Adolfo Álvarez Barthe, es un pintor en quien la arquitectura clásica greco-latina está muy presente, dada la profusión de arcos de medio punto, capiteles dóricos, corintios y jónicos en el fondo de muchas de sus temáticas. Leonés que ejerce de leonés, puesto que reside y trabaja en el otrora campamento militar romano de la Legio VI Victrix, concedió esta entrevista vía e-mail a El Mentor.
—El Mentor: Te defines como un pintor conceptual. ¿Qué es el arte conceptual?
—ADOLFO ÁLVAREZ BARTHE: Soy un pintor que se sirve de conceptos, pero que no engrosa las filas del movimiento del arte conceptual. En realidad, desconfío de todas las vanguardias nominadas de los últimos años. Sólo son útiles los conceptos, en pintura, cuando abandonan lo que depende del momento histórico que los genera y llegan a encarnarse.
—eM: Tu formación: ¿En academia de bellas artes o autodidacta?
—AÁB: Tengo estudios de Historia del Arte en la Universidad de Barcelona. Siempre he tenido relación con restauradores y, sobre todo, mi biblioteca cuenta con un abundante apartado de tratados técnicos escritos por afamados pintores.
—eM: Todo creador, por mucho que lo sea, tiene influencias o maestros. ¿Qué escuela del arte o nombre de pintor ha influido en ti?
—AÁB: La pintura occidental en su conjunto. Pero reconozco debilidad por la escuela veneciana, la española y la pasión técnica demostrada por Giorgio de Chirico. Del siglo XX me interesan los pintores que no desean ser originales por encima de todo, como nuestro Ramón Gaya, por ejemplo.
—eM: Hablando un poco de técnicas. Trabajas, sobre todo, el temple. Tengo entendido que es una emulsión y no un pigmento. ¿Cómo lo preparas?
—AÁB: El temple es una emulsión, no una mezcla. Las mezclas suelen ser poco transparentes, no así los temples. Los temples pueden licuarse con agua, de manera que su transparencia es mayor y admite que se puedan añadir capas y capas de color a una superficie luminosa. En realidad, nuestra propia carne es una emulsión con un alto contenido en agua. Ya he dicho antes que la pintura es, en cierto modo, encarnación.
—eM: Los soportes: personalmente, tengo una obra tuya en casa que es temple sobre tabla. ¿Otros soportes como el lienzo, el papel o, incluso, el metal?
—AÁB: Todos los soportes que utilizo son primeramente imprimados con una materia lo suficientemente luminosa como para atravesar visualmente la cantidad de capas coloreadas que añado a esa imprimación. Dependiendo de la luminosidad del soporte, incluso colores oscuros al temple nos parecen luminosos y deslumbrantes.
—eM: Tienes variadas temáticas, por ejemplo, el retrato. ¿Cómo es esa relación, cara a cara, entre artista y modelo?
—AÁB: He realizado muchos retratos. Lo difícil ha sido la composición de retratos familiares en los que las personas se parecen mucho pero cada una es distinta. Dar con lo específico de cada rostro es una operación compleja y, en mi caso, muy alejada de la inmediata caricatura. Necesito el trato con la persona retratada.
—eM: En un mundo tan fotográfico como el de hoy en día ¿qué valor se le da a algo hecho por un ser humano como un pintor al realizar un retrato?
—AÁB: La fotografía es instantánea, inmediata. El ojo del fotógrafo es paciente para encontrar el momento único y fugaz en el que el retratado se muestra completo. El ojo del pintor también es paciente, pero no instantáneo. La paciencia del ojo del pintor se dirige no tanto a la reproducción del modelo como a su encarnación.
—eM: En formato llamado tondo pintas cartas astrales, incluyendo aspectos de la vida real del personaje. ¿Cómo te está funcionando este género a nivel profesional?
—AÁB: Hay personas que prefieren su carta astral a su propio retrato. No hay dos cartas astrales iguales. En un cielo oscuro, y en virtud de una imprimación luminosa y de múltiples capas de color añadidas, aparecen también todos los símbolos que nos retratan.
—eM: También mascotas. ¿Qué tipo de gente desea tener un retrato de su perro o gato, plasmado en temple sobre tabla, por ejemplo?
—AÁB: A los que amamos a nuestras mascotas nos gusta tener nuestra galería de monarcas bien visible. Además, yo suelo interrogar a los propietarios de las mascotas sobre su carácter y acomodar sus lindas cabezas en personajes humanos históricos que se les parezcan en carácter.
—eM: Me refería yo, en la entradilla de esta entrevista, a la presencia de la Antigüedad Clásica greco-latina en tu obra. ¿Qué de romano puede haber en este leonés del siglo XXI?
—AÁB: Hemos heredado los sistemas proporcionales de composición plástica de la antigüedad. El número de oro, la sección áurea y otras delicias matemáticas siguen sosteniendo la armonía de nuestras obras en el siglo XXI. En ese sentido yo he nacido en una ciudad fundada por los romanos.
—eM: Sé que también eres escritor, autor de un ensayo de una personalidad de apellido Calzada. En pocas líneas, glósanos a esta figura intelectual.
—AÁB: Luis Sáenz de la Calzada fue un humanista leonés que se educó en la Institución Libre de Enseñanza. Disfrutó de la altura intelectual de docentes y compañeros en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Compartió, como actor en La barraca, escenario con Federico García Lorca. Fue un hombre de ciencia que trasladó a la pintura los avances que registró durante el siglo XX. Su obra literaria está siendo recuperada gracias a la atención que ahora prestamos al institucionismo en España.
—eM: Para terminar: ¿qué exposición tienes ahora, que se pueda visitar y en dónde?
—AAB: Una muestra itinerante de ilustraciones que se me encargaron para la edición de un libro-disco que el grupo pop Los modernos ha compuesto basándose en La Divina Comedia de Dante. La muestra ha visitado León, Palencia y se dirige ahora a Galicia.
—eM: ¿Deseas agregar algo más al contenido de esta entrevista?
—AÁB: Quiero agradecer el interés que este medio muestra por un arte que nos acompaña desde siempre. Más allá de las ocurrencias novedosas de la historia, la pintura es un arte que necesitamos para que esas ocurrencias abandonen lo que tienen de ridículo y se sumen materialmente a la encarnación de nuestros fantasmas, de nuestros amores y de nuestros sueños.