A primeros de septiembre de este año, con el título El mercado de arte se divierte, hacía referencia a las “novedades” que el mundo digital ofrecía para bromear con situaciones bastante surrealistas brindadas para las transacciones artísticas. El motivo era la subasta de “criptocopias” de obras de arte por parte del museo del Hermitage, de autores como Leonardo da Vinci, Van Gogh, Monet, Giorgione o Kandisky con el sistema NFT (non fungible tokens). En definitiva, la adquisición de copias digitales de obras de arte.
Pues bien, estos días me he encontrado en el informe anual del mercado de arte que hace el mayor banco de datos de ventas del mundo, con este titular: “La locura viral de los NFT”, (obras virtuales cuya autenticidad y trazabilidad, está garantizada por la tecnología blocchain) en un trabajo que desarrolla lo que se viene dando y afianzando ya en el mundo de las subastas de arte, donde el mundo virtual de la NFT está provocando —al parecer— lo que llaman “epifanía tecnológica”, “nuevo Renacimiento”, “burbuja digital” o “nuevo nicho especulativo” que, algo de todo ello puede haber.
El autor o “artista” que ha provocado un verdadero terremoto es el artista digital y diseñador gráfico Mike Winkelmann (más conocido como “Beeple”), creador de obras cómicas de carácter distópico (eso que no falte) que, a través de la sala de subastas “Christie’s” ha logrado una venta récord de su obra “Every days:The first 5000 days”, (“todos los días: los primeros 5.000 días), un archivo digital en formato JPG en forma de un gran panel de imágenes, que consistió en realizar a partir del 1 de mayo de 2007, una obra de arte cada día, siguiendo la línea marcada por el artista americano del “collage” Tom Judd de realizar un dibujo diario durante un año, Pues bien, la obra de Winkelmann (Beeple) se consiguió vender por la cantidad de 69,3 millones de dólares, lo que le coloca en el tercer lugar del “ranking” de artistas vivos.
Esta cifra calificada como “exorbitante” por el propio analista de “Artprice”, se une a a otras ya obtenidas desde que, en octubre de 2020, comenzó a vender NFTs. Así su obra “Crossroad” se vendía en febrero de 2021 por 66.666,66 $, siendo revendida a continuación por 6,6 millones ($). Otra “Everydays.The 2020 collection”, una colección de 20 pinturas, fué adquierida en 2,2 millones ($).
Naturalmente, esto es posible por la existencia de extravagantes coleccionistas como el millonario indio Vignes Sundaresan, que con sólo 32 años ha sido el primer comprador del primer NFT en subastas públicas, creador de uno de los fondos de inversión de NFT (Metapurse) que tiene como objetivo construir la colección de arte NFT más grande del mundo, comprador de obras similares de “Beeple” para revenderlos estratégicamente a 22 millones de interesados que, según los datos de “Christie’s”, siguieron la venta de “The first 5000 days” . Un 60% menores de 40 años, junto inversores de carteras de criptografía con deseo de aprovechar la avalancha de nuevos compradores de arte digital y la liquidez en el mundo de las criptomonedas, generando en los cinco primeros meses de 2021 unos 2.500 millones ($).
Como de costumbre en el mercado de arte, estos nuevos elementos se basan en la originalidad que presentan las adquisiciones “tokenizadas” (NFT), donde se van a suceder nuevas propuestas, como la de la casa de subastas “Phillips” (que ya anuncia el primer NFT multigeneracional “capaz de generar automáticamente nuevos trabajos”) o “Sotheby’s” que ha presentado en NFT “inteligente” que interactúa con el propietario gracias a la inteligencia artificial. Todo ello añade ceros a los precios finales.
Otro artista contemporáneo Bansky, entró en el mundo de las NFTs con la imagen de una subasta que precisamente decía: “No puedo creerlo, idiotas comprando esta mierda…” refiriéndose a su obra “Imbéciles” que fue quemada en una ceremonia colectiva lo que daba más valor a la obra digital.
A la moda NFT, como las moscas al panal de miel”, se han sumado otros artistas contemporáneos: Shepard Fairey, Kaws, Murakami, Jenny Holzer… o Hirts, cuya obra obliga a los compradores a cuestionar el valor del arte, pidiendo que elijan entre una obra física o su contraparte virtual.
También, como se señalaba en el artículo anterior, las NFTs afectan al arte más clásico o al moderno, como forma de financiar a los museos. La galería de los Uffizi en Florencia, lo hizo en el mes de mayo con una versión NFT del “Tondo Doni” de Miguel Ángel por unos 170.000 ($). La diferencia de precio pagado entre esta obra y la de “Beeple” significa para los autores del análisis que comentamos “la preferencia de los compradores de hoy que parece moverse hacia los objetos digitales, en armonía con la estética y los temas contemporáneos” donde el mundo del arte que conocíamos -incluyendo a los movimientos del siglo pasado- está dejando paso a nuevos modos de comercio y colecciones (en tan solo cuatro meses, los NFTs generaron más de 127 millones ($) en ingresos por ventas, el doble que la fotografía contemporánea). “El entusiasmo está en consonancia cn la notoriedad galopante y la exageración que existe en torno a los NFTs”.
El contrapunto de esta locura sin ninguna base está todavía luciendo en la ciudad de Livermore (California) en su parque de bomberos. Se trata de una bombilla incandescente de 60W inventada por Adolphe A. Chaillet y fabricada por la Shelby Electric Company, en vidrio soplado a mano con filamento de carbono que opera en el vacío, que está encendida desde el año 1901 hasta la actualidad en forma permanente, que ya figura con el nombre de “Centennial Light”. ¿Cuánto estaría dispuesto a pagar el coleccionista “millennial” por la NFT de este prodigio de la industria de otros tiempos ya perdidos?
Mejor, no demos ideas…
FOTO: Every days:The first 5000 days, obra de Mike Winkelmann (a.k.a. Beeple)