Usted, Sr. Heras, publicó un libro sobre el caso Bankia que supone la investigación más exhaustiva que se ha realizado sobre el comportamiento de las cajas. ¿Qué reacciones han tenido los Órganos de control para impedir que se repitan escándalos como el que ha analizado con tanta precisión?
Atenderé a su pregunta teniendo en cuenta los dos niveles de control que existen: el nacional y el europeo y me extenderá algo por la importancia del problema.
A nivel nacional no hay ninguna reacción que se haya conocido en los Órganos de control que dependen del Banco de España, ni en la CNMV que es el organismo encargado de la supervisión e inspección de los mercados de valores españoles (y de la actividad de cuantos intervienen en ellos). Y es lógico que así sea, porque si se hubieran hecho públicas esas reacciones, de alguna forma se estarían admitiendo deficiencias en la gestión del Organismo Supervisor y de la CNMV.
No obstante sí se legisló, produciendo la que se conoce como Normativa Legal para la Reestructuración y Recapitalización del Sector Bancario. Esta normativa empezó a elaborarse en época de Rodríguez Zapatero con el RDL 9/2009 “Sobre la Reestructuración bancaria y reforzamiento de los recursos propios de las entidades de Crédito” y se continuó, ya con Rajoy en la Presidencia del Gobierno, utilizando la misma herramienta, de RDL, con otros tres: El RDL 2/2012, de “Saneamiento del Sector Financiero”, que trata del saneamiento de los balances bancarios. El RDL 18/2012, sobre saneamiento y venta de activos inmobiliarios, y el RDL 24/2012, de Reestructuración y resolución de entidades de crédito.
Como es lógico, la entrada en vigor de esa normativa ha venido acompañada de sus correspondientes reacciones y consecuencias. Entre ellas destaca la Creación de la Sociedad de Gestión de Activos procedentes de la Reestructuración Bancaria (SAREB), los nombramientos y control de sus gestores, y su funcionamiento.
A nivel europeo, con una Europa en construcción, con libertad de mercado y una Unidad Bancaria que por el momento no es más que una aspiración, las reacciones de los Órganos de control europeos se reducen a la participación que tuvieron para la admisión del Memorándum de Entendimiento (MoU) presentado por el Gobierno de España a la UE “Sobre condiciones de Política Sectorial Financiera”. En algunos de los ocho apartados del Memorándum (el III, que define los objetivos del MoU. El IV, que se ocupa del “Restablecimiento y fortalecimiento de la solidez de los bancos”. O el V, que contempla la garantía de un marco sólido para el sector bancario), aunque no citada explícitamente, sí existe lo que podría entenderse como una reacción que toma forma en la propia redacción del texto y que se hace notar muy especialmente en el Anexo 2, que se ocupa de la Condicionalidad, determina la medidas que se han de tomar y fija las fechas en las que se deben ir produciendo los distintos “entendimientos” enunciados.
¿Como puede explicarse ahora que instituciones de crédito oficial y nuevamente Cajas de Ahorro reflotadas hayan caído en la trampa de un negocio ficticio como el de GOWEX?
No tiene explicación. Lo que ha ocurrido con Gowex es la consecuencia de una realidad que existe y de la que se ocupan las autoridades económicas: Las nacionales de Banco de España, CNMV, controladores de la AIAF (Asociación de Intermediarios de Activos Financieros) y del BBE (Bolsa y Mercados Españoles) a la que pertenece el BAM. Y las internacionales de la UE y la Autoridad Bancaria Europea (EBA).
Pero, obviando los motivos que han producido el caso y las actuaciones de las autoridades financieras, lo ocurrido con Gowex lo que realmente evidencia es la profesionalidad (o falta de ella) y capacidad (escasa) de los gestores de las Cajas de Ahorro reflotadas que son los que con su actuación han propiciado lo ocurrido.
¿Que está fallando en el sistema de control que el Gobierno debería haber asegurado para no caer en casos como este?
Sin ningún género de dudas, la vigilancia puntual de la actividad financiera en general. Cabe añadir que es misión de la CNMV la “supervisión e inspección de los mercados de valores y de la actividad de cuantos intervienen en ellos”, que la CNMV tiene por objetivo “velar por la transparencia de los mercados de valores españoles, la correcta formación de precios y la protección de los inversores. Y que, como la misma CNMV proclama, “sobre los mercados secundarios de valores (la entidad únicamente) ejerce una supervisión prudencial” que, en este caso parece no ha sido suficiente.
