«La juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo»
G.B.Shaw
A algunos les dura toda la vida su inmadurez (añado por mi parte).
La gran cuestión que planea sobre los recientes atentados a obras de arte es ¿quién ha arrojado la primera piedra?
Hace poco me refería a la furia iconoclasta desatada desde el mundo de la política sobre la Historia, la Cultura y la Ciencia, en relación con la posible destrucción del monumento existente en el Valle de los Caídos, a pesar de su protección legal y constitucional, sin que nadie se diera por aludido. Hoy, en cambio se produce una hipócrita conmoción por los atentados sufridos por dos obras de arte también emblemáticas en el mundo del mercado de arte (sus altas cotizaciones las señalan), ambas correspondientes a series pintadas por Van Gogh (girasoles) y Monet (almiares).
Tal condición les resta originalidad ya que, de cada uno de los temas, hay varias versiones (algunas discutidas en el caso de Van Gogh) y la pérdida de una de ellas tampoco restaría importancia al resto de las obras de ambos artistas. Esta premisa supongo que ha sido tenida en cuenta, al igual que las posibles consecuencias legales por unas jóvenes activistas que, tanto en el caso de la obra agredida en la National Gallery de Londres por la organización “Just Stop Oil”, como en el caso de la obra de Monet en el museo Barberini de Postdam, tenían además protección de cristal y la garantía de una rápida intervención que evitase daños. Lo más importante era la acción reivindicativa y su repercusión mediática bobalicona a nivel mundial.
Resulta sorprendente en primer lugar que, tanto en uno como en otro caso, los servicios de seguridad de acceso en ambas instituciones, no se percataran de la intención de las visitantes o que tal intención no fuera inmediatamente abortada por los vigilantes de sala al comprobar el inicio de la misma: apertura de mochilas o bolsas, extracción de chalecos y de los recipientes con el menú preparado para cada caso: sopa de tomate y puré de patata. Igualmente sorprendente es la actitud de pasividad total de los visitantes que se refleja en el vídeo editado como si fueran simples “figurantes” de una escena de cine.
Lo que no resulta sorprendente es la supuesta motivación de ambos actos ya que la continua, falsa y catastrófica comunicación sobre el tema del cambio climático, está llevando a mentes ignorantes, poco preparadas intelectualmente o previamente infantilizadas a través de una propaganda capciosa, a creer que esa “última generación” (“Letze Generation” se autodenominan) tiene los días contados por los cambios de clima que el planeta ha venido teniendo desde sus principios.
“Cada vez más personas se niegan a aceptar en silencio la progresiva destrucción y puesta en peligro de la vida humana en nuestro planeta”. El cuadro no sufrió daños (así estaba previsto al parecer), “todo lo contrario del inconmensurable sufrimiento que las inundaciones, las tormentas y las sequías nos traen hoy como presagio de la inevitable catástrofe”. Obsérvese que no se habla en el comunicado de las activistas de guerras y, sobre todo, del peligro de guerra nuclear mucho más inmediato o la escalada armamentística. Eso no parece que entre en las instrucciones recibidas al efecto, donde los antiguos pacifistas (hoy muchos en altos cargos políticos) callan y otorgan con su silencio poderes de destrucción masiva a escala mundial.
En cuanto al sufrimiento que los fenómenos naturales que han sido y seguirán siendo en el planeta, enumerados tan concretamente por las activistas, lo que vienen a indicar es la profunda ignorancia y desconocimiento entre otras cosas de la tectónica de placas que ya en el “plan antiguo” se estudiaba. Lo mismo cabe decir sobre el supuesto (y puntual) “calentamiento global” que se puede producir estacionalmente en la Tierra a causa de la actividad y los ciclos solares.
No es culpa suya. Cuando los líderes políticos (escogidos hábilmente para seguir las instrucciones y las pautas de la política mundial) dicen las mismas barbaridades estableciendo unos modelos o patrones ajenos a la realidad de la Naturaleza y del Universo, están sembrando destrucción, odio, enfrentamiento y rencores sociales, ajenos y opuestos a lo que debe ser la Política en libertad, armonía y solidaridad. En estos casos no se puede justificar desconocimiento, ya que a todos ellos se les suponen estudios y formación superiores, sino otras intenciones más personales y, por ello, más perversas.
Así se echarán las manos a la cabeza con exclamaciones sobreactuadas: “Esto es barbarie cultural y no una declaración política. Estáis (¡qué familiaridad!) perjudicando vuestra causa” dice el alcalde Postdam Mike Schubert (socialdemócrata). La ministra de Medio Ambiente de Branderburgo (verde) de nombre Ursula Nonmemacher: “La lucha contra la crisis climática no se ve fortalecida con ataques a cuadros famosos. Lo que hace falta es un amplio consenso social”, mostrando una identificación de intenciones con las activistas suavizada con una reconvención a las “niñas malas”. Por su parte la ministra de Cultura Manja Schüle (socialdemócrata), dice que las activistas hacen un flaco favor a la gigantesca tarea de protección del clima y destruyen deliberadamente tesoros culturales”. No, mi estimada ministra, el clima no es algo que pueda protegerse o destruirse, sino que va por libre y nos toca únicamente soportarlo como el resto de las especies. Entiendo que, como tal ministra de Cultura, alguna formación tendrá; otra cosa es animar a la destrucción de tesoros históricos o culturales que es lo que parece llevarse en la era de la “postverdad” (de la mentira edulcorada) desde los monumentos que forman parte de la Historia, a la propia Historia del Arte y de la Cultura (por cierto, la política lo es y lleva el mismo camino).