Cambio climático: ¿verdadero o falso?

Cambio climático: ¿verdadero o falso?
Juan Laguna
Por
— P U B L I C I D A D —

Indudablemente verdadero y permanente. Otra cosa es la manipulación del tema como nueva ideología que sustituye a las clásicas.

El 15 de marzo se convocaba un día de huelga estudiantil por este motivo y los jóvenes, como en mayo del 68, proclaman: “seamos realistas, pidamos lo imposible”. Ni más ni menos que los gobiernos establezcan cuándo y cómo el planeta Tierra deba funcionar tras haberlo hecho a lo largo de miles de millones de años.

He estado en la manifestación convocada en Madrid, hablando de todo ello con los jóvenes. En la mayoría de los casos desconocen o no relacionan los movimientos de rotación y traslación de la Tierra con tales cambios climáticos. Al preguntar quien convoca la manifestación y la huelga, dicen que es el gobierno a través de plataformas o redes sociales, pero a ellos lo que más les importa no es el motivo, sino la huelga. Repiten ¡hace calor! sin darse cuenta de que la acera que está en sombra, tiene una diferencia con la de sol de unos 4-5 grados. El doble de la anunciada y temida subida de temperaturas debida al cambio climático. El simple hecho de cruzar la calle ya nos estaría afectando.

Cuando hemos hablado de “glaciaciones” y los cambios climáticos conocidos o intuidos a lo largo de los años, ponen cara de no entender nada… pero ya están adoctrinados convenientemente. Parecen ignorar que la órbita de la Tierra alrededor del Sol (del que procede el calor) tiene un radio de 150.000 kms. y que, cada seis meses de intervalo, el planeta ocupa dos posiciones separadas por nada más y nada menos 300.000.000 de kilómetros. Que durante el movimiento de traslación existen otros movimientos menos conocidos que afectan al eje de rotación y producen “cambios climáticos” que afectan en mayor o menor medida a distintos puntos de la superficie de la Tierra y a los que la Humanidad y todos los seres vivos han ido adaptándose evolucionando al mismo tiempo.

Otra cosa diferente es que la actual civilización (de la que nos sentimos orgullosos) se haya basado en el consumo de energía y de recursos naturales en un crecimiento exponencial lógico debido al crecimiento demográfico y el requerimiento de más y mejores niveles de vida, produciendo unos problemas ambientales determinados, que son fruto de un diseño de desarrollo del que también presumimos. Hablamos de contaminación, pero seguimos aferrados a gozar de aires acondicionados, aparatos tecnológicos que emiten radiaciones, vuelos baratos, bienes de todo tipo con obsolescencia programada, alimentos sofisticados, ropa de usar y tirar, etc, etc. Todo lo que implica disfrutar de la abundancia, mientras nos asombramos de que en muchos puntos del planeta se viva de forma elemental. Eso sí, rechazamos formas de energía más limpia (como la nuclear) esperando que el espacio natural sea invadido de torres eólicas suficientes para mantener nuestra forma de vida. Son contradicciones flagrantes sobre las que no se reflexiona o que se manipulan hábilmente.

Podemos hablar de la gravedad de contaminar la Naturaleza, pero siendo conscientes de las renuncias que nos puede suponer evitarlo. Podemos hablar de la utilidad de las tecnologías en muchos casos, pero tener en cuenta los grandes sacrificios que ello nos está costando a escala profesional y de paro. Podemos hablar de la contaminación atmosférica que se prefiere constreñir al ámbito urbano y a la circulación de vehículos en su interior, cuando sabemos que los mayores índices contaminantes están en el sector industrial que es el que produce bienes y servicios para nuestra comodidad, como es el caso de los cada vez más numerosos vuelos “low cost” o los propios automóviles.

¿Estamos dispuestos a renunciar a todo ello?

Los jóvenes de la manifestación usan y se sirven de tales beneficios y no los veo con muchas ganas de poner una huerta en el campo, usar el arado manual, alimentarse de forma natural con frutos que se pudren de inmediato si no llevan protección, calentarse en invierno con sólo mantas (la combustión del fuego o el carbón produce gases) o refrescarse de ese calentamiento global en el pilón o en la alberca. Menos aún a trasladarse de un lugar a otro a lomos de burro (ahí habría maltrato animal) o simplemente a pie, cargando con el hatillo en lugar de la maleta de PVC. Por eso están en su mayoría por lo que nos dicen: porque no hay clases.

Si a éstos jóvenes les hablamos de las teorías de Roland Brikmann sobre Geología Histórica, de E.L. Schatzman sobre la estructura del Universo, de F.E. Zeuner sobre Geocronología o simplemente de las tesis evolucionistas, muchos de ellos no sabrán qué responder porque su “iPhone” o “Smartphone” no tiene las aplicaciones correspondientes. En cambio sí existen para convocar o adoctrinar desde intereses concretos a través de “redes” en las que quedan atrapados por los llamados “influencers”.

La tercera ola anunciada por Toffler está aquí con sus efectos colaterales de contaminación de todo tipo (incluida la contaminación intelectual y el adoctrinamiento mediático-político) y no nos queda más solución que discernir desde el conocimiento, la experiencia y el sentido común cuánto hay de una cosa y de la otra. Cuánto hay de verdadero y cuanto de falso en cada mensaje recibido por diferentes vías. Sin duda todas ellas interesadas.

Pero aparte de acertar en el discernimiento, debemos acertar en nuestra decisión de obrar en consecuencia y ello nos lleva a las disyuntivas ya expuestas: retorno a lo “natural” o tratar de seguir adelante con plena capacidad y responsabilidad en un mundo cambiante, lleno de nuevas “mitologías” que nos deslumbran pero que, en el fondo, tratan de capturar nuestra libertad y ponerla al servicio de intereses que se nos escapan pero que podemos colegir. La respuesta a todo ello mostrará nuestra capacidad de evolucionar y seguir adelante.

El llamado “cambio climático” se ha puesto al servicio de algunos de ellos y los que lo manejan científicamente, parecen haberse rendido a las subvenciones o a las ideologías del momento. Hace 500 años solamente Groenlandia era muy diferente al paisaje helado que se nos ha dado a conocer, porque el planeta Tierra no puede estar al albur de los intereses de sus habitantes en sus todavía misteriosos movimientos orbitales y rotatorios. Menos aún estar sometida a las leyes humanas porque el Universo y la Naturaleza tiene las suyas propias.

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