Los algoritmos y el arte

Los algoritmos y el arte
Juan Laguna
Por
— P U B L I C I D A D —

Podemos imaginar cómo se ha quedado la cara de los responsables de la National Gallery de Londres, cuando se les ha dicho que el cuadro de Rubens “Sansón y Dalila” adquirido por la pinacoteca en el año 1980 por 5,4 millones de dólares, es falso en un 91%, según noticias de “Artnet News” del pasado día 27 de septiembre. Claro que el dictamen es más sutil: “el sistema da una probabilidad del 91% de no ser auténtica”.

Y es que las máquinas de la llamada “inteligencia artificial” están sustituyendo a la inteligencia natural a la hora de establecer dictámenes sobre cualquier materia, incluida aquella tan inaprensible como la creatividad artística, hasta el punto de dominar por completo el sistema neuronal humano en todos los ámbitos. Luego pasa lo que pasa y el “sistema” nunca es responsable jurídico.

Al parecer, una empresa suiza dedicada a autenticar obras de arte a través de este sistema “realizó las pruebas a través de una herramienta que se basa en una red neuronal, que identifica las características de un artista, gracias a un algoritmo entrenado con imágenes de obras reales”. Si analizamos un poco se trataría de reproducir las “características” propias de cada artista a partir de las obras reconocidas de su mano. Es decir, se parte de unas supuestas obras de mano directa del artista (cosa muy difícil en los talleres de la época) para de esta forma establecer un “patrón” artístico, obviando cuestiones como la propia impredecibilidad de su trabajo. No digamos de las muchas manos que colaboran en tales talleres de los que, el de Rubens, fue de los más importantes.

La obra correspondería a lo que en el “Corpus Rubenianum” iniciado en el año 1960 por Ludwig Burchar como catálogo de la producción de Rubens y su taller, se publicó bajo el patrocinio de la ciudad de Amberes, repartida en 29 partes temáticas, cuyo término de trabajo está previsto para el año 2023, dentro de los temas bíblicos o históricos, fechada hacia 1609/1610, representando la traición de Dalila a su Sansón enamorado al cortarle el pelo que era el secreto de su fuerza. Un óleo sobre lienzo de gran formato (185×205 cms.) que, al parecer, fue un encargo del burgomaestre de Amberes Nicolaas Rockox a Rubens, del que era amigo y mecenas para su colección privada, colocándolo sobre la chimenea del comedor.

Ocurre que, a pesar de no figurar (de momento) en el citado catálogo, existe un dibujo a tinta sobre papel en una colección privada de Amsterdam e incluso un boceto de 1609 sobre tabla de 52,1×50,5 cms. en el Art Museum de Cincinnati, atribuidos al artista flamenco. Es más, en la Alta Pinacoteca de Münich existe una obra de Frans Francken II (el joven) con el título “Banquete en casa del burgomaestre Rockox” fechada en 1630/35, donde se puede ver colgada la obra que nos ocupa sobre la chimenea de la estancia, junto a una de las versiones del “Cambista y su mujer” Marinus van Reymerswale y un díptico de Dirk Bouts con la “Virgen y el Salvador”, lo que, de momento, parece confirmar el encargo y exhibición de la pintura “Sansón y Dalila” a Rubens (o a su taller).

Banquete en casa del burgomaestre Rockox (Frans Francken II «el joven», ca. 1630-35)

Rubens viajó a Italia en el año 1600 donde tuvo ocasión de conocer y dibujar a los artistas italianos más sobresalientes, sobre todo el estilo de Miguel Ángel, que se supone influyó en la pintura de la National Gallery, donde aparecen elementos clásicos que bien pudieran haber sido “importados” a Flandes. A su vuelta es cuando recibe el encargo de varias obras por parte del burgomaestre: “Adoración de los magos” para el Ayuntamiento de Amberes (hoy en el Museo del Prado de Madrid), “Descenso de la Cruz” para el altar del gremio de arcabuceros de Amberes (hoy en la catedral de Amberes), “La incredulidad de Santo Tomás” un trípticopara la capilla de los Rockox en su residencia llamada “Gulden Rick” (ahora conocida como “Rockox House”) y la obra que nos ocupa”Sansón y Dalila” que se unieron a la colección personal de hasta 87 obras de artistas como Van Dyck, Snyders, Van Eyck o Brueghel. Una colección que, a su muerte, sería objeto de subasta.

Como vemos, parece que existe documentación suficiente desde el punto de vista del investigador de arte, para entender que la obra “Sansón y Dalila” que ha dado lugar a la polémica y que había sido cuestionada desde hace tiempo, no sólo procede de la “marca” Rubens, sino que se podría seguir su trayectoria hasta llegar a la National Gallery de Londres. Que pueda afirmarse estar pintada en su totalidad por su mano, es otra cosa diferente.

Y así llegamos al posible fallo “algorítmico” en su dictamen ya que, si parte de otras supuestas o confirmadas obras realizadas totalmente por Rubens (148), éstas quedarían expuestas a las mismas dudas (salvo las que se refieran a retratos de la realeza o familiares que ejecutaría el propio maestro). Hay que tener en cuenta que Pedro Pablo Rubens tiene otros rasgos igualmente importantes como político y diplomático que le llevarían mucho de su tiempo y que impedirían -como es lógico- una producción artística como la que se supone (alrededor de 2.500 composiciones, sin contar dibujos, bocetos, etc.) donde su taller, ayudantes y colaboradores deben ser tenidos en cuenta.

Bien es cierto que, en la composición de la pintura, hay aspectos que pueden despistar por la mencionada influencia de artistas italianos, en relación con las composiciones más “clásicas” del artista, pero se olvida que, a lo largo de la vida de cualquier creador, se cruzan y entrecruzan variaciones en sus obras, ya sea por cuestiones de un tipo u otro.

De lo que no cabe duda es que, el maravilloso mundo del arte siempre está abierto a las sorpresas y a la polémica entre expertos y que, de nuevo, parece ser el dinero lo que existe en su trasfondo. Ese precio muchas veces tan inconsecuente con el valor artístico de las obras.

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