Teresa de la Pisa

Miguel Manrique
Por
— P U B L I C I D A D —

Ya está aquí el calor, fulminando con él lo bueno. Y lo bueno son las inauguraciones de arte plástico, las presentaciones de libros y demás alimentos del espíritu, para los necesitados de estos nutrientes. Si Madrid sobrevive a otra de sus infernales canículas, hacia septiembre nos reencontrarnos con maravillas como la que se estrenó el pasado miércoles 5 en la galería David Bardía, en Villanueva, 40.

Hablo de la joyería llevada a la escultura por Teresa de la Pisa, quien extiende su talento diseñador a formas florales en técnicas como el cristal de Murano o el latón marteleado. El cromatismo, que va del fucsia al dorado y otros tonos, descansa en tonos amarfilados, en los que la sutileza del lenguaje escultórico ejerce su dominio.

Si una joya es ya una escultura en miniatura, y el artesano un Miguel Ángel anónimo, Teresa de la Pisa es una joyera agigantada al traernos a la vista lo que con la imaginación nos pondríamos en dedos, muñecas o cuellos.

De la Pisa remata todo su esplendor plástico con una afabilidad que enamora, pues su léxico te introduce en su escultórica, haciéndote parte de sus creaciones. Yo entré de carne y hueso en la David Bardía y salí de Murano: una de mis materias favoritas.

2 Comentarios

  1. Cuánto habrá pagado esta mujer por esta crítica tan benévola. No la conozco pero lo que se vio, además de a sus amiguetes, es más el resultado de los caprichos de una niña bien, muy bien casada, que en sus ratos libres juega a ser artista. En el arte no todo vale. Ni los críticos. Ni yo.

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