Ministro agarrado a micro

Ministro agarrado a micro
José Luis Heras Celemín
Por
— P U B L I C I D A D —

No con el micrófono en la mano para hacerse oír. No, en la Sesión de Pleno del Congreso de los Diputados número 17 de la XIV Legislatura que se celebraba el 15 de abril, para control al Gobierno, el filósofo Salvador Illa no tenía un micro, se agarraba a él. Con las dos manos, primero una y después otra; como si estuviera nervioso y buscara un apoyo o gancho para reposar o engancharse. El hecho no tendría más importancia que la gansada de un filósofo con micro. Pero es que el filósofo es ministro, y de sanidad en un momento en que la salud preocupa.

En la situación que padecemos, la Sesión de Control al Gobierno no fue como se esperaba. Fue peor. Por dos motivos generales y uno referido al ministro Illa, que, agarrado al micro, representaba la realidad del Gobierno encargado de hacer frente a la pandemia.

Los motivos generales, referidos al Gobierno y su control, merecen algún apunte: El Gobierno es el Órgano Superior del Poder Ejecutivo que, formado por el Presidente del Gobierno y los ministros, ha de gobernar y explicar sus actos. El Control al Gobierno corresponde a quien tiene que ver qué hace el Gobierno y por qué lo hace. En democracia, el Gobierno gobierna y ha de someterse al control de la Oposición Parlamentaria. La Sesión de Control al Gobierno es, pues, la reunión de Gobierno y Oposición para que el primero explique sus actos. El 15 de abril hubo reunión, pero no control. Porque el Gobierno no contestó. Estuvieron el Presidente, los vicepresidentes y ministros en el lugar que corresponde a quien gobierna, pero no respondieron. Se convirtieron, así, en un grupo de titulares de carteras y responsabilidades ministeriales que, en vez de responder, se dedicó a enredar mientras los españoles, encerrados, soportaban la pandemia.

El acto se convirtió en un zascandileo estúpido en el que la Oposición, con el Gobierno desdibujado, se dedicó a un zarandeo duro, y bronco, en el que los ministros, como grumos amorfos, daban vueltas despistados, en medio de la zaranda y una tragedia que no producen, ni alivian.

 Como muestra, veamos intervenciones en la Sesión;

Pablo Casado: «Voy a contar lo que siempre olvida en su ‘Aló presidente’ semanal sobre el coronavirus. España es ya el país del mundo con más fallecidos por habitante, 18.000. Somos el país con más sanitarios contagiados del mundo por culpa de su nefasta política de compras de material sanitario. Somos, según el FMI, el país que peor va a capear la crisis económica. 40 millones de españoles confinados sin más esperanza por su parte que otros 15 días de encierro porque es incapaz de hacer un plan de test masivos. Sea humilde, póngase la corbata negra que usó para homenajear a las víctimas francesas de El Bataclán y díganos cómo pretende gestionar esta crisis. Inútil, indigno, irresponsable, incompetente, indecente, desleal. Estos son los piropos que me dedicaron por apoyar el Estado de Alarma cuando sus socios le dejaron tirado. 4 son los minutos que nos han dedicado en 24 días. ¿Esto es la desescalada política, esto es el espíritu de pacto de corazón que nos ofrece, ésta es la lealtad y unidad? De usted ya no se fía nadie, ha engañado tanto a todo el mundo que ya ni sus compañeros le creen… Usted no es el Rey por mucho que nos convoque a una ronda de consultas. La representación de la soberanía nacional está en el Parlamento. Por tanto, si usted quiere pactar algo, cosa que dudo, hagámoslo con luz y taquígrafos…Sólo sabe que para cuando caiga el telón tenemos que ser todos responsables de sus errores. A usted solo le importa el poder, y a nosotros solo nos importan los españoles. Esa es la distancia que hay entre usted y yo, lo que nos separa.»

Pedro Sánchez: «Créame si le digo de corazón que los muertos, los fallecidos, los siento como propios y tendrán su merecido reconocimiento una vez sea la victoria total sobre el Covit-19. Estamos tomando medidas duras que están teniendo eficacia. Son medidas avaladas por la ciencia y reconocidas por organismos internacionales tan importantes como la OMS. A partir de ahí, queremos la victoria con la unidad de la ciencia, con la unidad de las Comunidades Autónomas y los ayuntamientos, con la unidad de los agentes sociales y con la unidad de las fuerzas de esta Cámara, para poner en marcha, de corazón se lo digo, un plan para la recuperación económica. Ojalá que esa nueva normalidad fuera compatible con una nueva forma de hacer política, porque es verdad que la envergadura de la crisis económica y social que nos vamos a encontrar va a necesitar del concurso de todos; ojalá nos encontremos en el acuerdo.»

Pablo Iglesias: «Tengo mucha suerte de que tengo jardín en mi casa… Ni medio segundo voy a dedicar para contestar a quien aprovecha su tiempo para preguntar por Venezuela… Hay sectores de la población que se sienten desprotegidos, probablemente habrá que hacer más cosas.»

Macarena Olona: «Nuestra democracia se desangra, pero no por el coronavirus sino porque el gobierno socialcomunista está aprovechando la pandemia para imponer su modelo, esto es, Venezuela.»

Con la pandemia aterrando, era el momento para que el Gobierno, haciendo frente a la crisis, expusiera qué hacer y cómo hacerlo. No lo hizo. Sólo verborrea y proclamas de unidad en lugar de acciones de gobierno. Con algún matiz sentimental: «Le digo de corazón», «Habrá que hacer más cosas».

Con tragedia y problema sanitario, podría servir que el titular de Sanidad en su turno se ocupara del asunto, respondiera a la Oposición firme y contundente; y, convencido y convincente, asumiera responsabilidades de gobierno. Pero ¡ay!, el titular de Sanidad es filósofo: un ministro agarrado al micro.

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