cualquier cambio en ellas debe estar suficientemente justificado y siempre sujeto a la legislación que rige el régimen jurídico de las AA.PP.
Al parecer y según lo publicado hasta el momento, entre la organización investigadora de dicho centro, se ha colado un departamento especial con nombre propio: “Programa CNIO Arte”, donde se mezclan y confunden objetivos donde las donaciones privadas van de la mano de promoción de unos artistas determinados que acaban donando al CNIO sus producciones.
Las justificaciones publicadas son de lo más variado: “Es una herramienta para hacer llegar la importancia de la Ciencia a la sociedad” o “son cantidades que no pueden destinarse a ninguna otra finalidad distinta del CNIO Arte, de acuerdo con los financiadores”. Es más, parece que existe una plataforma filantrópica llamada “Amigos/amigas del CNIO” que parece dar cobertura y apoyo a esta actividad a través de la llamada “Oficina de Imagen Institucional” a cuyo frente se ha colocado un galerista (más dos ayudantes) para “promover actividades artísticas dentro del organismo público”, amén del apoyo administrativo que corresponda, ya que no se queda en acciones internas sino que tienen presencia en ferias y exposiciones externas como ARCO o las sedes del Instituto Cervantes en Nueva York, Chicago, Varsovia o Washington.
Al parecer “las obras de arte donadas por el artista de esta edición al CNIO tienen un valor de mercado de 30.000 euros” según lo publicado, sin indicar ni detallar los actos expositivos, las fechas, los artistas donantes, los filántropos exigentes con la aplicación de sus donaciones para “arte”, las cantidades reales percibidas por el CNIO y su dedicación posterior.
Sólo aparece el coste anual de tres nóminas (galerista y ayudantes) por un total de 200.000.- euros anuales, más los datos aportados por la secretaria general (¿técnica?) en un informe que la prensa publica, en el cual aparecen reconocidos como gastos dedicados a este tema: 1 millón de euros y cerca de tres millones entre 2018 y 2023, con una inversión en arte de 291.979,35 euros y 877.788 euros dedicado a gasto de personal” de la Oficina de Imagen Institucional del CNIO.
La pregunta es ¿para qué quería el organismo público (conocido por su prestigio internacional), promocionar su imagen institucional, detrayendo fondos que deberían ser para la investigación científica? A tales gastos “hay que sumar siete empleados del centro (dedicados a las áreas de Comunicación, Filantropía e Imagen Corporativa) por un total de 2.776.036 euros más los viajes con “fines artísticos” a Mozambique,Oslo,Chicago y Washington” (The Objective.- 13/12/2.24).
En todo caso, la cuestión que plantea es si todo ello estaba de acuerdo con el sistema reglado de gastos públicos, controlado por la Intervención General del Estado y posteriormente fiscalizado por el Tribunal de Cuentas (cuando toque).
Todos los gastos públicos serían fiscalizables en inicio por el cuerpo de interventores de Hacienda que comprueban el “interés público” del gasto, así como su justificación en el ámbito de los presupuestos públicos de cada órgano de las AA.PP. en sus diferentes epígrafes, con informes favorables o negativos. Asimismo, las estructuras orgánicas “ex novo” deben aparecer en los presupuestos con su aprobación correspondiente o generar crédito en los mismos para su fiscalización. Entre ellos la adquisición de bienes muebles (pinturas o esculturas) que deberían pasar por la Junta de Valoración de BB.AA. del Ministerio de Cultura que justificara su interés.
La única referencia publicada es una instalación “hecha por Dora García para el CNIO” en la que se observan tres garrafas de plástico, cubiertas por una chapa ondulada y una estructura de chapa de madera de fondo….. Las obras de carácter conceptual vendidas de esta artista (según el banco internacional de datos “Artprice”), son “Dibujo” en Christie´s, Amsterdam, en 20/5/2009 por 350.- euros; “Farenheit 451” una “escultura/instalación con una mesa de madera y libros”, vendida en Phillips, UK, en 11/12/2013 por 2.868.-euros y “Espejo hecho añicos” una técnica mixta de 25,5×17 cms. vendido en Fernando Durán, España, por 3.300.- euros.
En estos momentos parece que se ha solicitado a la dirección del CNIO, un informe que aclare todo lo conocido hasta el momento en relación con este asunto. Y es que el dinero público debe ser sagrado para su correcta administración y gasto por las instituciones.