Como parece que se imponen las modas, una nueva plataforma surgida de grupos violentos que pretenden seguir las huellas del inefable Grillo en Italia, convocaron nada más y nada menos que el asedio ciudadano al congreso de los diputados “para derrocar al gobierno”.
La cosa no pasaría de ser anecdótica si no fuera porque, tal intento pueril, podría estar animado por sectores políticos y sociales con intereses muy personales que defender en los momentos que vivimos y que no aceptan el resultado de las urnas. Algunos de ellos ya lo han dicho de una forma más o menos clara e irresponsable ante los medios de comunicación.
Desde la llamada de atención que fue el movimiento de indignación ciudadana del 15 M con su amplia repercusión internacional contra un gobierno del PSOE y contra el sistema político en general, han sido muchos los que han pretendido ampararse en el paraguas o a la sombra del mismo para mantener sus privilegios -que no derechos- en el sistema actual, colocándose paradójicamente y en forma encubierta frente al mismo sistema. Es la forma más práctica de mantener una situación: estando en misa y repicando que dicen en mi pueblo.
Ya desde los primeros días de la acampada pacífica en Sol, se detectaron algunos personajes que, lejos de contribuir a debatir y construir alternativas políticas, intentaron establecer la violencia y el insulto gratuito en manifestaciones y concentraciones, hasta el punto que fue preciso establecer un servicio de orden (comisión de respeto se llamaba) para evitar desmanes y hechos agresivos de tales personajes. El 15 M siempre pretendió ser y demostrar un ejemplo de ciudadanía preocupada por la situación política del pais, pero nunca se planteó cómo una algarada permanente de agresión a los propios ciudadanos, tal como han venido haciendo algunas de las muchas “plataformas” que -al parecer- tratan de cubrir todo el calendario tras la dignidad del 15 M.
Esta nueva e ingenua plataforma, a la que alguien habrá provisto de medios para la fallida concentración de este jueves, mostraba entre sus participantes los ya clásicos modelos de estudiantes fallidos, jóvenes -escolarizados o no- animados por las mareas verdes y veteranos añorantes del stalinismo que nunca conocieron más que por vagas referencias. Unos ingredientes muy poco cualificados para construir y proponer una alternativa política real. Su ignorancia les justifica y su ingenuidad podría conmover, si no fuera porque su única razón se ampara en la violencia, el acoso y la agresividad.
Ahora se han dado cuenta de lo poco que representan. Si el 15 M planteaba la representación falsa por el sistema de partidos y listas de los representantes políticos, tampoco ha reconocido representación alguna en estas bandas violentas, totalmente contrarias al espíritu de “no violencia” del movimiento ciudadano. El 15M se ha desmarcado de ellas y las ha dejado con las vergüenzas al aire, demostrando que también la indignación ciudadana va contra ellas, contra quienes pretenden utilizar a los demás para defender sus privilegios o intereses desde actos vandálicos y violentos.
Estamos ante una situación que precisa del esfuerzo de todos y, por ello, de la eliminación de los privilegios que aún mantienen las clases que forman esas estructuras institucionales exageradas, esos miles de cargos públicos surgidos del amiguismo o el nepotismo bajo la supuesta “confianza”; esas organizaciones políticas o administrativas que duplican las exigencias a los ciudadanos para justificar su existencia; esa cohabitación entre lo público y lo privado, fuera de todo tipo de control, como han demostrado ser los muchos “entes públicos” adheridos a los presupuestos; esas deudas que nos han hipotecado como pais irresponsable que somos y que estamos obligados a pagar; esas oligarquías financieras con contratos blindados y capacidad de monopolio sobre servicios públicos esenciales y contratos de adhesión impuestos; esas miles de cosas que nos han vendido como necesarias para fomentar un consumo infantiloide sin ningún criterio propio…
Pero la violencia no es el camino, sino el fracaso. El fracaso de la razón y de los argumentos. Lo ha demostrado la Historia a lo largo de muchos siglos. No se puede construir desde la ignorancia o desde la imposición, sino desde la libertad de pensamiento y la suma de voluntades como pretendía ser el 15M. Fue una lástima que no lo comprendieran así los gobiernos del momento ni la clase política o los partidos cómodamente instalados en un sistema que nadie pretende romper, entre otras cosas porque se ha desplomado él solo. Sobre ese solar de ruinas hay que diseñar nuevas y actuales formas de convivencia democrática en las sociedades del siglo XXI. Un siglo que se ha estrenado con el colapso de lo rancio, de lo que ya hay que dejar atrás porque no nos aporta ni significa nada para las generaciones actuales. Pero hemos de hacerlo desde la sensatez y el rigor, desde el conocimiento y la responsabilidad, desde la Política, así con mayúsculas que es una cosa de todos y para todos.
Esperemos que el toque de atención a la violencia agresiva por parte de todos los ciudadanos que se han abstenido de participar en la convocatoria del jueves, sirva para darnos cuenta de esa soberanía popular sólo se justifica desde la ejemplaridad personal que significa la palabra “ciudadano”.