Un grupo de cinco historiadores, Guillermo Gortázar, Antonio Manuel Moral Roncal, José Manuel Cuenca Toribio, Alfonso Bullón de Mendoza y Pedro Carlos González Cuevas, se rebelan contra lo que llaman “hegemonía del pensamiento único de izquierdas” en la enseñanza española. Todo ello en un ensayo conjunto, titulado Bajo el dios Augusto.
“Bajo el dios Augusto lo que se podía escribir no era aún fuente de peligro, pero sí de problemas”, dijo el filósofo hispanorromano Séneca. Según los autores, los historiadores españoles están bajo una especie de dios Augusto, que no es otro que una visión marxista de la historia.
El ex diputado del Partido Popular y catedrático de Historia Contemporánea del UNED, Guillermo Gortázar, quien encabeza al grupo de autores, ha concedido una entrevista a Fundación Emprendedores acerca del ensayo, publicado por Unión Editorial, de Madrid.
Pregunta: El panorama que ustedes trazan es bastante preocupante. ¿Está tan politizada la historiografía española contemporánea y, en general, toda la Historia como ciencia?
Respuesta: Al introducir los políticos la Historia en el debate político en el año 93, por iniciativa de Felipe González y reforzarla Zapatero con la Ley de Memoria Histórica, la han convertido en un proyectil. Lo que ha tenido un efecto boomerang, pues lo que han hecho es reabrir un montón de heridas, que estaban cerradas desde el final de la Guerra Civil.
P: ¿Ha sido capaz el marxismo como ideología de influir tanto en la historiografía occidental?
R: Un 70% de la Humanidad ha estado bajo dictaduras marxistas; por lo tanto, su influencia ha sido enorme en la política y en la universidad, incluso en los Estados Unidos. Aunque en los países de poderosa tradición liberal, la influencia ha sido menos. En España, al haber estado gobernada por algo tan pedestre como el nacionalcatolicismo en los años 40, en los 60 empezó a sentirse la influencia marxista en la universidad; lo que continúa hasta hoy.
P: A partir de 1.917 el comunismo fue una esclavitud para millones de personas en 3 continentes. ¿Por qué cree usted que sigue ilusionando a gran parte de políticos e intelectuales?
R: En un debate que tuvimos con Francis Fukuyama y Jean-Françoise Revel en la Complutense, el primero y yo estábamos muy optimistas, pues creíamos que la caída del muro de Berlín, en el 89, iba a significar el final del comunismo. Pero Revel nos hizo caer en cuenta de que en un gran sector de la Humanidad sigue latiendo la ilusión por un régimen ideal que solucione todos los problemas; que el totalitarismo iba reaparecer, bien en forma de comunismo, bien como un socialismo radical o populismo. Como hoy se observa en España. Es una ilusión que se remonta a la Utopía de Platón, en la cual existe una sociedad ideal que resuelve todas las contradicciones, por medio de un Estado que lo garantiza.
P: Ante la metodología liberal que ustedes defienden ¿no estamos ante otra óptica parcial de la Historia?
R: Nosotros tenemos una proyección de la Historia que viene desde Herodoto. Los hechos son sagrados, no se pueden tergiversar; otra cosa es la interpretación que forma parte de la libertad de opinión. Valoramos lo que la experiencia ha demostrado como positivo y denostamos lo que la experiencia ha demostrado como negativo. La historiografía marxista utiliza a la Historia como un elemento de lucha política. Los historiadores liberales no pretendemos transformar nada; deseamos aprender del pasado, que es lo que nos viene enseñando Herodoto hace 2.500 años.
P: ¿A partir de qué elementos es correcto comenzar a historiar: en torno a un personaje; tomando en cuenta la economía del pueblo en cuestión; tratando fenómenos exógenos a dicho pueblo u otro aspecto?
R: La Historia tiene muchos procedimientos. Los hechos pueden estar protagonizados por una persona; también por crisis económicas, teniendo en cuenta que las crisis dependen de la actitud de los hombres. Los elementos exógenos son interesantes a la hora de hacer comparaciones con otros países. Pero siempre a partir de la experiencia histórica.
P: De las páginas del ensayo se desprende que la llamada Memoria Histórica comenzó antes de la llegada de Rodríguez Zapatero a la dirección del PSOE. ¿De tan antiguo data la anomalía?
R: Data con precisión del año 93 cuando Felipe González se ve sobrepasado en los sondeos por José María Aznar. Entonces echa mano de Franco; lo que no le había hecho falta con Fraga ni con la UCD. Agita consciencias con la Guerra Civil; estrategia muy desafortunada, si se la compara con los casos de Francia y Alemania. Estos países construyeron una Europa unida y en paz, apenas después de la II Guerra Mundial, sin recordar para nada el terrible drama de esa guerra.
P: En la actual universidad pública española ¿se adoctrina en Historia y otras disciplinas según parámetros marxistas?
R: No sólo en la universidad, sino en la enseñanza media y hasta en la elemental. Si cogemos los libros de textos, incluso de los colegios católicos, se puede apreciar que todos los tópicos y boberías marxistas se plasman con una evidente falta de rigor. Lo que ha venido a redundar en el populismo padecido por la juventud española, debido a los valores derivados de tan errónea enseñanza. Valores políticos e históricos en los que se tiene más en cuenta a un Robespierre que a los líderes de la Revolución americana.
P: Señor Gortázar, soy de los que piensan, a tenor de todos los datos históricos, que la Guerra Civil comenzó en el mismo año de 1.931. ¿Por qué cree que la Segunda República siga siendo vista como un régimen ideal?
R: No comparto que la Guerra Civil comenzara en el 31. Éste fue un año de gran esperanza para la mayoría de los españoles. El régimen de la República no tenía por qué fracasar, si sus dirigentes hubieran tenido en la cabeza una idea de respeto, no de exclusión; de integrar, de hacer evolucionar poco a poco a los españoles como hicieron los franceses en la III República. No se habrían producido las crisis del 34 ni la del 36. No habría habido la guerra y se habría consolidado la República. Pero los dirigentes republicanos, con Manuel Azaña a la cabeza, hicieron una constitución para enfrentar a los españoles. Lo que no es la Constitución de 1.978. Lo que no quiere decir que aquélla no se pudiera reformar. La CEDA, la Confederación Española de Derechas Autónomas, intentó por la vía parlamentaria modificarla y hacer a esa Constitución incluyente para todos los españoles. Pero tanto republicanos como socialistas creyeron que el único régimen que cabía era uno que excluyera por ejemplo a los católicos, cuando la inmensa mayoría de los españoles lo era; hasta los monárquicos hubieran transigido si se respetaran sus derechos. Por lo tanto, los partidarios de esa II República tienen que hacérselo mirar.
P: Materialíceme, en una persona o institución, ese Dios Augusto, en la universidad pública, que controla todo el accionar historiográfico actual.
R: Bajo el Dios Augusto es la época tanto de Felipe González como de Zapatero. También de Aznar y Rajoy como grandes ausentes. Nos amenaza la época de Tiberio y de Nerón, debido a que el PSOE tiene presentada una proposición de ley, en la que se obliga a matizar opiniones sobre el franquismo o el papel de España en la II Guerra Mundial. Te pueden caer 4 años de cárcel, 150.000 euros de multa y 15 años de inhabilitación como profesor. Todo ello fruto de la Ley de Memoria Histórica aplicada entre el PSOE y Podemos. Es lo que nos espera a los historiadores que nos consideramos libres y no sometidos a la visión políticamente correcta o marxista de la Historia.