Irene López de Castro es, entre los españoles, una de las personas que mejor conoce Tombuctú, la mítica Tim-Buktu, el pozo de Buktu, la esclava tuareg que dio origen en el siglo V a uno de los enclaves más bellos y fascinantes de África. Viajera al Sahel, y especialmente a Mali durante más de treinta años, esta pintora madrileña ha plasmado en sus obras la esencia misma de la vida en el que muchos aventureros quisieron ver una suerte de El Dorado africano.
Esa larga experiencia viajera y social con la población local la plasma López de Castro en una gran exposición que, bajo el título genérico de ‘Mujeres del Sahel’, puede contemplarse en Casa Árabe de Madrid hasta el 25 de julio. Un acontecimiento que se enmarca en la Presidencia Española de la Asamblea General de la Alianza Sahel, y que se complementa con otra muestra, comisariada por la propia artista, en Casa África de Las Palmas de Gran Canaria, titulada ‘La Herencia del Bogolanfini’.
Los paisajes y escenas de la vida cotidiana en las orillas del río Níger acercan al espectador a una zona aparentemente lejana, pero que ha entrado brutalmente en la actualidad mundial a raíz de la irrupción del terrorismo del Daesh en Mali y en los demás países que conforman la faja saheliana. López de Castro ha reiterado en numerosas ocasiones que Tombuctú, asolada y saqueada también por el terrorismo yihadista, ha estado y está en realidad en el centro del mundo. Una zona y un enclave en el que las mujeres serán una vez más decisivas para recuperar el legado de uno de los grandes centros intelectuales y espirituales del islam.
La pintora madrileña está contribuyendo notablemente al conocimiento de la otra realidad del Sahel, la que se refleja en las escenas cotidianas y en los rostros y figuras de las mujeres que sostienen el andamiaje de una sociedad pujante, importante cruce de caminos, culturas y gentes. Lo hace utilizando técnicas mixtas, utilizando soportes de madera piedras o en bogolán, la técnica maliense que utiliza barro fermentado para teñir la tela manualmente. Es su propio tributo a la naturaleza, desechando materiales que no estén íntimamente ligados a ella. La artista fusiona así la técnica africana con la suya propia en lienzos realizados con la pintura de barro y el sol de Mali.
Esta parada en Casa Árabe en Madrid es la continuación de su periplo artístico por Italia, Francia o Corea del Sur, en donde ha expuesto muchas de sus obras inspiradas en sus vivencias en el Sahel. El propio Museo Nacional de Mali acogió en 2017 su muestra titulada ‘Au coeur du Mali’ (En el corazón de Mali), reconocida como una de las aportaciones artísticas más sobresalientes de las exhibidas en Bamako. Hace pocos meses, el Real Círculo Artístico de Barcelona también acogió la muestra ‘Mujeres de Tombuctú’. Irene López de Castro también nos anuncia la próxima publicación de sus Memorias del Río Níger. Un enorme caudal de vivencias y expresiones artísticas. No es en vano que ella misma se ha referido a esa vía de agua en no pocas ocasiones como El Río de la Vida.