¿Podría hacernos un rápido diagnostico sobre la capacidad de los dos grandes partidos PP y PSOE para regenerar el sistema financiero o hay que esperar que las soluciones vengan impuestas a futuro por la presión de Podemos o de la Izquierda plural?
La capacidad de actuación del PP y PSOE se reduce a gestionar con eficacia y a proporcionar leyes eficaces para encarar el tema en conjunción con una realidad financiera y económica europea que está en formación. Algunas de esas normas ya existen y otras se están gestando en colaboración con los socios comunitarios.
No obstante, en esta situación se ha producido un caso como el de Gowex y es evidente que el PP y el PSOE deben hacer algo más. Además de legislar, parece evidente que deban esmerar el celo en la gestión y en procurar una vigilancia eficaz de la realidad financiera española. Lo que no parece posible es que la acción de Podemos e IU sirva para mucho, ya que ambas formaciones llevan en sus programas una demolición (controlada y ordenada o sin control e inmediata) de la UE.
Por ello, parece que la solución deba esperarse de una Unión Europea Bancaria que se está construyendo y de una vigilancia mejor regulada y ejercida con más eficacia por las autoridades económicas nacionales y europeas, algunas dependientes o próximas al PSOE y el PP.
¿Hay riesgo de que el PSOE caiga en la tentación de radicalizarse en la izquierda y pierda la centralidad que tuvo en sus etapas de gobierno?
No es que haya riesgo. Después de la sustitución de Rubalcaba, Pedro Sánchez ya ha dado síntomas de emprender un giro a la izquierda con el que contentar a sus bases y tratar de recuperar la parte del electorado que ha perdido en beneficio de la izquierda que representa IU y Podemos. No obstante, el PSOE, que está en estado crítico, es un partido centenario y con vocación de gobierno que está abocado a un Congreso en el que habrá de marcar un rumbo de futuro. Será ese futuro y las medidas que más convengan las que, superando a las convicciones de las bases, determinen hasta qué punto se radicalizará y si el giro le hará perder la “centralidad” que tuvo.
¿Cómo ve la etapa que se inicia con el cambio generacional tan marcado dentro de la cúpula del PSOE?
Con inquietud. Las figuras emergentes socialistas provienen del aparato del partido, han hecho sus carreras políticas sin tener responsabilidades de gobierno, su formación no parece tan sólida como debiera y, lo más preocupante, parece que no tienen claros algunos conceptos e ideas importantes: Programas nacionales para todos, Forma de integración en Europa, Organización territorial del Estado y Metas concretas nacionales.
No obstante, por mi condición de optimista, espero que sean capaces de definir, y emprender, unas políticas coherentes de acción (económica, exterior, inmigración, integración, etc.) y que de esa acción se obtenga una posibilidad de futuro que sea útil para la izquierda y para todos.
¿Qué espera de Pedro Sánchez en concreto?
Sánchez, que inició su carrera política a la sombra de Rosa Díez (hoy en UPyD) y que tuvo como padrino a Pepiño Blanco, parece que ha logrado el ascenso a la cima del partido de la mano de Susana Díaz y con el apoyo de los andaluces y de algunas de las baronías del partido. De momento, es el estandarte, alto y guapo, al que seguir en busca de una continuidad capaz de enfrentarse a la izquierda radical emergente. Algunos notables del partido confiaron en él para evitar “la tentación Madina” y él supo “trabajarse a la militancia” y aparecer como lo que es: una promesa de futuro.
Hasta ahora, ninguno de los “barones socialistas territoriales” se ha puesto en contra de él, todos respetan un estatus que ha conseguido en las urnas, y algunos le ven como “el guarda puesto” de la baronesa andaluza para cuando ésta (Susana Díaz) se atreva a reclamar la nominación para aspirar a la presidencia del Gobierno de España.
Sin embargo, Pedro Sánchez es un jugador de baloncesto que está acostumbrado a disputar balones, a mirar canastas y contrarios, a soportar empujones, tomas de posición y codazos, a caerse, levantarse, trompicarse, machacarse y, lo más importante, correr en busca de puntos y trabajando con y para un equipo. Por eso, de Pedro Sánchez, como buen deportista (y como secretario General del PSOE) se puede esperar todo: que sirva balones, que guarde postura junto a tablero para permitir que enceste otro del equipo, o que, si sabe aprovechar sus bazas, se decida a ser el “gran artífice de la Partida”.